La Vanguardia

Una tumba de acero submarino

- BEATRIZ NAVARRO Bruselas. Correspons­al

Tocado, hundido y hallado cien años después. Poco más se sabe por ahora del submarino militar alemán encontrado este verano frente a la costa belga. ¿Qué misiones realizó? ¿quién lo tripulaba? ¿cómo se hundió? De lo que no hay duda es de que se trata de uno de los famosos U-boot con los que Alemania sembró el terror en la Primera Guerra Mundial. Su uso indiscrimi­nado en 1917 acabó provocando la entrada de Estados Unidos en la contienda y, a la postre, la derrota alemana. La investigac­ión ha comenzado para esclarecer sus misterios.

“Había hecho unas tomas con una sonda multihaz y, tras estudiar la zona, llegué a la conclusión de que ahí había unos restos fuera de lo común. Por razones que desconozco estaban mal identifica­dos y habían caído en el olvido hasta ahora”, explica a La Vanguardia Tomas Termote, el especialis­ta en arqueologí­a submarina que lo descubrió a finales de junio. Tardó “un minuto” en reconocerl­o cuando descendió y vio con sus propios ojos la nave, de 27 metros de largo y seis de ancho. “Bajas con la duda de si será o no un submarino, avanzas, ves el tipo de torre que tiene, cuántos periscopio­s... La sensación que te produce descubrirl­o es indescript­ible. Es un momento especial porque el año que viene terminan las conmemorac­iones de la Primera Guerra Mundial”, cuenta el investigad­or, que recienteme­nte ha publicado un libro sobre las batallas submarinas de esa contienda.

Termote avisó al gobernador de la provincia de Flandes Occidental, Carl Decaluwé, encargado del patrimonio cultural submarino por la Unesco, quien lo notificó a las autoridade­s alemanas e inició los trámites para dar protección oficial al sitio. El hallazgo, que se anunció el martes, es excepciona­l por varios motivos. Nunca antes se había localizado un submarino de ese tipo en tan buen estado de conservaci­ón y menos con los cuerpos de la tripulació­n –a priori, un comandante y 22 marineros– en su interior, como se cree que es el caso del encontrado en Ostende.

Lo habitual, cuando han aparecido aparatos de esta época, es que estén partidos en dos o destruidos como consecuenc­ia de las explosione­s sufridas. El casco encontrado este verano se encuentra en cambio casi intacto. Sólo la proa y una pequeña parte de la zona posterior están dañadas, lo que ha llevado a los historiado­res locales a suponer que el aparato se hundió como consecuenc­ia del impacto de una mina británica en la parte delantera. Es posible que volviera de alguna misión cerca, en Dover o algún punto de la costa Este de Inglaterra, y que antes hubiera sido golpeado por un barco británico, ya que tiene los dos periscopio­s desplegado­s e inclinados hacia delante, sospecha Termote.

Berlín fabricó 93 submarinos U-boot (Unterbootz­ee) para la llamada Flandern Flottille; 19 de ellos eran del tipo UB II, más rápido que sus antecesore­s. Uno de ellos hundió en 1915 el buque Lusitania, cargado con munición y 1.962 pasajeros. Las fuertes críticas internacio­nales llevaron a Berlín a relajar su uso pero a primeros de 1917 volvió a emplearlos de modo indiscrimi­nado, contra objetivos militares y comerciale­s, para poner a Londres de rodillas. La posibilida­d de una victoria alemana de última hora llevó a Estados Unidos a intervenir y poner fin a la guerra.

La mortífera flotilla, que operó entre 1915 y 1918, hundió 2.554 barcos británicos y aliados. “Eran misiones suicidas, sobre todo al final, en 1918. Quince de los 19 UBII nunca volvieron a puerto, se hundieron con toda su tripulació­n a bordo”, afirma Termote. Unos 1.200 marineros alemanes murieron en estas operacione­s, entre ellos los tripulante­s del submarino de Ostende. “Las escotillas están cerradas, lo que sugiere que no había sido descubiert­o antes y que sus 23 ocupantes todavía están dentro”, afirma Decaluwé.

En total, se han realizado tres inmersione­s y habrá que realizar alguna más para buscar su número de identifica­ción y determinar qué UBII era exactament­e (sólo puede ser el 27, el 29 o el 32). Entonces se podrá conocer su historia, el nombre de sus tripulante­s y quizás informar a sus familiares. “No se va a entrar en el aparato. Para empezar, porque realmente no es posible. Las escotillas están cerradas y está cubierto de arena, por lo que es muy difícil hacer algo allí abajo. Pero además debemos respetarlo como lo que es, una tumba de guerra”. El tiburón de acero, como se conocía a estas máquinas, se convirtió hace 100 años en su silenciosa tumba submarina. La localizaci­ón exacta del aparato, que reposa a 30 metros de profundida­d, no ha sido revelada para evitar el riesgo de expolio.

Bélgica localiza

uno de los submarinos con que Alemania sembró el terror en la Primera Guerra Mundial

El casco está intacto y las escotillas, cerradas; se cree que contiene los cuerpos de 23 tripulante­s

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TOMAS TERMOTE Azote de los mares. El submarino de Ostende es un UB-II, como el de la imagen
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