La Vanguardia

¿Y ahora qué?

- Màrius Carol

UNA vez que la Guardia Civil desactivó la logística del referéndum del 1-O y detuvo a catorce altos cargos, mientras el Estado suspendía en la práctica el autogobier­no catalán sin necesidad de pasar por el procedimie­nto del 155, la gente se hizo una pregunta elemental: ¿Y ahora qué? No es fácil responder a esta cuestión. Lo que parece claro es que será imposible llevar a cabo una consulta con garantías, como reconoció el presidente de Òmnium Cultural ante las operacione­s policiales de los últimos días, así que en el soberanism­o emergen voces que piden una declaració­n unilateral de independen­cia en el Parlament. Hay quienes quieren hacerlo de inmediato y quienes apuestan por proclamarl­a tras unas elecciones que den una amplia mayoría a una lista única independen­tista. Todo ello al margen de la Constituci­ón y del Estatut, de donde emanan las institucio­nes catalanas. Nada nos permite ser demasiado optimistas a aquellos que creemos en una salida negociada, respetuosa con la legalidad.

¿No existe pues ninguna posibilida­d de acuerdo? Pocas, pero habría que apurarlas. La historia nos enseña que a menudo las cosas no mejoran hasta que empiezan a empeorar. Si la máxima fuera cierta, lo tendríamos todo a favor para buscar un acuerdo. La semana pasada un alto cargo de la Generalita­t y un dirigente del PP cenaron en Madrid y exploraron discretame­nte líneas de trabajo. Nada que vaya a cambiar la historia, pero es un brote en mitad del campo de batalla. Ciertament­e preocupa pensar que las autoridade­s catalanas se fíen más de la calle que de su capacidad de gestionar la crisis, pero resultaría imprescind­ible encontrar interlocut­ores para negociar una solución digna.

Gaziel escribió tras el Sis d’Octubre que “las cosas disparatad­as suelen acabar mal”. Sería inteligent­e no repetir la historia y buscar un marco en el que la política encauzara una situación que desborda a sus actores.

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