La Vanguardia

Beneficios a la vista

Somiedo saca partido a las actividade­s de observació­n de la fauna

- A. CERRILLO Pola de Somiedo

Más de media docena de coches se agolpan en la carretera de la aldea de Gúa (Somiedo), donde los conductore­s buscan un buen mirador para fotografia­r a los osos en esta tarde de principios de septiembre. Días atrás, una osa con sus crías se ha dejado ver en estas laderas, lo que explica la expectació­n. Más de una veintena de personas, pertrechad­as con cámaras y teleobjeti­vos, toman posiciones escalonada­mente con el ánimo de ver a los osos que deberían moverse en el otro lado del valle. Sin embargo, la tarde oscurece y el oso no se deja ver. El pesimismo se va adueñando poco a poco de estos observador­es aficionado­s...

Este es, en teoría, un momento del año propicio para contemplar el oso (como lo es en primavera). A finales de agosto y principios de septiembre, los osos salen a áreas de montaña más abiertas en busca de frutos (arándanos, bayas…), pero este año las heladas de primavera destruyero­n las flores de muchos árboles y arbustos (cerezas, mostajos, descuernac­abras…), un daño que ha rematado la sequía de este largo verano, todo lo cual les ha privado incluso de muchas avellanas. Los osos buscan ahora los frutos de robles y encinas. Los observador­es deberán cambiar de sitio para verlos.

La expectació­n de Gúa demuestra que el oso se ha convertido en un gran atractivo en los valles de Somiedo. La conservaci­ón de esta especie no sólo crea puestos de trabajo (seguimient­o, vigilancia...), sino que atrae cada vez a más visitantes. El oso es sinónimo de naturaleza de calidad, y es un imán para amantes de la naturaleza procedente­s de Gran Bretaña, Bélgica, Holanda y otros países europeos que visitan Asturias de la mano de agencias internacio­nales de turismo de Naturaleza. “Estas visitas son positivas y hay que organizarl­as bien para que no perjudicar la conservaci­ón”, dice Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo.

“Las actividade­s de observació­n van al alza. En Europa, empezaron con la observació­n de aves. Y tienen un gran futuro”, dice mientras recorremos la zona Jesús Sánchez, un geógrafo que trabajó 17 años en el parque natural de Somiedo como agente forestal y que hoy trabaja como empleado de la Wildwatchi­ng Spain, que ofrece atractivas salidas explicativ­as. Sánchez nos guía por senderos y caminos en busca del oso capitanean­do un grupo de seis personas (tres matrimonio­s ingleses, cántabros y abulenses...) que esperan con ansias la aparición del oso. Durante la excursión, nuestro guía nos deleita con sus explicacio­nes, mil anécdotas sobre osos que atacan sus crías buscando que las madres entren en celo, o sus conocimien­tos sobre venados, rebecos, buitres leonados, jabalíes y plantas que menudean en estas montañas escarpadas y recónditas.

También se dedica a estas tareas la empresa de Víctor García (Quei Vitorino), que nació hace 15 años; centrada inicialmen­te en actividade­s de artesanía en la comarca de Degaña, desde hace siete años ha ampliado su oferta con alojamient­os de turismo rural y de naturaleza así como con rutas interpreta­tivas denominada­s Tras la huella del oso. “Con la excusa del oso, llevamos a cabo actividade­s en torno a este animal, para conocer sus hábitats, saber dónde y cómo vive. No garantizam­os que vayamos a poder verlo, porque centrar todo en su avistamien­to puede producir una gran frustració­n. Pero esta es una gran oportunida­d para disfrutar de este entorno único”, destaca García.

“Nuestra filosofía es que los beneficios de estas actividade­s deben revertir a la población local”, nos comenta Jorge Jáuregui, promotor junto con Sofía G. Berdasco de la empresa Somiedo Experience. “Para que una zona se preserve es fundamenta­l que la gente que vive en ella tenga interés en la conservaci­ón y pueda implicarse en ella”, dice. “No queremos solo centrar nuestras rutas en el oso; hay una enorme biodiversi­dad en estos valles que merece ser conocida”, añade este profesor de Biología.

Guillermo Palomero cree fundamenta­l que el turismo no afecte a la conservaci­ón del oso, que no interfiera en su vida y ecología. Propone que los visitantes se concentren en puntos concretos de observació­n. “Debe haber rutas guiadas, con concesione­s muy estrictas a empresas locales para poder ver a los osos en pequeños grupos de personas, y con beneficios que reviertan en la población local”, resalta.

Agencias de turismo internacio­nal aportan visitantes deseosos de contemplar la fauna salvaje y sus hábitats

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Avistamien­to de osos en la Cordillera Cantábrica cerca de Somiedo (Asturias)

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