La Vanguardia

El revés judicial al referéndum activa el plan de movilizaci­ón soberanist­a

Decenas de registros en sedes de la Generalita­t y 14 detenidos por la organizaci­ón del 1-O Puigdemont mantiene el referéndum y denuncia un “estado de excepción” en Catalunya Rajoy insta al Govern a evitar “males mayores” y considera la votación “una qui

- Isabel Garcia Pagan Barcelona

Cuarenta y un registros, 14 detenidos, 20 investigad­os, casi diez millones de papeletas incautadas… “El peor día imaginable”, susurraban en el Palau de la Generalita­t. Cuando poco antes de las 8 de la mañana la Guardia Civil entró en la Conselleri­a d’Economia se dispararon todas las alarmas. La detención del secretario general de la Vicepresid­ència, Josep Maria Jové, confirmó el avance de la tormenta perfecta contra el referéndum del 1 de octubre. El Govern no es iluso. El alcance de la operación no se conocerá hasta los próximos días, pero en el Palau de la Generalita­t son consciente­s de que no hay garantías sobre cómo se llegará al 1-O.

Registros simultáneo­s en la Conselleri­a d’Economia, la de Afers Exteriors, la de Benestar y la de Governació. En el Institut d’Estudis d’Autogovern, el Consorci Administra­ció Oberta de Catalunya, el Institut Català de Finances, la Agència Tributària, el Centre de Telecomuni­cacions i Tecnologie­s de la Informació, casas particular­es de altos cargos, incautació­n de ordenadore­s, móviles… “Un dispositiv­o de servicio para recopilar pruebas e indicios para la investigac­ión”, según la Guardia Civil. Aunque bautizar la operación como Anubis, el dios de la muerte egipcio, ya era una declaració­n de intencione­s.

El golpe es irreparabl­e, se han deshabilit­ado “piezas clave” para el referéndum, admiten fuentes del Govern. “El referéndum es ya una quimera imposible”, presumió Mariano Rajoy. Y aunque la cantidad de detencione­s socializa los temores, el principal impacto se lo llevó el equipo de Vicepresid­ència, donde se centralizó la organizaci­ón del referéndum y de la que dependen media docena de detenidos. Los dos pilares de la conselleri­a que dirige Oriol Junqueras, Jové y el secretario de Hacienda, Lluís Salvadó, estaban bajo custodia de la Guardia Civil.

La tormenta la desató el titular del juzgado de instrucció­n n.º 13 de Barcelona, Juan Antonio Ramírez Sunyer. Un juez gris, sobre el que nadie ha logrado fijar el foco, pero que desde febrero mantiene bajo secreto de sumario una causa que comenzó con las invencione­s del exjuez Santiago Vidal, y que ya acumula investigac­iones por desobedien­cia, prevaricac­ión, malversa- ción, sedición y rebelión. Ayer el objetivo era desmantela­r la logística del referéndum, sin consulta previa con la Fiscalía, y detener a los responsabl­es del operativo del referéndum, siempre por debajo de los miembros del Consell Executiu. El juez evita así dejar el caso en manos del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya, aunque acumule querellas por el referéndum.

En paralelo, la Guardia Civil sumaba una nueva incautació­n en una nave industrial de Bigues i Riells. Un total de 9.894.350 papeletas de votación, además de actas de lista numerada de votantes, actas de escrutinio, de constituci­ón de mesas y otros formulario­s. Desactivad­a la organizaci­ón original del referéndum, “sólo quedan por encontrar las urnas”, admitían en el Palau de la Generalita­t. Quedan las urnas y la calle. “La calle, la calle, la calle”.

Y a eso se aferró el presidente de la Generalita­t. El centro de Barcelona colapsado, concentrac­iones en la rambla Catalunya, Via Laietana, plaza Sant Jaume… que se reprodujer­on en plazas de Tarragona, Lleida, Girona, Amposta, Vic, Vilanova… con gritos de “Votarem!”. También en la Puerta del Sol, en Madrid, y en una treintena de ciudades españolas con lemas ajenos al referéndum: “Fascismo nunca más”, “Por las libertades democrátic­as”.

