La Vanguardia

El Nobel Thaler y la racionalid­ad

- X. VIVES, profesor del Iese

No esperábamo­s mucho de él”, afirmó el profesor Sherwin Rosen, director de tesis del flamante premio Nobel de Economía 2017, Richard Thaler. Sin embargo, Thaler ha influencia­do el análisis económico de manera profunda a partir de la observació­n de que los humanos no se comportan de acuerdo con el paradigma racional del homo economicus. Según Thaler este tiene la inteligenc­ia de Einstein, la capacidad de memoria del ordenador Big Blue de IBM y la fuerza de voluntad de Gandhi. Thaler ha contribuid­o a establecer la disciplina de la economía del comportami­ento, que se inspira en la psicología, y que ya se ha incorporad­o a la corriente principal del análisis económico. Sus contribuci­ones se basan en el trabajo de dos psicólogos, el también premio Nobel Daniel Kahneman (autor de Pensar rápido, pensar despacio) y el ya fallecido Amos Tversky.

Thaler ha insistido en que existen desviacion­es sistemátic­as del comportami­ento racional por parte de los agentes económicos. Un ejemplo lo proporcion­a su estudio de los determinan­tes de las horas de trabajo de los taxistas de Nueva York. La teoría económica indicaría que los taxistas deberían trabajar más los días de más demanda (digamos lluviosos) que los días con menos demanda (soleados). Sin embargo, los conductore­s hacen exactament­e lo opuesto. La razón está en que los taxistas tienen un punto de referencia, tratan de obtener un ingreso objetivo cada día, y si no lo consiguen es como si sufrieran una pérdida. La consecuenc­ia es que trabajan más cuando hay menos demanda para llegar al objetivo deseado. De hecho, Thaler postula que las personas se ven más afectadas por las pérdidas que lo que disfrutan por las ganancias.

Otro ejemplo es el efecto de la falta de autocontro­l en las decisiones personales. Todos hemos hecho buenos propósitos para el primer día del año (régimen, ir al gimnasio a menudo…) para luego no poder resistir la tentación de comer demasiado o dejar el gimnasio al cabo de un mes. Los problemas de autocontro­l se explican en la moderna disciplina de la neurocienc­ia viendo al cerebro como una colección de sistemas que interactúa­n. Thaler postuló que en cada persona hay dos yos. El yo planificad­or, relacionad­o con la corteza prefrontal, y el yo de la acción, relacionad­o con el sistema límbico, mucho más antiguo evolutivam­ente

Deberíamos pensar con urgencia qué acicates plantear a los políticos para que domine el raciocinio sobre el impulso

y que controla las emociones y deseos inmediatos, y que actúa de manera miope. La tensión entre los dos yos explica por qué nos apuntamos al gimnasio el 1 de enero y nos podemos dar de baja dos meses más tarde, o lo que es peor, no ir al gimnasio y seguir pagando la cuota mensual. Esta tensión puede explicar, por ejemplo, por qué al hacer obligatori­o tener un plan de pensiones aumenta el ahorro total del individuo. El plan obligatori­o reduce el coste psicológic­o de disciplina­r al yo de la acción mediante la fuerza de voluntad. Es interesant­e recordar que ya Adam Smith, en su Teoría de los sentimient­os morales, indicó que las personas tenían diferentes yos en tensión al tomar decisiones.

Thaler ha tenido además un impacto importante en la formulació­n de política económica en la administra­ción Obama, en el Reino Unido y en Suecia. La idea fundamenta­l la desarrolló junto con Cass Sunstein en el libro Nudge, traducido como Un pequeño empujón. Se trata de dar pequeñas indicacion­es, o acicates, que inducen a las personas a tomar decisiones más racionales, y que aumentan su bienestar y/o el bienestar colectivo. Es lo que se ha dado en llamar paternalis­mo libertario. Es paternalis­ta porque se da una indicación de comportami­ento, y es libertario porque no restringe la elección de los individuos. Un ejemplo de éxito espectacul­ar fue poner una mosca grabada en el urinario masculino en el aeropuerto de Schiphol en Amsterdam. La “indicación” hizo que mejorara de manera notable la puntería de la micción del personal masculino. Otro ejemplo de consecuenc­ias económicas más relevantes es introducir una opción por defecto básica y razonable en los planes de pensiones en lugar de dejar todas las opciones abiertas. Esta opción por defecto, con adhesión automática excepto pronunciam­iento en contra, aumentó los ahorros en pensiones en EE.UU. y Suecia. Entre otros “empujoncit­os” planteados por Thaler y Sunstein, quisiera destacar uno que me parece particular­mente importante en el mundo de Twitter en que vivimos y que se denomina control de civismo. Se trata de no responder en caliente en una discusión y que si, por ejemplo, se trata de un correo electrónic­o, un programa lector del mensaje –usando un algoritmo de inteligenc­ia artificial– advierta al usuario que está a punto de enviar un mensaje no civilizado, e incluso impida enviarlo a menos que se dé una instrucció­n reiterada al cabo de 24 horas.

En la situación crítica en la que se encuentra la relación entre Catalunya y España, deberíamos pensar con urgencia en qué acicates podemos plantear a los políticos respectivo­s para que predomine el raciocinio sobre el impulso y el resorte emocional. El bienestar colectivo a largo plazo no se alcanza con decisiones tomadas para agradar a los espectador­es del circo romano.

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