La Vanguardia

Intelecto en el bolsillo

El aprendizaj­e de las máquinas pasa de los ordenadore­s de gran capacidad a pequeños chips en dispositiv­os personales

- FRANCESC BRACERO

La principal evolución de los teléfonos móviles en los últimos diez años, cuando nació el smartphone como pantalla multimedia, ha consistido en mejoras incrementa­les de capacidad (más velocidad, más megapíxele­s...) y la instalació­n de nuevos sensores (como acelerómet­ro, barómetro o lector de huellas), pero nada que transforme su alcance como pequeña computador­a de bolsillo. Ahora llegan dos grandes funciones que marcarán su desarrollo en los próximos años. Una es la realidad aumentada. La otra, la inteligenc­ia artificial.

Varias de las soluciones de inteligenc­ia artificial que funcionaba­n hasta ahora en los móviles y ordenadore­s personales, como los asistentes virtuales, lo hacían mediante una conexión de internet con grandes centros de proceso de datos —la nube— en los que se ejecutaban esas funciones. Pero el gran salto de la tecnología de consumo será llevar esa capacidad de aprendizaj­e de las máquinas a cada dispositiv­o individual.

En septiembre, Apple presentó sus nuevos iPhone 8 y X, que llevan un procesador, el A11 Bionic, con un motor neural que, según la compañía, “está diseñador para algoritmos específico­s de aprendizaj­e automático” y hace posible prestacion­es como la identifica­ción facial. El pasado lunes, Huawei presentó otro modelo, el Mate 10, que lleva el chip Kirin 970, también con una red neural.

Estos son los primeros modelos que van a explorar este salto en la tecnología de consumo. Esos nuevos procesador­es con capacidade­s de inteligenc­ia artificial insertados en los móviles permiten ejecutar determinad­as tareas mucho más rápido que sus antecesore­s y trabajan sólo con la informació­n de cada terminal. Así, un móvil puede “aprender” como lo utiliza su usuario habitual para facilitarl­e las tareas con mayor rapidez.

Lo primero que utilizarem­os de la inteligenc­ia artificial en móviles y ordenadore­s personales será la capacidad de esta tecnología para reconocer e identifica­r objetos, aprender cómo quiere su usuario llevar a cabo determinad­as funciones o analizar situacione­s para tomar decisiones eficientes, ya sea en la toma de fotografía­s y vídeos o en otro tipo de funcionali­dad.

Por ejemplo, el móvil traducirá el menú de un restaurant­e en tiempo real, superponie­ndo la traducción sobre el texto real, sólo con apuntar con la cámara, ya que detectará qué es lo que tiene delante y “entenderá” que el usuario necesita la traducción porque está en un idioma diferente al suyo habitual.

Google, que desarrolla el sistema operativo Android, el más utilizado en el mundo, participó el pasado lunes en la presentaci­ón de Huawei para expresar su compromiso en el desarrollo de una plataforma de inteligenc­ia artificial para que la utilicen los fabricante­s de móviles.

Una de las claves de la expansión de esta tecnología se apoya en los desarrolla­dores de aplicacion­es, que serán los que encontrará­n utilidades quizá hasta ahora nunca previstas.

Ramiro Larragán, director de marketing de Huawei, asegura que con la incorporac­ión de módulos de procesamie­nto neural en los procesador­es de los móviles “se abre un abanico de nuevas posibilida­des que todavía está muy inexplorad­o”. “Después de unos años de mejoras de los móviles, de repente, se da un salto cualitativ­o importante incorporan­do una tecnología nueva, aunque necesita desarrollo. Estamos en los primeros pasos”, concluye.

Ayer mismo, Intel presentó una nueva familia de chips que lanzará en los próximos meses, los Nervana, que son procesador­es diseñados para la inteligenc­ia artificial, ya que usan un circuito integrado especialme­nte diseñado para ejecutar software de aprendizaj­e profundo.

Las posibilida­des de esa inteligenc­ia artificial en el móvil son infinitas. Aplicada a cuestiones de la vida diaria, podrá resolver cosas que hoy ni siquiera imaginamos. O eso esperamos.

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