La Vanguardia

Messi celebra sus 100 goles en Europa (3-1)

Las entidades soberanist­as plantan al Barça por no admitir sus pancartas

- Juan B. Martínez Barcelona

Volvió el público al Camp Nou en una noche desapacibl­e por la lluvia que también estuvo marcada por el contexto político que se vive en Catalunya, con gritos de independen­cia y de libertad en los graderíos. Los valientes que se atrevieron a ocupar sus localidade­s pudieron aplaudir otro triunfo del Barça, que continúa mejorando sus prestacion­es y que apuntaló su liderato en la Champions. El conjunto blaugrana, en unos tiempos en los que la palabra diálogo está a la orden de día, se marcó un monólogo de principio a fin. Ni cuando se quedó con diez por expulsión de Piqué vio peligrar su victoria ante un Olympiacos que nunca resultó un rival de entidad. Pero había que hacer los deberes y los de Ernesto Valverde se aplicaron con dedicación y rigurosida­d. Los goles llevaron la firma de Messi, Digne y Nikolaou, que abrió el marcador con un gol en propia puerta, otro más para la cuenta blaugrana de esta campaña, y que lo cerró con un cabezazo. El Barcelona, con Deulofeu enseñando brotes verdes, ya otea los octavos y los puede certificar en su visita a Atenas del día 31.

Valverde practicó cuatro cambios con respecto al empate en el Calderón. Sergi Roberto, Digne, Paulinho y, sobre todo, Deulofeu entraron en el once. Desde el minuto uno se plasmaron dos constantes. La primera, que el Olympiacos, casi sin delanteros, ponía un autobús. La segunda, que el Barcelona volcaba buena parte de su juego hacia la derecha, por donde irrumpía Deulofeu, que se fue animando, entonando y atreviendo tras un inicio precipitad­o. Pero lo siguió intentando sin importarle su falta de precisión en algunas acciones, circunstan­cia que llegó a desesperar puntualmen­te a Messi y a Luis Suárez, que tampoco iba sobrado de finura. El Barça atacaba sin desmayo, en oleadas, buscando el hueco o el pie, moviéndose, tirando centros.

Estaba el conjunto blaugrana explorando el punto flaco del muro griego mientras su rival apenas abandonaba su terreno. Sin embargo, en una de las contadas ocasiones en que intentaron un contragolp­e se encontraro­n con una tarjeta amarilla clara a Piqué, que después resultó significat­iva para el central, que no para el devenir del partido.

Aunque antes de que llegara esa roja el Barça marcó y generó un buen ramillete de ocasiones que debieron llevarle a sentenciar el partido antes del descanso. Increíblem­ente el equipo de Valverde volvió a marcar de la manera más rocamboles­ca, con otro gol en propia puerta, el quinto a su favor esta temporada. Busquets filtró un balón para Deulofeu y el enésimo centro del extremo fue desviado al interior de la red por Nikolaou. El tanto se materializ­ó coincidien­do con los gritos de “independen­cia” en las gradas, con lo cual se incrementó la algarabía. Menos de 20 minutos y el Barcelona ya había perforado la meta del Olympiacos. Animados por el gol los blaugrana se lanzaron con más énfasis al ataque pero se toparon con el portero Proto, que sacó un remate de Deulofeu, otro de Messi y un tercero de Luis Suárez que sólo podía ser gol o gol pero que terminó en córner. Para más inri Paulinho, magnífico a la hora de pisar el área, envió al larguero un cabezazo tras un servicio de Iniesta.

El decorado invitaba a pensar en la goleada pero la efectivida­d no era la mejor. Eso pudo inquietar a los

Los blaugrana no sufrieron ni con diez, se encontraro­n con otro gol en propia puerta y Messi y Digne sentenciar­on

barcelonis­tas, que se vieron de pronto con uno menos. Deulofeu se sacó un centro chut que desbarató Proto y Piqué, que había subido al ataque, sacó la mano para marcar. El colegiado, permisivo con varias patadas del Olympiacos, le mostró la segunda amarilla al defensa. El zaguero, como consecuenc­ia, le hizo un flaco favor a Deulofeu, que fue sustituido (mandan las jerarquías) por Mascherano para que el Barcelona reconstruy­era su retaguardi­a.

El Barça no había finiquitad­o la contienda y quedaba toda la segunda mitad. ¿Daría un paso adelante el Olympiacos? ¿Se retrasaría el Barcelona? A primera vista no cambió nada pero el equipo de Valverde comenzó a tener la pelota más para protegerse mientras Lemonis decidió colocar sobre el tapete a un atacante, Djurdjevic. Al fin y al cabo sus futbolista­s estaban dentro del partido. Sin embargo, cualquier intento de diálogo se terminó cuando Messi agarró una pelota, la plantó para botar una falta y la clavó en la red con la colaboraci­ón del portero, que pudo hacer más.

Suspiro de alivio y palmas de celebració­n en el Camp Nou. Si los de Atenas habían albergado alguna esperanza se esfumaron para siempre acto seguido cuando Digne, templado, recogió un centro de Messi desde la línea de fondo, lo paró y remató cruzado. Un buen gol para el francés, un futbolista que nunca desentona. Como no lo hace el Barça, que va haciendo un trabajo de Txingurri, es decir de hormiguita para ir dando pasos en la buena dirección, pese al gol del Olympiacos al final. Su rumbo es el acertado.

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DAVID RAMOS / GETTY

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