Uber no se rinde
La empresa de transporte busca apoyos para impedir su desaparición en Londres.
Uber no da la batalla por perdida en la capital británica y ha conseguido en un día y medio casi 700.000 firmas de apoyo para seguir ofreciendo sus servicios. El viernes pasado, la autoridad Transport for London (TfL) anunció que no renovaría la licencia –que caduca el 30 de este mes– a esta empresa estadounidense, especializada en ofrecer un servicio de transporte compartido entre particulares.
¿Los motivos?: “Una falta de responsabilidad corporativa en relación con una serie de temas que tienen implicaciones potenciales para la seguridad pública”.
Uber ha recogido estas firmas a través de la plataforma Change.org, a instancias de Uber London. En la reclamación de renovar la licencia se pide al alcalde de Londres, Sadiq Khan, que dé marcha atrás a esta decisión. Ayer, el alcalde afirmó “entender a los conductores de Uber y a los clientes afectados por la decisión” de TfL, pero les recordó que las quejas deben dirigirlas a la empresa estadounidense, ya que a ella le corresponde cumplir con las normas y los estándares de seguridad en el transporte público, como el resto de empresas.
Según datos de Uber, unas 40.000 personas se quedarán sin empleo –algunas están pagando el coche que utilizan para transportar clientes– y aproximadamente unos 3,5 millones de pasajeros no podrán usar este servicio entre particulares. En Londres, el servicio de taxi es de los más caros de Europa.
Uber opera en 95 ciudades europeas y en España lo hace a través de una flota de vehículos con conductor, con licencia VTC, es decir bajo un reglamento que restringe en parte sus movimientos –no puede estar circulando en busca de clientes como un taxi, por ejemplo–, además de que permite fiscalizar con impuestos el negocio.
En Londres, a parecer de la TfL, Uber se niega a facilitar algunos datos porque usa un programa informático difícil de controlar. Uber lo niega. El pasado mes de mayo, el abogado de la UE dictaminó que Uber no es sólo una plataforma de intermediación entre particulares, sino una empresa de transporte como cualquier otra.
El alcalde londinense apoya a la autoridad del transporte y pide a la plataforma que se ajuste a las reglas