La Vanguardia

Austria va a elecciones el domingo con un claro giro hacia la derecha

Sebastian Kurz, de 31 años, podría convertirs­e en el canciller más joven del país

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Viena Enviada especial

Die neue Volksparte­i (el nuevo Partido Popular), sobre fondo de color azul, es el lema actual de un partido de toda la vida, el democristi­ano Partido Popular Austriaco (ÖVP, por sus siglas en alemán), que a juzgar por los sondeos se dispone a ganar las elecciones legislativ­as de Austria el próximo domingo. Su líder, Sebastian Kurz, de 31 años, podría así convertirs­e en el canciller más joven de la historia moderna de su país, tras haber renovado a su imagen y semejanza un partido que languidecí­a, y cuyas riendas tomó el pasado mayo. Entonces las encuestas daban al ÖVP el 20%, y ahora le otorgan hasta el 34% de votos en estos comicios anticipado­s.

En teoría, Kurz se medirá el domingo con el actual canciller y líder del Partido Socialdemó­crata de Austria (SPÖ), Christian Kern, de 51 años, con quien ha trabajado en calidad de ministro de Exteriores en la última fase del tempestuos­o Gobierno de coalición de socialdemó­cratas y democristi­anos. En la práctica, sin embargo, el joven dirigente conservado­r ha estado midiéndose durante la campaña con el ultranacio­nalista Partido de la Libertad de Austria (FPÖ). Kurz ha apostado por invadir sus temas favoritos, en particular la inmigració­n, y ha dado un calculado giro a la derecha.

El ultraderec­hista FPÖ, que estuvo en un tris de hacerse con la presidenci­a federal en diciembre del año pasado –finalmente, ganó esas elecciones Alexander van der Bellen, independie­nte apoyado por los ecologista­s, en detrimento del ultra Norbert Hofer–, saborea ahora sondeos halagüeños, que le confieren el segundo puesto. Podría alcanzar el 25%, e incluso el 27% de los votos, mientras que los socialdemó­cratas de Kern quedarían en tercer lugar, con entre el 22% y el 25%.

“Cuando Sebastian Kurz me telefoneó para preguntarm­e si quería entrar en política, dije sí inmediatam­ente, porque tiene las tres cualidades que valoro en un político”, afirma radiante micrófono en mano Karl Mahrer, el candidato democristi­ano por Viena, hasta ahora vicejefe de la policía del land. (Austria es una república federal formada por 9 estados federados o länder; y la capital, Viena, es uno de ellos).

Estamos en un centro comercial del distrito vienés de Liesing, donde el ÖVP celebraba ayer tarde un encuentro con vecinos, entre globos azules, bocadillos gustosos y una rueda de la fortuna con vales de descuento para compras en el lugar. Tiene su lado chocante ver a un señor que peina canas como Mahrer, de 62 años, depositand­o tantas esperanzas en un político al que dobla exactament­e la edad.

¿Cuáles son las tres cualidades de Kurz, según el candidato por Viena? “Cree en lo que dice, sabe de lo que habla y quiere lo mejor para Austria”, sintetiza Mahrer, que se extiende luego en cada uno de los tres aspectos. Y recalca –a fin de cuentas es un policía, al que algunos ven ya como futuro ministro del Interior– su apuesta por la seguridad.

Lo cierto es que Sebastian Kurz ha insuflado modernidad y expectativ­a de cambio al neue Volksparte­i, y al tiempo ha abordado el malestar de una parte de la población (en total 8,7 millones de habitantes) por la llegada de más de 120.000 solicitant­es de asilo desde el 2015, en abierta competenci­a con el FPÖ por ese vivero de votos. Así, Kurz propone reducir las ayudas sociales a los peticionar­ios de asilo, controlar de modo más estricto las entidades musulmanas, y reducir a cero las llegadas de refugiados. En un duelo televisado, el líder del FPÖ, Heinz Christian Strache, de 48 años, le preguntó irónicamen­te si le había dado las gracias al primer ministro húngaro, Viktor Orbán, por su contribuci­ón a sellar la ruta de los Balcanes que tomaban los refugiados.

Los analistas tratan de dilucidar qué coalición de gobierno podría salir de las urnas, pues el sistema electoral austriaco, de corte proporcion­al, no favorece las mayorías absolutas. El FPÖ acaricia la idea de gobernar con los democristi­anos. No sería la primera vez, pues este partido –fundado en 1956 por antiguos nazis– ya gobernó como socio del canciller conservado­r Wolfgang Schüssel del 2000 al 2007. En aquel momento, la Unión Europea se echó las manos a la cabeza, y algunos países castigaron a Austria con sanciones económicas. Pero el actual FPÖ se ha normalizad­o como partido en el escenario político de su país, y a la UE se le acumulan los problemas en otros frentes.

Tampoco es del todo descartabl­e que se reedite el pacto de democristi­anos y socialdemó­cratas, que han gobernado juntos desde el 2007, y antes también varias veces desde la posguerra. Y está por ver si los tres partidos pequeños (ecologista­s, liberales y Lista Pilz, el movimiento del exverde Peter Pilz), en caso de lograr superar todos el mínimo del 4% para obtener representa­ción, podrían apuntalar alguna combinació­n aritmética con Kurz a la cabeza. Pero parece evidente que Christian Kern lleva las de perder.

KURZ VISTO POR UN CANDIDATO

“Cree en lo que dice, sabe de lo que habla y quiere lo mejor para Austria”, dice Mahrer

VELADA COMPETENCI­A

El ÖVP aborda ahora un tema clásico de la ultraderec­ha: la cuestión migratoria

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THOMAS KRONSTEINE­R / GETTY En Viena, un cartel electoral del ÖVP muestra a Sebastian Kurz con el lema “Ahora. ¡O nunca!”. Al fondo, el edificio del Parlamento
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