Nervios y 46 balones a la olla
El Madrid presentó ayer la renovación de Karim Benzema en un clima que era de todo menos alegre. En los corrillos entre aficionados, directivos y prensa se hacía la misma pregunta: “¿Qué le pasa al equipo?”. “En el fútbol, las crisis nunca te pillan; te atropellan”, fue una de las respuestas. Cada cual tenía su clave particular, pero todos coincidían en la imposibilidad de vaticinar que la ilusión con que se empezó la temporada tras las victorias de las Supercopas y el primer partido de Liga (0-3 en Riazor el 21 de agosto) estaría por los suelos justo al cumplirse un mes después.
Otra máxima que se cumple es aquella de que si las victorias tienen muchos padres en las derrotas la mayoría se pone de perfil. Pocos han sido hasta ahora los que han dado la cara para tratar de buscar una explicación. Para sorpresa de muchos, quien lo hizo tras la derrota ante el Betis fue Isco, un jugador que suele rehuir a los medios: “Parece que cuando no hacemos un gol pronto en el Bernabeu nos entra ansiedad”.
La respuesta más simple la dio el entrenador, Zinédine Zidane, cada día más proclive a tópicos tan viejos como el fútbol: “El análisis que hacemos es que no ha querido entrar el balón. Hemos tenido 26 o 27 ocasiones y al final no ha querido entrar. Esto es el fútbol. No ha sido un gran partido, pero tampoco malo. Si metes un gol, el partido es distinto. El año pasado ganamos partidos que igual no merecíamos y ahora es al revés. Hay que estar tranquilos”.
El discurso de Zidane puede calar en algún aficionado poco exigente, pero el técnico francés es el gran señalado por aquella parte de la directiva que nunca apostó por él y que a la vista de los resultados no ha tenido más remedio que callarse en esta temporada y media. Zidane es el principal culpable para la mayoría de la prensa especializada, que analiza sus decisiones y las encuentra, como mínimo, erráticas: rotaciones disparatadas ante el Levante, mala lectura de los partidos al cambiar a jugadores clave (Modric e Isco frente al Betis), marginación del jugador más en forma de la plantilla (Asensio, ante el Betis), lentitud a la hora de ordenar los cambios, posiciones dobladas en el once (Theo y Marcelo), frente al Levante...
El estado de caos que transmite el banquillo se pudo apreciar cuando, en la segunda parte ante el Betis, el Madrid estuvo unos segundos en el campo con 12 jugadores porque Lucas Vázquez y Borja Mayoral entraron al terreno de juego y sólo se retiró el lesionado Marcelo.
Otro detalle indica lo poco trabajado del equipo. En una plantilla de grandes peloteros en el centro del campo (Isco, Ceballos, Modric, Kroos...) ante el Betis el Madrid culminó la jugada 46 veces con un vulgar centro a la olla a la búsqueda de un remate desesperado que nunca se produjo.
Otro dato estadístico habla mal de la plantilla. En los tres partidos en casa el Madrid ha chutado a portería 67 veces, pero sólo ha marcado tres goles, una efectividad del 4,5% que denota lo mucho que pesan las ausencias de Morata y Mariano (25 goles entre los dos). Su supuesto reemplazo, Mayoral, lleva un gol, pero apenas ha disfrutado de minutos.
Tan innegable como la ausencia de gol ha sido también la plaga entre sanciones y lesiones. Si las lesiones vienen cuando vienen (casos de Benzema, Kovacic, Kroos, Vallejo, Varane, Theo o Marcelo), en las expulsiones ha habido un claro fallo en el control emocional de los capitanes. Las tres expulsiones (Cristiano, Sergio Ramos y Marcelo) han sido a cual más absurda e innecesaria. Entre lesiones, sanciones y su política de rotaciones, Zidane aún no ha repetido once en la Liga.
El tema de las expulsiones, además, ha metido al Madrid en un extraño y contraproducente desquiciamiento contra los árbitros, una especie de victimismo a la inversa pues a medida que más ganaba el equipo más se metían desde el club con la labor arbitral. Esto tuvo su epicentro en la expulsión de Cristiano Ronaldo por empujar a De Burgos Bengoetxea en el Camp Nou. Los efectos colaterales de esta dinámica negativa se notaron de manera especial contra el Levante y el Betis,
SIN PATRÓN DE JUEGO
Las rotaciones que tan bien le funcionaron a Zidane el año pasado le están condenando en este
con la nueva grada de animación enfurecida contra el árbitro, más que animando, envenenando el ambiente y coreando a cada momento: “Corrupción en la Federación, corrupción en la Federación”. Los pocos cientos de aficionados del Betis, ubicados en el tercer anfiteatro del fondo norte, respondieron con humor, también a coro: “Esto sí que es una chirigota”.
Entre ansiedades e imprecisiones en el remate, decisiones erróneas de Zidane, un diseño de plantilla que carece de un nueve, la plaga de lesionados y las protestas arbitrales, el Madrid se ve ya a siete puntos del líder. Todavía en septiembre.