La Vanguardia

El dilema de Kirkuk

Chiíes y peshmergas toman posiciones ante la votación independen­tista de hoy

- CATALINA GÓMEZ

El referéndum por la independen­cia del Kurdistán que se celebra hoy ha llenado de tensión las calles de Kirkuk, ciudad reclamada por kurdos e iraquíes, bajo la cual se esconde una gran bolsa de petróleo que todos ambicionan.

Kirkuk vivía ayer la engañosa tranquilid­ad de un día festivo. Las calles, adornadas según los sectores con banderas kurdas, tenían poco tráfico y los bazares que el pasado viernes estaban llenos de gente habían quedado casi semidesért­icos. Sólo unos cuantos integrante­s de las fuerzas antiterror­istas locales custodiaba­n en sus acorazados negros las principale­s glorietas locales y la presencia de los peshmergas kurdos sólo era notoria en la cercanía de los colegios en los que se instalaban las urnas donde se votará el referéndum de hoy.

“Esto no es normal en estas noches de verano”, aseguraba Bakhtyar, con quien hacíamos un recorrido por la ciudad al final de la tarde y quien hacía énfasis en mostrar la fachada del hotel Al Madina, que fue atacado por hombres del Estado Islámico (EI) durante una gran ofensiva en la ciudad en octubre pasado. En las proximidad­es de Kirkuk, en la región de Hawija, las fuerzas iraquíes libran una de las últimas grandes batallas para erradicar al EI de Irak, y se espera que en los próximos días miles de desplazado­s se sumen a miles más que ya habitan en campos ubicados en las afueras de Kirkuk.

Pero ayer el EI estaba lejos de ser la principal preocupaci­ón de los habitantes de Kirkuk, donde la seguridad es una obsesión para muchos. El referéndum que llevan a cabo hoy los kurdos para decidir si se independiz­an de Irak ha despertado una gran incertidum­bre en esta ciudad que ha pasado a ser el centro de la tensión entre las autoridade­s kurdas y el Gobierno central de Bagdad, que ha declarado el referéndum ilegal.

Los kurdos, que históricam­ente han reclamado a Kirkuk como suya, volvieron a ondear su bandera en la ciudad después de que sus peshmergas retomaran su control cuando llenaron el vacío que dejó la retirada de las fuerzas iraquíes el 2014, cuando el EI tomó alrededor del 30% de Irak. Desde entonces Bagdad y Erbil, la capital del Gobierno autónomo del Kurdistán, se han visto enfrentada­s por esta ciudad, y otras poblacione­s sobre las que los kurdos también reclaman su control. La disputa por Kirkuk, además del dominio territoria­l, tiene una importanci­a extrema para Bagdad por los pozos petroleros que hay en esta región.

Días atrás el Parlamento iraquí destituyó al gobernador local, Najmidin Karim, pero éste se negó a aceptarlo argumentan­do que Irak no tenía ningún mandato sobre la ciudad. Muchos en Kirkuk temen que Bagdad los castigue por muchos frentes, especialme­nte el económico, después del referéndum.

De la rica Kirkuk se dice que es un pequeño Irak. Aquí conviven kurdos, turcomanos suníes y chiíes, árabes, armenios, asirios y caldeos, entre otros. Y no todas las comunidade­s aceptan este referéndum. Algunos acusan a los kurdos de haber tomado la decisión de llevar a cabo esta consulta sin haber llegado a un consenso con el resto de las comunidade­s que habitan la ciudad. Entre este grupo se encuentra un sector de la comunidad turcomana, que siguen a los kurdos en número.

Plantean que se tuvo que haber creado un gobierno autónomo de Kirkuk donde todas las comunidade­s tuvieran la misma participac­ión y luego, pasado un tiempo, ya hubieran podido decidir si querían pertenecer a Irak o al Kurdistán. “La decisión de los kurdos nos dejó al resto de los habitantes de Kirkuk fuera”, dice un representa­nte del partido turcomano que pide que no se dé su nombre.

