Reina Dench
La reina Victoria y Abdul
Dirección: Stephen Frears
Intérpretes: Judi Dench, Eddie Izzard, Adeel Akhtar, Tim Pigott-Smith, Ali Fazal
Producción: Reino Unido, 2017. Victoria and Abdul. 112 m.
Stephen Frears tiene poco o nada que ver con la realeza británica, y sin embargo, tras la celebrada The queen, el director británico vuelve al mismo asunto, y lo hace a lo grande, con La reina Victoria y Abdul.
Frears, como buen héroe de la clase obrera, con su voz rota por los cigarros, el whisky, o una buena combinación de ambas cosas, ha hecho del sarcasmo su marca de fábrica desde Mi hermosa lavandería (1985) y Las amistades peligrosas (1988). Un sarcasmo que también se muestra en La reina Victoria... ,y que uno sospecha que es el envés de acero de su extrema sensibilidad para la soledad y lo diferente.
Tranquilos, pues. En La reina Victoria y Abdul no nos encontramos, como tampoco pasaba en The Queen, con una especie de Arriba y abajo victoriano, un Downton Abbey de corte y confección, o un Brideshead Revisited con la familia real como protagonista. No estamos ante una de esas películas o series tan british que parecen un género en sí mismo, y que en esencia van de sutiles diferencias de clase: de envidia de clase, a la manera en la que Freud habla de envidia de pene...
Frears, en cambio, se acerca a la realeza por lo que tiene de singular y de fuera de serie, de único. Se fija en la reina Victoria al final del camino, muy lejos de la imagen de ese personaje frío, adusto y gris que se dice que fue la gran forjadora del imperio británico. La reina es aquí una mujer mayor, que ejerce de vieja con todas las consecuencias, atrapada en la rutina de la corte. Una mujer sola, prisionera de un aburrimiento mayestático que la ahoga. Hasta que llega Abdul, un joven indio inocente y servicial. O eso parece. Musulmán más pillo que inteligente, interesado como un gato e igual de esquivo. Pero fiel a la reina como un perro...
Aunque es ella, la reina, en manos de Judi Dench, quien llena de sentido este filme sin demasiado sentido en sí mismo: una anciana que se sabe vulnerable y que, no obstante, gracias a Dench, es capaz de estallidos de inesperada grandeza. Película sin asomo de simpatía por la corona, pero desbordante de compasión por una reina que la gran Dench llena de compleja nobleza: la aristocracia del talento.