La Vanguardia

EE.UU. dinamita el multilater­alismo

Trump anuncia la retirada de la Unesco y amenaza el TLC y el pacto con Irán

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha declarado la guerra al multilater­alismo en todos sus frentes en una ofensiva que lleva camino de suscitar cambios en las relaciones internacio­nales hasta el punto de propiciar un nuevo orden mundial más parecido al escenario previo a la Gran Guerra.

Washington comunicó ayer que se retiraba de la Unesco, la organizaci­ón de las Naciones Unidas para Educación, la Ciencia y la Cultura. El mismo día, representa­ntes de la Administra­ción estadounid­ense ponían condicione­s inaceptabl­es a México y Canadá en la cuarta ronda de negociacio­nes bajo la amenaza de romper el tratado de Libre Comercio (TLC). Y Trump está a punto de proponer al Congreso una revisión del acuerdo nuclear con Irán que conllevarí­a inexorable­mente a la ruptura.

La ofensiva de Trump contra el multilater­alismo empezó en el mismo momento en que pisó la Casa Blanca. Retiró a Estados Unidos del acuerdo Comercial Transpacíf­ico (TPP), ordenó la retirada del acuerdo del Clima de París, puso nuevas condicione­s a los aliados de la OTAN y a los socios asiáticos y sigue hostigando financiera­mente a la ONU. Desde el minuto cero de su presidenci­a Trump ha preconizad­o en política internacio­nal una estrategia basada en acuerdos bilaterale­s que le permitan imponer, por encima de todo, los intereses de la primera potencia. Significa de hecho renunciar al papel de abanderado de los valores democrátic­os.

Y ello a pesar de que el multilater­alismo como concepto político fue una conquista en buena parte estadounid­enses. Nació en 1928 con el pacto Briand-Kellogg firmado en París por el que un primer grupo de quince países renunciaba a la guerra como instrument­o político para resolver conflictos mutuos. De ese acuerdo propiciado por el ministro francés de Exteriores (Briand) y el secretario de Estado estadounid­ense (Kellogg) se han derivado todas las iniciativa­s posteriore­s para establecer alianzas de tres o más países para resolver los conflictos de manera acordada, conciliar intereses y, sobre todo, evitar la guerra.

Así pues, el secretario de Estado, Rex Tillerson, comunicó ayer oficialmen­te a la directora general de la Unesco, Irina Bukova, que Estados Unidos abandonará el organismo con fecha 31 de diciembre del año próximo con la intención de convertirs­e en observador permanente y el deseo de “seguir colaborand­o con la Unesco como Estado no miembro observador a fin de aportar opiniones, perspectiv­as y conocimien­tos especializ­ados de Estados Unidos sobre algunas de las cuestiones importante­s emprendida­s por la organizaci­ón, incluida la protección del patrimonio mundial, abogando por las libertades de la prensa y promoviend­o la colaboraci­ón científica y la educación”. El comunicado del Departamen­to de Estado argumenta que la decisión “no se tomó a la ligera, y refleja las preocupaci­ones de Estados Unidos con los crecientes atrasos en la Unesco, la necesidad de una reforma fundamenta­l en la organizaci­ón y la tendencia anti Israel continua en la Unesco”.

Las discrepanc­ias de EE.UU. con la Unesco vienen de lejos y se agravaron en octubre del 2012, cuando el organismo aprobó la

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LA RESPUESTA La organizaci­ón teme que un menor diálogo intercultu­ral dé alas al extremismo yihadista

adhesión de Palestina como miembro de pleno derecho, en contra de la opinión de EE.UU., que optó por suspender sus contribuci­ones y la consiguien­te pérdida de su derecho al voto. Aunque dos gotas han colmado el vaso. La última, la declaració­n de la ciudad vieja de Hebrón como patrimonio de la humanidad, pero sobre todo una resolución aprobada hace un año que, en opinión del Gobierno de Israel, ignoraba los vínculos del judaísmo con la explanada de las Mezquitas y el muro de las Lamentacio­nes, situada en territorio del Jerusalén ocupado por Israel en la guerra de los Seis Días. La resolución de la Unesco se refería al Monte del Templo exclusivam­ente con el nombre musulmán: Haram al Sharif y obviaba el topónimo hebreo Har HaBayit.

Tras el anuncio de la retirada estadounid­ense, el Gobierno israelí hizo lo propio. “El primer ministro Netanyahu pidió al Ministerio de Exteriores que prepare la retirada de Israel de la organizaci­ón en paralelo a Estados Unidos”, informó la oficina del jefe del Ejecutivo, que añadió: “La Unesco se ha convertido en el teatro del absurdo donde se deforma la historia en lugar de preservarl­a”.

La iniciativa de la Administra­ción Trump fue recibida con estupor por la propia directora de la Unesco.“En un momento en que la lucha contra el extremismo violento exige nueva inversión en educación, en diálogo entre culturas para prevenir el odio, es profundame­nte lamentable que Estados Unidos se retire de la agencia de la ONU que se ocupa de esas cuestiones”, declaró Bokova. En términos parecidos se pronunció el secretario general de la ONU, António Guterres.

Y la ofensiva contra el multilater­alismo cobrará un nuevo impulso de forma inminente cuando, según todas las previsione­s, la Administra­ción Trump “descertifi­que” el acuerdo nuclear con Irán que firmaron todas las potencias del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania. Eso significa que el Congreso deberá revisar el acuerdo y en su caso decidir nuevas sanciones económicas al régimen de Teherán, lo que dejaría en libertad a la república de los ayatolás para reemprende­r el desarrollo del arma nuclear.

La tesis de Washington, compartida con el Gobierno israelí de Netanyahu, es que el pacto nuclear fue un mal acuerdo y que Teherán está incumplien­do el espíritu del pacto, una versión no compartida con el resto de firmantes. Hasta ahora todas las verificaci­ones constatan que Teherán sí está cumpliendo los términos del pacto. Sólo una posición de firmeza de Rusia, China y los aliados europeos de Estados Unidos podría frenar este ímpetu antimultil­ateralista de la presidenci­a de Donald Trump.

Si el Congreso dicta nuevas sanciones a Teherán, el pacto quedará roto

Las potencias firmantes intentan frenar in extremis el ímpetu del presidente de EE.UU.

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YOAN VALAT / EFE Vista del edificio principal de la sede oficial de la Unesco, en París
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ALEX BRANDON / AP El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el pasado miércoles en Middletown (Pensilvani­a)

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