El fuego siembra de desolación Galicia y Portugal
Feijóo culpa al “terrorismo” del drama, con cuatro muertos
Cuatro personas muertas en Galicia y 38 en Portugal, con otras siete desaparecidas, decenas de casas destruidas, granjas y naves calcinadas, cientos de personas desalojadas, millares de vecinos dejados a su suerte contra las llamas y decenas de miles de hectáreas de bosque quemadas, así como autovías, carreteras y vías férreas que estuvieron cortadas o que permanecen sin servicio. La fachada atlántica de la península Ibérica sufrió entre el domingo y ayer un infierno de viento y fuego, avivado por los restos del huracán Ophelia y bajo un raro e intenso calor otoñal, que la llegada de la lluvia fue aplacando a lo largo de la jornada de ayer.
Portugal y Galicia, dos de los escenarios más tradicionales de los incendios forestales en la UE, vivieron una insólita crisis simultánea, tanto por su extensión geográfica, pues afectaba a una parte significativa del inmenso territorio que hay entre Lisboa y Asturias, como por su virulencia y rápida propagación, pues en apenas poco más de una jornada se desarrolló una película de terror y pánico que en el pasado tenía lugar durante una o varias semanas.
“Galicia no arde sola, a Galicia la queman”, denunció ayer el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, que insistió en hablar de un “terrorismo incendiario” que “puede matar y mata”. Mariano Rajoy, que se desplazó ayer a su Galicia natal, se mostró más cauto, al afirmar que se trató de fuegos provocados. El presidente del Gobierno explicó que dio instrucciones a la Guardia Civil y la Policía Nacional para detener a los responsables. Las reservas eran todavía mayores en el Gobierno de Lisboa, pues si bien el domingo el secretario de Estado de Administración Interna señaló que hubo una intervención criminal, ayer la ministra de este área, la muy cuestionada Constança Urbano, opinó que el origen puede no deberse necesariamente a comportamientos delictivos, sino a “negligencias”.
Sin embargo, el presidente de la Liga de los Bomberos Portugueses, Jaime Marta Soares, sí se sumó a la teoría de Feijóo de la banda organizada, aunque sin citarlo, pues la frontera sigue siendo muy rígida para los medios de comunicación y no hay diálogo entre los debates sobre el origen del fuego en Galicia y Portugal. “Creo que hay una organización terrorista que está premeditada y organizadamente incendiando nuestro país y generando inestabilidad”. Pero Soares ya hizo apreciaciones de este tipo en relación al mortífero fuego de Pedrogão de junio y desde entonces no apreció ninguna prueba.
Fue el mentor político de Feijóo, José Manuel Romay Becaría, hoy veterano presidente del Consejo de Estado, quien a comienzos de los 90, como consejero gallego de Agricultura, denunció la existencia de una trama organizada e incluso mostró un paracaídas incendiarios. Pero nunca se pasó de ahí. En la última gran crisis incendiaria en Galicia, en 2006, fue la Xunta de PSOE y BNG la que atribuía los repetitivos fuegos en proximidades de las grandes ciudades y principales infraestructuras a una acción planificada. Pero si hubo pesqui-
ESTRATEGIAS DIVERGENTES
Con menos medios contra el fuego, Portugal pone límites al eucalipto y Galicia, no
FUEGO SIN BARRERAS
En As Neves, en la frontera gallega con Portugal, se quemó el 90% del territorio
sas para demostrarlo, no dieron sus frutos. El entonces ministro del Interior, Pérez Rubalcaba, llegó a viajar a Galicia para anunciar a la prensa la detención en Ourense de un hombre con varias decenas de mecheros y gasolina.
En medio de las tragedias forestales, cada vez más frecuentes en la era del cambio climático, las autoridades lusas y galaicas tratan de señalar un chivo expiatorio, en ocasiones de forma acertada y otra exagerada, para poner ahí el foco. El problema de la hipótesis terrorista de la catástrofe iniciada el domingo reside en que tiene que explicar la proliferación de incendios desde el Algarve, donde también los hubo aunque con una dimensión mucho menor que en el norte de Portugal, hasta Asturias.
A la espera de los resultados que arrojen los análisis científicos, que deberían esclarecer si hubo un conjunto de causas, de la negligencia en la quema de pastos a la acción de pirómanos, o alguna de ellas en concreto, sí se ve un elemento común en Galicia y Portugal, el tipo de bosque dominante, poco o nada ordenado por lo general y formado por especies que favorecen la extensión de los incendios como el pino y, sobre todo, el eucalipto, frente a los llamados árboles bomberos, como el roble y el castaño, que contienen la propagación del fuego.
Mientras en el lado gallego las declaraciones de los populares Feijóo y Rajoy se centraban ayer en la acción policial contra los incendiarios, en el luso el primer ministro socialista, António Costa, insistió anoche, en un mensaje televisado a la nación, en la urgencia de aplicar su reforma forestal, que incluye la prohibición de aumentar la masa de eucaliptos y también medidas para comenzar a reducirla. Se trata de una estrategia que la Xunta rechaza.
Sin embargo, Galicia aventaja a Portugal en los medios de la lucha contra el fuego, como se ve cuando los incendios se descontrolan más del lado luso. Es de lo que se quejaba Núñez Feijóo amargamente el domingo, cuando denunciaba que las llamas cruzaban la frontera del río Miño, volando en las hojas del eucalipto.
El producto de la evolución del fuego en el bosque común galaico luso, más allá de las divisiones políticas, se observaba ayer en el municipio gallego fronterizo de As Neves, en el que según el alcalde las llamas afectaron al 90% del territorio.
Un poco más al norte, la mayor ciudad gallega, Vigo, fue en la madrugada de ayer el foco de la máxima preocupación, con las llamas entrando en el casco urbano y la gente luchando casi sola contra el fuego. En la comarca viguesa se produjeron tres de las cuatro muertes en Galicia y la otra, en un pueblo de Ourense, provincia donde anoche la situación era la peor. En Portugal la mortalidad fue mucho mayor. Pero la devastación fue general.