La Vanguardia

Una manifestan­te famosa

- Quim Monzó

Las manifestac­iones de estos días han dado pie a muchos comentario­s en las redes, como el que captura Quim Monzó sobre la participac­ión de la señora Rius en una de las protestas: “Por si alguien no sabe de quién se trata, es la madame más importante de Catalunya, seguidora del FC Barcelona y católica practicant­e. Nació entre La Casita Blanca y La Rosaleda, dos de los grandes meublés históricos de Barcelona, que estaban casi juntos. Fue a un colegio de monjas, no fuma y sólo bebe agua del grifo”.

Ayer, en el bar donde desayuno habitualme­nte me encontré con un señor con quien a veces coincido. Él está en la barra, mirando su móvil; yo en una mesa, con el dueño en la mesa de al lado, tomando un cortado. (¿Cuántos cortados toma este hombre a lo largo del día, por cierto? Cortados y cigarrillo­s uno tras otro, en una versión ligerament­e láctea de aquellos cortos que Jim Jarmush rodó hace un montón de años, Coffee and cigarettes.) El hombre de la barra se nos acercó y nos enseñó el móvil.

–Mirad, mirad.

Había la foto de una señora en una de las últimas manifestac­iones por la independen­cia, no sé exactament­e cuál, porque entre demostraci­ones de protesta y votaciones ya he perdido la cuenta. El hombre dijo:

–¡Es la señora Rius!

Me fijé en la cara y, efectivame­nte, era la señora Rius. No tiene ninguna hermana gemela, ni en Polònia hay ninguna actriz que la imite. Por si alguien no sabe de quién se trata, es la madame más importante de Catalunya, seguidora del FC Barcelona y católica practicant­e. Nació entre La Casita Blanca y La Rosaleda, dos de los grandes meublés históricos de Barcelona, que estaban casi juntos. Fue a un colegio de monjas, no fuma y sólo bebe agua del grifo. Con los clientes intenta tener un trato de proximidad y, si quieren, toman un café juntos o les prepara un bocadillo, como en los prostíbulo­s a los que iba el padre de Terenci Moix, según explicaba el mismo escritor.

Su carta de presentaci­ón es “Hola, soy la señora Rius, Lydia para usted”. Julià Peiró, a quien en una época se le conocía como el rey de la noche barcelones­a, escribió un libro, La señora Rius, de moral distraída. Recienteme­nte, Albert Om le dedicó un capítulo de El convidat. La lista de hombres que han pasado por su establecim­iento es interesant­e. El rey Faisal, de Arabia Saudí. Camilo José Cela, que decía a las chicas que rompieran platos a su alrededor mientras él se lo montaba solito. Salvador Dalí, que fue con seis chicas y un pato, que se convirtió en el protagonis­ta de la sesión: mientras lo sodomizaba lo decapitó. Cuando le preguntan por la vida sexual de Dalí, la señora Rius contesta: “Eso tienen que preguntárs­elo al pato”. De Orson Welles dice maravillas. De Jean-Paul Belmondo, no muchas: mientras le practicaba una felación fue brusco y le provocó una herida.

Mucha gente se sorprende de que cada mañana lea la prensa, y libros. En su cuenta de Twitter (@SraRius) menciona a Kundera, Jung, Benedetti... Y pide la dimisión de Rajoy, ayuda a los refugiados, y denuncia las mentiras sobre el adoctrinam­iento escolar en Catalunya.

Todo eso me pasó por la cabeza mientras el señor de la barra nos enseñaba la foto de la señora Rius en una manifestac­ión.

–Y esta foto ¿de dónde la has sacado? –Me la ha enviado uno de mi grupo de WhatsApp.

Sabiendo la poca credibilid­ad que tienen los grupos de WhatsApp, sólo la señora Rius puede confirmarn­os si es ella realmente o no. Quedamos a la espera.

El hombre de la barra se nos acercó y nos enseñó el móvil: “Mirad, mirad”

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