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La respuesta de Puigdemont al requerimiento del Gobierno sobre la declaración de independencia, y los incendios que azotan Galicia.
EL desastre que sufre Galicia estos últimos días, con cerca de 150 incendios forestales, que han arrasado miles de hectáreas, amenazan a núcleos de población y han provocado ya cuatro víctimas mortales, obedece a una terrible conjunción de factores que se han combinado para alimentar las llamas.
Los bosques, que sufren una sequedad extrema por la larga sequía que afecta al país, y que además adolecen de una grave falta de cuidado como consecuencia de una política forestal deficiente o inexistente, se han convertido en un combustible que arde con extrema facilidad. Así es ante las mínimas chispas generadas por las personas, ya sea por negligencia o intencionadamente, avivadas por las altas temperaturas y los fuertes vientos que azotan sin parar estos días las tierras abiertas al Atlántico, gallegas y portuguesas.
El elevado número de incendios que se han producido estos días, y en muy corto espacio de tiempo, y con diversos focos que han ardido prácticamente a la vez, hace sospechar seriamente a las autoridades que muchos de ellos han sido provocados. Tanto es así que se habla ya de terrorismo incendiario. La propia Xunta de Galicia sospecha que buena parte de los fuegos tienen una clara intencionalidad porque la mayoría no pueden haber sido fruto de la casualidad. Esto define un escenario sumamente preocupante que exige una investigación en profundidad, que no es fácil de llevar a cabo, para detectar a los culpables, llevarlos ante la justicia y aplicarles severas condenas penales. Los incendios que estos días queman Galicia no deberían quedar impunes porque el drama provocado es enorme.
Sofocar los múltiples fuegos que aún arden en numerosos puntos de Galicia está resultando una tarea muy difícil, y las hectáreas calcinadas se multiplican hora tras hora, debido a la gran virulencia que registran las llamas a causa del viento reinante, que además impide el vuelo de los aviones y helicópteros antiincendios. La única esperanza es que en los próximos días cambien los factores meteorológicos, se reduzca el viento y las lluvias –que ya han empezado a llegar– se intensifiquen.
La catástrofe que sufre Galicia estos días debe marcar, en cualquier caso, un antes y un después en la prevención de los incendios forestales, con una gestión más eficaz de los bosques y los espacios naturales, en la que colaboren todas las administraciones, ya que las acciones que se han llevado a cabo hasta ahora son totalmente insuficientes. Hay que colocar la gestión forestal en la agenda política del país.