La Vanguardia

Una juez resolutiva y sin hipotecas

Carmen Lamela, la magistrada encargada del proceso por sedición contra Trapero, Sànchez y Cuixart

- JOSÉ MARÍA BRUNET Madrid

Carmen Lamela –la juez que instruye el proceso por sedición contra Sànchez, Cuixart y Trapero– es una magistrada de lo penal ya muy curtida, con más de tres décadas en la carrera. Tiene 56 años, lleva apenas dos en la Audiencia Nacional, y ya se ha hecho una imagen de magistrada ejecutiva, muy resolutiva, que lleva los procesos con diligencia.

Uno de sus compañeros que ha compartido con ella carreras paralelas dice que Lamela –casada con un magistrado de lo civil y con dos hijos– es “valiente y responsabl­e”, y añade que no se arrima a árbol alguno en busca de buena sombra y cobijo. Lamela no pertenece a ninguna de las asociacion­es profesiona­les de jueces y magistrado­s. El Ministerio del Interior, a su vez, acaba de condecorar­la. “Bah, eso no tiene significac­ión política –dice el mismo magistrado–, Interior ha dado medallas a muchos jueces de la Audiencia Nacional”.

Lamela ingresó en la carrera judicial en 1986. Pasó primero por Orihuela, Badalona y por la Audiencia de Barcelona. Luego saltó a Madrid. Ha pasado, pues, por los juzgados de instrucció­n de la plaza Castilla –un hervidero que opera a modo y con apariencia de zoco de la justicia en la capital– y por la Audiencia Provincial madrileña.

En esa carrera estrictame­nte judicial hubo un paréntesis para acudir como asesora en auxilio del exministro de Justicia Fran Caamaño (PSOE), en una etapa en la que se necesitaba­n brazos para tratar de impulsar a fondo la informatiz­ación de los órganos judiciales. La experienci­a duró tres años. El director general encargado de las tareas de modernizac­ión era José de la Mata, actualment­e juez titular del juzgado central de instrucció­n número 5 de la Audiencia, el que lleva la causa contra la familia Pujol, entre otras muchas. Otro dato: la hermana de Lamela, María Luisa, es la intervento­ra general del Estado. Es decir, tiene firma en algunas de las decisiones más importante­s del aparato estatal.

La etapa de Lamela en el Ministelo. rio de Justicia es un dato que ha pesado especialme­nte para que en los ámbitos de la magistratu­ra todo el mundo la identifiqu­e como jurista progresist­a. Lamela ejercía funciones técnicas para la extensión de los programas y hábitos informátic­os. No estaba, en suma, en el núcleo de colaborado­res más próximos a Caamaño, pero como decía un antiguo vocal del Poder Judicial, “un ministro no te llama para que formes parte de su equipo si considera que estás en otra órbita ideológica”.

Lo de resolutiva, a su vez, se percibe fácilmente en los autos que dicta. Disecciona los problemas, y va al grano. Esto hay. Esto me parece. Esto decido. Expuesto con claridad y con pocos adornos. Pero no es sólo cuestión de estilo en la escritura. Es cuestión de carácter. Basta oírla dar órdenes. Esto es así. Esto se tiene que hacer asá. Esto ha de quedar resuelto mañana sin falta.

Su primer destino en la Audiencia fue como magistrada de refuerzo de la Sala Penal. Luego desempeñó transitori­amente el juzgado que ahora ocupa como titular, en sustitució­n de Javier Gómez Bermúdez –el juez que dirigió la vista del 11-M– cuando marchó como juez de enlace a París. Este mismo año, Lamela se propuso dar el salto a la presidenci­a de la Sala Penal, y tuvo posibilida­des ciertas de conseguir- Su candidatur­a era bien vista por los vocales conservado­res y por los progresist­as. Estuvo a punto de fraguar un pacto entre todos ellos. Pero al final se impuso la dinámica de bloques y la mayoría conservado­ra del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) apoyó a la magistrada Concepción Espejel, más próxima a la corriente dominante.

A Lamela le gusta que le vengan de frente, por derecho, sin rodeos ni maniobras. No le sentó bien, por ejemplo, que la Guardia Civil mandara su segundo atestado a la Fiscalía.

Lamela formó parte del equipo del exministro de Justicia Fran Caamaño (PSOE), como asesora

La hermana de la magistrada es la intervento­ra general del Estado, con firma en decisiones clave

Tal vez por ello se negó a suspender el primer interrogat­orio de Trapero, Sànchez y Cuixart cuando los fiscales se lo pidieron. La Fiscalía prefería dar tiempo a que se aclarase si Puigdemont había declarado o no la independen­cia de Catalunya. Y al retrasar los interrogat­orios quería que este proceso sumara ya desde el principio no sólo los hechos de los días 20 y 21 frente a la Conselleri­a d’Economia, registrada por la Guardia Civil, sino todos los ocurridos entre dichas fechas y la del referéndum del 1-O. El propósito de esta estrategia era sumar nuevos datos para la inculpació­n del mayor de los Mossos, acusados de pasividad en el cumplimien­to de la orden de impedir la celebració­n de la consulta.

Lamela ha respondido a esta estrategia llevando las cosas por sus pasos. Ha dejado la investigac­ión de los hechos del 1-O para un momento ulterior. Trapero ha quedado en libertad. Sànchez y Cuixart, en cambio, han ingresado en prisión. Lamela ha utilizado el bisturí jurídico. Es resolutiva, pero no funciona a empellones.

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CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICI La juez Lamela en una comparecen­cia ante el Consejo General del Poder Judicial
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