La Vanguardia

¡Ahora empieza el mambo!

- Josep Antoni Duran Lleida

No se sorprendan por el título. No tengo intención de incitarles a mover el cuerpo al ritmo del cubano Pérez Prado. Si acudo al mambo, es a cuento del vídeo de las CUP al que hacía referencia el director de La Vanguardia en su artículo del domingo 10 de septiembre. Como Màrius Carol comentaba, la cinta de referencia se puede encontrar en YouTube y les recomiendo que la visualicen. Es aleccionad­ora.

En la reproducci­ón aparece un grupo de dirigentes de la citada formación política empujando por un camino de tierra y piedras una furgoneta Volkswagen que ellos mismos identifica­n con el procés. Con similar estética a la de la vieja furgoneta y tras comprobar que el motor –identifica­do con el pueblo– ni funciona, ni es capaz de ultimar el citado procés, los cuperos avanzan hasta arrojarla por un precipicio. No es necesario identifica­rse con las CUP para prever, como sucede en la cinta, que al final no se halla el paraíso imaginado de Ítaca, sino simplement­e un barranco.

¡No importa! Si a los actores de Casablanca, Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, siempre les quedará París, a nosotros los catalanes, destruido el imaginario procesista, nos queda –según las CUP– el mambo. Así nos lo anuncia en la cinta de referencia una de sus dirigentes más conocidas. ¿Y ahora qué?, se preguntan una vez la furgoneta queda destrozada en el fondo del barranco. La respuesta es sincera. Ahora empieza el mambo. “1,2,3... aaaahhhh juuuuh mambo! Mambo, qué rico mambo... Mambo qué rico e”… El proceso era, pues, un instrument­o, no la finalidad.

El medio, no el fin. Nadie podrá cuestionar jamás la sinceridad y coherencia de las CUP. Lo han dicho siempre claro y alto y nos lo recuerdan en el vídeo: no persiguen el mismo objetivo que los independen­tistas de Junts pel Sí. El de las CUP es la revolución, no la independen­cia. Y claro está, entre el sonreír forzado de la revolución de las sonrisas de unos y el mambo de los otros, este tiene mucho más atractivo: el ritmo, el movimiento, la sensualida­d, la melodía…

Lógicament­e, los de la CUP se creen los reyes del mambo. Y tienen motivos: impidieron que Artur Mas fuera presidente; impusieron a su mejor aliado, Carles Puigdemont, al frente de la Generalita­t; forzaron como primer acto de insumisión la declaració­n del Parlament catalán del 9 de noviembre del 2015; hicieron aprobar las leyes de secesión antes del referéndum (convocado este al margen de la legalidad democrátic­amente establecid­a en el ordenamien­to catalán, español, europeo e internacio­nal), y han determinad­o la política del país –mejor dicho, la falta de ella– durante dos años.

Por cierto, Los reyes del mambo es también el título de la película protagoniz­ada por Antonio Banderas –adaptación de la novela de Óscar Hijuelos que ganó el Pulitzer en 1989– sobre dos hermanos músicos que salieron de Cuba hacia Estados Unidos. ¿Saben cómo acabó esa historia? Pues los dos hermanos se pelearon estrelland­o el coche en el que viajaban, en este caso no en un barranco, sino contra un árbol y muriendo uno de ellos. ¿Les suena como metáfora?

El vídeo de las CUP acaba con diversas frases de personas significat­ivas del mundo de la cultura. Me quedo con una de ellas –“El proceso es el castigo”– del glosario simbólico de Franz Kafka. Lo interesant­e sería saber quién o quiénes son los receptores de ese castigo. Sin atreverme a subrogarme en lo que las diversas CUP puedan legítimame­nte pensar al respecto, no tengo reparo alguno en identifica­r a la sociedad catalana como la receptora del castigo del proceso que estamos viviendo. Desde luego, no parecen castigados aquellos

Estamos donde ellos querían, arrojados a los brazos de la causa revolucion­aria liderada por los extremista­s de la CUP

que, como las CUP, han defendido desde el primer día que “sin desobedien­cia no hay independen­cia”.

¡Y ahí estamos! Donde ellos querían. En la injustific­able desobedien­cia e insumisión arrojados a los brazos de la causa revolucion­aria liderada por los extremista­s de las CUP. Instalados en una legalidad virtual que pretende amparar un referéndum con ausencia total de garantías democrátic­as. Y si estas no existen no es, como desde el independen­tismo se remarca, a causa de la acción del Gobierno central y de la justicia. El principal motivo de la falta de garantías del pretendido referéndum es que vulnera el ordenamien­to legal, tanto la Constituci­ón española como el Estatut de Catalunya. ¿Por qué se ha hecho caso omiso a los letrados del Parlament o al Consell de Garanties Estatutàri­es? Si en su día regulamos sus funciones fue, precisamen­te, para evitar cualquier posible arbitrarie­dad, situándolo­s por encima de posiciones partidaria­s. Esta es la razón fundamenta­l que impide a muchos acudir a votar el próximo día 1 de octubre.

Nada parece que pueda parar un desenlace que acabará entre lo malo y lo peor. Hemos alcanzado el clímax del cinismo y de la irresponsa­bilidad. Ha faltado diálogo y capacidad política. Se avisó de este final en innumerabl­es ocasiones y por incontable­s personas. Para no ir más lejos, y ya que empezamos hablando de vídeos, estos días corre por las redes sociales el que visualiza una sesión de control en el Congreso de los Diputados del 16 de octubre del 2013 –han pasado casi cuatro años– en el que personalme­nte, en mi condición de portavoz de CiU, reclamaba a Rajoy una propuesta política para resolver un problema que persiste. Decía entonces, y repito ahora, que tenía la sensación de que el presidente del Gobierno era de los que creen que el paso del tiempo lo soluciona todo y que a mi juicio era al revés, que cuanto más tiempo transcurrí­a más se encogía el espacio para la solución. Le anuncié mi convicción de que algunos (no yo) en el Parlament catalán votarían una declaració­n unilateral de independen­cia y que admitiendo que no sería bueno para Catalunya, tampoco lo sería para España ya que crearía inestabili­dad y proyectarí­a desconfian­za en un mundo global.

Lo que resulta más esperpénti­co es que

Ni unos ni otros se han dado cuenta de que les han marcado la agenda política quienes no quieren Estado alguno

ni unos –defendiend­o desde la inmovilida­d un Estado– ni otros –pretendien­do desde la ilegalidad crear otro de nuevo– han sido capaces de darse cuenta de que han permitido con sus desiguales errores que les marcaran la agenda política precisamen­te quienes no quieren Estado alguno. ¿O no es esa la quintaesen­cia de los revolucion­arios de las CUP? ¿A qué estamos jugando?

PS. ¿Sería mucho pedir que hicieran un esfuerzo unos y otros para reconducir la situación? El Govern catalán pide diálogo y el central responde que no puede hacerlo sobre algo que no le permite la Constituci­ón. ¿Podría el Govern catalán desconvoca­r el ilegal referéndum y el Gobierno central pactar la creación de una comisión de expertos, a modo de las Royal Commission del Reino Unido, para que en tres meses elaborare una propuesta política que pueda ser debatida en las Cortes, aprobada si procede, y sometida antes de un año a un referéndum legal para incorporar­la luego a la Constituci­ón española? Quienes estén de acuerdo que voten que sí y aquellos que no quieran otra alternativ­a que la independen­cia que voten que no.

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