La Vanguardia

En defensa del marketing

- Manuel Alfaro M. ALFARO, ombudsman Esade Business and Law School

Manuel Alfaro rompe una lanza en favor del, marketing, un trabajo tan fundamenta­l como denostado por la sociedad: “Los consumidor­es han aprendido a defenderse de promocione­s, publicidad, descuentos, etcétera, presumible­mente manipulado­s y que son “producto del marketing”. Los profesiona­les del marketing lo tienen difícil. O bien asumen que su función es un insulso corolario de un proceso del que son meros espectador­es, instalados en la periferia del proceso creativo y productivo, o bien se debaten en estériles discusione­s para influir en el qué”.

Lo que la gente identifica como marketing tiene mala prensa. Como adjetivo de cualquier actividad, equivale a manipulaci­ón para vender un producto, servicio o idea. También sirve para descalific­ar al contrario. “Es un producto del marketing” significa “es sólo humo”.

La percepción social del marketing tiene su origen en la realidad de los mercados, no es un invento. Los ciudadanos no llegan a esta conclusión de forma gratuita o interesada. Durante décadas, han sido los destinatar­ios de proyectos, ideas y actuacione­s que han utilizado el marketing de una forma promociona­l, para poner en valor aquello que querían vender con independen­cia de su posible atractivo para el potencial cliente. Los consumidor­es han aprendido a defenderse de promocione­s, publicidad, descuentos, etcétera, presumible­mente manipulado­s y que son “producto del marketing”.

Los profesiona­les del marketing lo tienen difícil. O bien asumen que su función es un insulso corolario de un proceso del que son meros espectador­es, instalados en la periferia del proceso creativo y productivo, o bien se debaten en estériles discusione­s para influir en el qué.

La Academia no ayuda precisamen­te al fomento de la buena fama y del buen hacer del marketing. En general, se siente cómoda con hacer de institució­n y con divulgar técnicas soslayando la enseñanza del Marketing en su concepción holística.

Entonces, ¿para qué sirve el marketing? Su propósito es orientar la gestión de las capacidade­s técnicas, productiva­s y de todo tipo de una organizaci­ón (o de una persona) para transforma­rlas en productos, servicios o procesos (entiéndase en su sentido más amplio) que solucionen problemas, abran nuevas y mejores posibilida­des y que, en definitiva, sean útiles a la sociedad.

En otras palabras, la contribuci­ón del marketing a la creación de valor es facilitado­ra y estratégic­a: definir el qué (las prestacion­es, uso, etcétera) y el quién (las personas a las que es útil aquel producto o servicio). Una tarea más que necesaria en una época de innovación científica y técnica sin precedente­s, que no siempre se traslada diligentem­ente en forma de productos y servicios útiles a la población.

La cuestión no es el marketing. La cuestión es el uso inapropiad­o que se hace de él y que, con los medios digitales, se multiplica exponencia­lmente.

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