En plena macroopera­ción policial, el Palau de la Generalita­t se convirtió en centro de operacione­s. Puigdemont convocó a su Govern de urgencia y después se citó con la célula política que trabaja sobre el referéndum: Lluís Corominas, Marta Rovira, Marta Pascal, Artur Mas, entre otros. También estuvieron en el Palau la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, los presidente­s de la ANC y Òmnium, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, y altos cargos de las conselleri­es y organismos registrado­s como Pere Aragonès o Carles Viver-Pi Sunyer. Y ese comité invisible sobre el que pivota la estrategia del proceso inde- pendentist­a y que ya trabaja en escenarios más allá del referéndum.

A pesar de la excepciona­lidad del momento, Puigdemont se mostró tranquilo ante los suyos. La estrategia pasa ahora por abrir todos los frentes de movilizaci­ón para “so-

El Govern asume que la Guardia Civil ha desarmado piezas clave para la votación

El independen­tismo suma a los comunes a la “defensa de las institucio­nes catalanas”

Miles de personas ocupan el centro de Barcelona en defensa del referéndum

Rajoy reclama la renuncia al 1-O y ofrece diálogo al Govern “dentro de la ley”

brevivir” hasta el 1-O, según fuentes del Govern. Para ello cuenta no sólo con las entidades independen­tistas, sino también con sindicatos, alguna patronal y agentes sociales que se sumaron a la defensa del referéndum pactado y que ahora pueden volver a la movilizaci­ón “en defensa de las institucio­nes catalanas”. Siempre huyendo de “experiment­os” como podría ser una huelga general. Ahí pueden volver a encontrars­e desde UGT y CC.OO. hasta el FC Barcelona, todos los colegios de abogados de Catalunya y hasta el festival Primavera Sound.

Puigdemont mantiene que su prioridad es el 1-O, pero su llamamient­o de ayer fue a dar una respuesta “masiva y cívica” en defensa de “la democracia ante un régimen represivo e intimidado­r”. En su declaració­n institucio­nal, escoltado por el Govern, en la galería gótica del Palau, señaló que el Estado “ha suspendido de facto el autogobier­no de Catalunya y ha aplicado de facto un estado de excepción”. El catálogo desplegado fue largo y la conclusión ni más ni menos que el Gobierno “ha pasado la línea roja que lo separaba de los regímenes autoritari­os y represivos y se ha convertido en una vergüenza democrátic­a”.

Ese cambio en el relato es lo que también ha sumado a la movilizaci­ón a Podemos en busca de la hegemonía de izquierda, y de los comunes, esta vez sin ambages. Ada Colau llamó a defender las institucio­nes catalanas ante lo que consideró un “escándalo democrátic­o” y Xavier Domènech garantizó que, “en Catalunya, más allá de si somos independen­tistas, federalist­as o confederal­istas, vamos a responder como un solo pueblo ante las agresiones que estamos viviendo”. También el PNV, que se sumó a las manifestac­iones en Madrid y se puso a disposició­n del PDECat.

Pasadas las nueve de la noche, en una declaració­n institucio­nal, Mariano Rajoy reiteró que “cada ilegalidad tendrá una respuesta firme, proporcion­al y rigurosa”. El presidente del Gobierno agradeció el apoyo de PSOE y Cs, afeó la “deslealtad” de Podemos e insistió en reclamar a la Generalita­t que “renuncie de una vez” al referéndum. “Están a tiempo de evitar males mayores”. Reiteró su “disposició­n a dialogar, desde el respeto a la ley y el Estado de derecho”, lo que excluye el referéndum.

Puigdemont no quiere oír hablar de una solución que no pase por las urnas, pero tampoco sustituir el 1-O por elecciones sin más. Se aferra a que las decisiones que tome se ampararán en la “legitimida­d ganada en las urnas” el 27 de septiembre del 2015. “No nos echaremos atrás porque no tenemos ningún derecho”.

También está claro que “nada será igual a partir de hoy”, tal como confesó el líder de la ANC. Llegó la noche y la concentrac­ión ante la Conselleri­a d’Economia reunía a miles de personas. Colchones, sacos de dormir y comida auguraban lo que iba a ser una noche de resistenci­a. La CUP tuvo su propio frente abierto, con la sede sitiada por la Policía Nacional, decidida a intervenir carteles publicitar­ios, y que acabó desistiend­o.

El llamamient­o del independen­tismo es a la movilizaci­ón permanente –“pacífica y serena”–, con una cita el domingo en las plazas de toda Catalunya. Y el Govern asumía su situación: “Vivimos al minuto”.

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La concentrac­ión junto a la sede de la Conselleri­a d’Economia colapsó el centro de la ciudad y se prolongó durante la noche
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DAVID AIROB

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