El dilema de Kirkuk
Chiíes y peshmergas toman posiciones ante la votación independentista de hoy
El referéndum por la independencia del Kurdistán que se celebra hoy ha llenado de tensión las calles de Kirkuk, ciudad reclamada por kurdos e iraquíes, bajo la cual se esconde una gran bolsa de petróleo que todos ambicionan.
Kirkuk vivía ayer la engañosa tranquilidad de un día festivo. Las calles, adornadas según los sectores con banderas kurdas, tenían poco tráfico y los bazares que el pasado viernes estaban llenos de gente habían quedado casi semidesérticos. Sólo unos cuantos integrantes de las fuerzas antiterroristas locales custodiaban en sus acorazados negros las principales glorietas locales y la presencia de los peshmergas kurdos sólo era notoria en la cercanía de los colegios en los que se instalaban las urnas donde se votará el referéndum de hoy.
“Esto no es normal en estas noches de verano”, aseguraba Bakhtyar, con quien hacíamos un recorrido por la ciudad al final de la tarde y quien hacía énfasis en mostrar la fachada del hotel Al Madina, que fue atacado por hombres del Estado Islámico (EI) durante una gran ofensiva en la ciudad en octubre pasado. En las proximidades de Kirkuk, en la región de Hawija, las fuerzas iraquíes libran una de las últimas grandes batallas para erradicar al EI de Irak, y se espera que en los próximos días miles de desplazados se sumen a miles más que ya habitan en campos ubicados en las afueras de Kirkuk.
Pero ayer el EI estaba lejos de ser la principal preocupación de los habitantes de Kirkuk, donde la seguridad es una obsesión para muchos. El referéndum que llevan a cabo hoy los kurdos para decidir si se independizan de Irak ha despertado una gran incertidumbre en esta ciudad que ha pasado a ser el centro de la tensión entre las autoridades kurdas y el Gobierno central de Bagdad, que ha declarado el referéndum ilegal.
Los kurdos, que históricamente han reclamado a Kirkuk como suya, volvieron a ondear su bandera en la ciudad después de que sus peshmergas retomaran su control cuando llenaron el vacío que dejó la retirada de las fuerzas iraquíes el 2014, cuando el EI tomó alrededor del 30% de Irak. Desde entonces Bagdad y Erbil, la capital del Gobierno autónomo del Kurdistán, se han visto enfrentadas por esta ciudad, y otras poblaciones sobre las que los kurdos también reclaman su control. La disputa por Kirkuk, además del dominio territorial, tiene una importancia extrema para Bagdad por los pozos petroleros que hay en esta región.
Días atrás el Parlamento iraquí destituyó al gobernador local, Najmidin Karim, pero éste se negó a aceptarlo argumentando que Irak no tenía ningún mandato sobre la ciudad. Muchos en Kirkuk temen que Bagdad los castigue por muchos frentes, especialmente el económico, después del referéndum.
De la rica Kirkuk se dice que es un pequeño Irak. Aquí conviven kurdos, turcomanos suníes y chiíes, árabes, armenios, asirios y caldeos, entre otros. Y no todas las comunidades aceptan este referéndum. Algunos acusan a los kurdos de haber tomado la decisión de llevar a cabo esta consulta sin haber llegado a un consenso con el resto de las comunidades que habitan la ciudad. Entre este grupo se encuentra un sector de la comunidad turcomana, que siguen a los kurdos en número.
Plantean que se tuvo que haber creado un gobierno autónomo de Kirkuk donde todas las comunidades tuvieran la misma participación y luego, pasado un tiempo, ya hubieran podido decidir si querían pertenecer a Irak o al Kurdistán. “La decisión de los kurdos nos dejó al resto de los habitantes de Kirkuk fuera”, dice un representante del partido turcomano que pide que no se dé su nombre.
Sentado en el jardín de su casa, donde están dispuestos una serie de asientos de plástico blancos y donde cada tarde recibe a los integrantes de su tribu, el jeque suní Esmail al Hadidi, asegura que en el referéndum ganará el sí, pero la pregunta es cuántos habitantes de Kirkuk votarán.
“Yo personalmente no quisiera ser parte de ese país, pero igualmente me gusta seguir conviviendo con los kurdos”, dice el jeque, que añade que otros integrantes de la comunidad piensan diferente.
Para demostrar su teoría pregunta a uno por uno de sus visitantes qué piensan hacer hoy. La mayoría no participaran, pero dos de ellos reconocieron que lo harán. Argumentan que la vida en lo que es hoy la región autónoma del Kurdistán es mucho mejor y segura que en el resto de Irak. No muy lejos de la casa del jeque, en la llamada iglesia Nueva de los asirios, unos pocos fieles se reunían. Pocos querían hablar, y cuando lo hacían pedían que no se publicara su nombre. “Queremos paz, no importa si es de un lado o de otro. Sin embargo, creo que pase lo que pase no va a pasar nada”, dijo un hombre de 52 años. Los cristianos, como ya es una constante en Irak, son la minoría más débil de cuantas habitan en Kirkuk. En esta iglesia vigilada por una media docena de uniformados que protegen la calle con bloques de hormigón sólo quedan el 30% de sus fieles, unas 150 familias. El resto han emigrado en las últimas décadas.
“En otros tiempos eso era normal”, asegura Harby Khalid al preguntarle la razón por la que decenas de banderas con el rostro del imán Hussein, el nieto del profeta y principal figura para los chiíes, se ha apoderado de la ciudad en las últimas horas. Este político del partido kurdo del PUK, que es el que tiene mayor representación en Kirkuk, recuerda que estamos en el mes de moharran en el que los chiíes lloran por el martirio del imán Hussein.
POBLACIÓN MUY PLURAL Se da por seguro que el sí ganará, pero la pregunta es cuántos irán a votar
CALMA TENSA
Turquía tiene tropas en la frontera y Bagdad envió milicias al centro de la ciudad
Pero la aparición de estas banderas en estos momentos toma otro sentido cuando las Fuerzas de Movilización Popular, que son las milicias de mayoría chií que operan bajo el control del Ministerio del Interior, han amenazado con utilizar la fuerza si este referéndum se lleva a cabo en Kirkuk. Una semana atrás una gran caravana llegó hasta el centro de la ciudad en una demostración de fuerza que dejó en alerta a los habitantes de la ciudad. Y que temen una acción parecida en las próximas horas.
“No hay que alarmarse por ello. Sólo vienen a visitar la sede política de Badr –la agrupación más importante de este grupo de milicias–, en la ciudad”, justificaba ayer el mando que tiene a cargo la seguridad de la provincia. Este policía, que empezó su carrera como peshmerga, aseguraba que todas las fuerzas están listas para entrar en acción si sucede algo. Y es que hay algunos que temen que la confrontación traspase la frontera e incluya a países como Turquía, que tiene tropas en la frontera. No faltan aquellos amantes de las teorías conspiratorias que aseguran que los turcos están listos para tomar la ciudad.
Otros temen lo que pueda hacer Irán, que ayer también realizaba maniobras militares en la frontera. Las autoridades de Teherán, a petición de Bagdad, también cancelaron todos los vuelos que conectaban con el Kurdistán iraquí. Al cierre de esta edición los sonidos de los helicópteros resonaban sobre Kirkuk. Falta ver quién tiene razón, si el jeque que piensa que no pasará nada, y que lo que ha sucedido hasta aquí son sólo palabras, u otros que creen que la confrontación puede estallar en cualquier momento.