Encantamiento
Suites de Bach Intérprete: Steven Isserlis, violoncelo
Lugar y fecha: Palau de la Música (29/IX/2017) Un singular comienzo de la temporada en el Palau de la Música, y con una gran carga de sensibilidad y muy buena respuesta de público. No es fácil para los programadores proponer, para abrir el juego, un programa con tres suites de Bach (en este caso las 1,5 y 6), esa tan preciada joya que Pau Casals llevó por los escenarios del mundo señalando la incorporación del violoncelo solo como instrumento de concierto. Aunque en este caso también el violoncelo estuvo en manos de unos de los grandes de la actualidad, no tan conocido aquí, como es el británico Steven Isserlis, que suele tocar con un importante Stradivarius (el Marqués de Corberon) cedido por la Royal Academy of Music.
Antes de salir Isserlis, había en el escenario una butaca que desde luego causaba impresión por su soledad, aunque llegó el músico con su violoncelo y la Suite n.º 1 de Bach y –después del Preludio de aclimatación del instrumento– todo entró en régimen y la sala se llenó de un silencio espectacular promovido por una interpretación magistral.
¿Y qué fue lo que –a mi entender– promovió este baño de sensibilidad que motiva tantos adjetivos? Isserlis exhibió un sonido muy cálido, puro y con gran cantidad de matices, con una técnica de excepción en la mano izquierda y un trabajo de arco muy personal en la gestión de los pasajes arpegiados, muy medido el uso del brazo. A más, naturalidad en la dicción, que por otra parte es clarísima, incluso en los pasajes rápidos que exigen virtuosismo en la digitación. La Giga de esta primera suite resultó una síntesis de libertad que alcanzó alto nivel expresivo, después de haber instalado el discurso de la Sarabanda y parte de los Minués en una especie de plegaria.
El Preludio de la suite n.º 5 aunó intensidad y buen trabajo polifónicoyenla Alemanda mostró una exquisita dicción correspondida en la sala con un silencio de encantamiento. Libertad, agilidad y trabajo rítmico, un vibrato sutil y bien establecido siguieron en la Suite n.º 6 de la que extrajo sonoridades de hurdy-gurdy, contrastes sutiles en la dinámica, muy buen equilibrio en las dobles cuerdas, en fin, un maestro que en cada versión –estas suites se tocan en cientos de ocasiones– hace un ejercicio de interioridad, que culminó en el homenaje a Casals del Cant del ocells con el aplauso emocionado de la sala.