La Vanguardia

El moderado cabreado

- Pilar Rahola

Jordi Goula se preguntaba qué pasa con la “mayoría silenciosa de empresas”, las más de 260.000 (según Idescat) que no han hecho ningún ruido, ni han cambiado de sede, ni se lo plantean, a pesar de las facilidade­s que parece dar el Estado para hacer el sorpasso .Yrecuerda un dato importante: “Catalunya concentra el 18,4% del total de empresas de España”. Con el añadido de que la mayoría de las organizaci­ones empresaria­les como Pimec o Cecot han apoyado el proceso catalán y están a favor de una mediación para resolver el conflicto. Ninguna de ellas ha jugado a la estrategia del descrédito contra el Govern ni se ha apuntado al relato del miedo. Es, pues, una ingente mayoría silenciosa que se aleja del ruido y opta por mantener la calma en la tormenta.

Eso no quiere decir que las empresas que sí han tomado la decisión no sean de una gran importanci­a ni que la cuestión sea despreciab­le.

Ciertament­e, se trata de un tema grave que debe preocupar al Govern, tanto como debería preocupar a la Moncloa, tan entusiasma­da en destruir la fortaleza catalana que se dispara en el propio pie. Además, no es discutible que las empresas tomen decisiones en función de sus intereses, y es cierto que el dinero no estima la inestabili­dad. Pero vuelvo al hecho: 260.000 son una inmensa mayoría silenciosa que ni se mueve ni se asusta.

Si menciono el dato es porque describe la naturaleza profunda de la revuelta que se ha producido en Catalunya, y que no tiene que ver con el éxito de los radicales sino con la indignació­n de los moderados. El filósofo Àngel Castiñeira decía en un tuit que “el mejor radical es el moderado escarmenta­do”, y añadía que “el peor moderado es el radical vendido”. Coincido y al mismo tiempo recuerdo al famoso català emprenyat de Juliana, auténtico motor de todo el proceso posterior.

Eran estos moderados escarmenta­dos, estos catalans emprenyats, los que defendiero­n las urnas el 1 de octubre, los que salieron en masa en protesta contra la represión y los que el martes por la noche encendiero­n las velas para alzar la indignació­n contra el retorno de los presos políticos a España. Una de las mentiras más chapuceras e inútiles que ha construido el relato español es la de hacer creer que Catalunya se ha llenado de radicales que han perdido el juicio y la compostura.

Por supuesto, este relato sirve para criminaliz­ar el proceso catalán, mientras niega los agravios que ha cometido el Estado con respecto de Catalunya, pero ni explica la realidad ni ayuda a resolverla. A la pregunta que nos hacen desde fuera, “¿qué le ha pasado al seny catalán?”, hay que responder con la pregunta corregida: ¿qué habéis llegado a hacer desde el Estado para que el seny catalán haya decidido emprender un camino de ruptura? Es la moderación la que ha dicho basta, y responder a la moderación cabreada con represión sucia es una estrategia incendiari­a.

Las 260.000 empresas que ni se han movido ni piensan hacerlo son una gran mayoría silenciosa

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