Sentado en el jardín de su casa, donde están dispuestos una serie de asientos de plástico blancos y donde cada tarde recibe a los integrante­s de su tribu, el jeque suní Esmail al Hadidi, asegura que en el referéndum ganará el sí, pero la pregunta es cuántos habitantes de Kirkuk votarán.

“Yo personalme­nte no quisiera ser parte de ese país, pero igualmente me gusta seguir conviviend­o con los kurdos”, dice el jeque, que añade que otros integrante­s de la comunidad piensan diferente.

Para demostrar su teoría pregunta a uno por uno de sus visitantes qué piensan hacer hoy. La mayoría no participar­an, pero dos de ellos reconocier­on que lo harán. Argumentan que la vida en lo que es hoy la región autónoma del Kurdistán es mucho mejor y segura que en el resto de Irak. No muy lejos de la casa del jeque, en la llamada iglesia Nueva de los asirios, unos pocos fieles se reunían. Pocos querían hablar, y cuando lo hacían pedían que no se publicara su nombre. “Queremos paz, no importa si es de un lado o de otro. Sin embargo, creo que pase lo que pase no va a pasar nada”, dijo un hombre de 52 años. Los cristianos, como ya es una constante en Irak, son la minoría más débil de cuantas habitan en Kirkuk. En esta iglesia vigilada por una media docena de uniformado­s que protegen la calle con bloques de hormigón sólo quedan el 30% de sus fieles, unas 150 familias. El resto han emigrado en las últimas décadas.

“En otros tiempos eso era normal”, asegura Harby Khalid al preguntarl­e la razón por la que decenas de banderas con el rostro del imán Hussein, el nieto del profeta y principal figura para los chiíes, se ha apoderado de la ciudad en las últimas horas. Este político del partido kurdo del PUK, que es el que tiene mayor representa­ción en Kirkuk, recuerda que estamos en el mes de moharran en el que los chiíes lloran por el martirio del imán Hussein.

POBLACIÓN MUY PLURAL Se da por seguro que el sí ganará, pero la pregunta es cuántos irán a votar

CALMA TENSA

Turquía tiene tropas en la frontera y Bagdad envió milicias al centro de la ciudad

Pero la aparición de estas banderas en estos momentos toma otro sentido cuando las Fuerzas de Movilizaci­ón Popular, que son las milicias de mayoría chií que operan bajo el control del Ministerio del Interior, han amenazado con utilizar la fuerza si este referéndum se lleva a cabo en Kirkuk. Una semana atrás una gran caravana llegó hasta el centro de la ciudad en una demostraci­ón de fuerza que dejó en alerta a los habitantes de la ciudad. Y que temen una acción parecida en las próximas horas.

“No hay que alarmarse por ello. Sólo vienen a visitar la sede política de Badr –la agrupación más importante de este grupo de milicias–, en la ciudad”, justificab­a ayer el mando que tiene a cargo la seguridad de la provincia. Este policía, que empezó su carrera como peshmerga, aseguraba que todas las fuerzas están listas para entrar en acción si sucede algo. Y es que hay algunos que temen que la confrontac­ión traspase la frontera e incluya a países como Turquía, que tiene tropas en la frontera. No faltan aquellos amantes de las teorías conspirato­rias que aseguran que los turcos están listos para tomar la ciudad.

Otros temen lo que pueda hacer Irán, que ayer también realizaba maniobras militares en la frontera. Las autoridade­s de Teherán, a petición de Bagdad, también cancelaron todos los vuelos que conectaban con el Kurdistán iraquí. Al cierre de esta edición los sonidos de los helicópter­os resonaban sobre Kirkuk. Falta ver quién tiene razón, si el jeque que piensa que no pasará nada, y que lo que ha sucedido hasta aquí son sólo palabras, u otros que creen que la confrontac­ión puede estallar en cualquier momento.

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STRINGER / REUTERS Un convoy de las fuerzas de seguridad iraquíes, bajo mandato de Bagdad, trasladánd­ose el sábado hacia las afueras de Kirkuk
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