La imprevisión y la inexperiencia colapsan la Diagonal todo el día
La cera de las velas de la manifestación del martes desencadena un problema de seguridad vial
Barcelona padeció ayer uno de los peores colapsos circulatorios de los últimos tiempos. La escasa experiencia de los servicios municipales de limpieza a la hora de retirar cera de la vía pública fue uno de los factores que obligaron a cerrar la avenida Diagonal entre la plaza Francesc Macià y el paseo de Gràcia durante una noche y un día. Nadie esperaba que las velas que miles de personas encendieron para protestar contra los encarcelamientos de los líderes de Òmnium y Assemblea Nacional Catalana (ANC), Jordi Cuixart y Jordi Sànchez, fueran a desencadenar el caos. La falta de previsión del Ayuntamiento fue otro de los factores determinantes. La ciudad vivió una jornada de atascos, bocinazos, retrasos, exabruptos, unos cuantos chascarrillos más bien cáusticos... Al parecer el uso de chorros de agua caliente a presión, el método que habitualmente emplean los barrenderos para despegar chicles impunemente abandonados en las aceras, no fue una medida del todo acertada. Los trabajos se prolongaron demasiado tiempo. Si hubieran utilizado agua fría, habrían tardado menos.
Así lo entienden los técnicos del Ayuntamiento de Sevilla encargados de limpiar las calles de los restos de los cirios. En la capital andaluza, al término de las celebraciones de Semana Santa, el Consistorio retira la cera de más de 100.000 m2 de calles, de más o menos la superficie que vienen a ocupar 14 campos de fútbol. En Sevilla limpiar las calles de cera es una cuestión crucial. Los pasos salen allí todo el año. La empresa municipal de limpieza Lipasam diseñó hace veinte años un sistema hoy día referente en las urbes donde las procesiones se viven con mucha pasión. “Al emplear agua caliente lo más probable es que la cera se derritiera y luego se esparciera sobre el pavimiento, complicando aún más la retirada”, aseveran los técnicos sevillanos con las reservas que implican las distancias.
La falta de previsión municipal también complicó la situación. Los medios empleados durante la noche resultaron insuficientes, y doblarlos al alba no le ahorró a la ciudad otra jornada de inconvenientes. La comunicación de consejos para paliar la situación tampoco fue efectiva. El Ayuntamiento hizo un llamamiento para que la gente hiciera uso del transporte público, pero luego los viajeros de los buses de línea desconocían las alteraciones del servicio. Y muchos conductores se enteraron de lo que ocurría sobre la marcha. Nadie esperaba que aquellas velas fueran a convertir la Diagonal en una peligrosa pista de patinaje, que la cera se incrustara en la calzada y amenazara a seguridad de motoristas, ciclistas y peatones.
Sí, en Sevilla se sacan más velas, pero los nazarenos las llevan todo el rato consigo, y no dejan que se derritan lentamente en la calzada. Y en las manifestaciones contra la guerra de Irak celebradas aquí también se usaron muchas velas, pero la gente las llevó en la mano. La propia Òmnium colgó un tuit para pedir disculpas y ofrecer su ayuda al Ayuntamiento. Ni siquiera esperaban lo ocurrido los concejales del Grupo Demòcrata, quienes participaron en la protesta y luego acusaron al gobierno de la alcaldesa Ada Colau de falta de previsión. “Las entidades que convocaron la manifestación demostraron mayor capacidad de reacción y de improvisación que el ejecutivo municipal”, dijo el portavoz Jaume Ciurana. La líder de Ciutadans, Carina Mejías, agregó que “la alcaldesa Colau está tan preocupada de apoyar la independencia que se olvida de gestionar la ciudad”. “¿Dio Colau permiso exprés para la manifestación que cortó la Diagonal? –se preguntó en un tuit el popular Alberto Fernández–, ¿nadie advirtió los riesgos?, ¿quién pagará la limpieza?”.
Fuentes municipales detallaron que ya sobre las diez de la noche se
pusieron manos a la obra los trabajadores municipales, que recogiendo los primeros desperdicios se dieron cuenta de que aquella faena sería más complicada que la de cualquier otra manifestación. Entonces se produjeron algunas caídas. No se podía reestablecer el tráfico. En torno a las once de la noche llegaron a la Diagonal 53 trabajadores equipados con unos 20 dispositivos despega chicles y un montón de espátulas. La porosidad del asfalto también dificultó su labor. Trabajar sobre un firme más liso habría sido más sencillo. Los limpiadores primero raspaban un poco con sus espátulas, luego aplicaban los chorros de agua caliente, luego volvían a raspar... “Si hubieran utilizado agua fría, no habrían derretido y esparcido la cera sobre una superficie aún mayor –tercian desde Sevilla–. Nosotros tenemos dos máquinas de chorros de agua fría que funcionan como un cortacésped. Es el propio chorro el que raspa. Así el operario puede retirar los tochos de cera solidificada con más facilidad”. A los barrenderos barceloneses les pilló el toro. A las siete de la mañana fueron relevados por 92 compañeros equipados con 43 dispositivos. Pero ya era tarde. “Si lo hubiéramos tenido planificado, habríamos hecho algún cambio o ajuste y se podría haber absorbido el tráfico de entrada de una manera mejor”, apuntaron la fuentes municipales.
Barcelona acostumbra a reaccionar con más eficacia en las situaciones más complicadas. Pero en cuanto caen cuatro gotas, la ciudad se sume en un caos desproporcionado. “Tres cuartos de hora para hacer un recorrido que normalmente hago en diez minutos”, fue uno de los comentarios más habituales entre los oficinistas a la hora del almuerzo. “Hoy todos hemos llegado tarde”. Entonces el asunto era trending topic en las barras. “Lo hicieron adrede –fue uno de los chascarrillos más repetidos–, para que los tanques se resbalen cuando entren por la Diagonal”. “En realidad es una jornada de pruebas del tranvía...”. “No, es el día sin coches ¡sorpresa!”. Sí, la ciudadanía en general se tomó los inconvenientes con la resignación acostumbrada. Barcelona lleva meses instalada en una trepidante sucesión de acontecimientos. Y a la hora de comer otros temas comenzaron a cobrar protagonismo, sobre todo a medida que se iban reabriendo
los tramos afectados. De todas formas la Guardia Urbana aún recomienda a conductores y peatones extremar la precaución. Algunos carteles fueron instalados para que nadie circule a más de 30 km/h. “Yo no me fío. Seguro que con las prisas se dejan un poco de cera. Yo no cojo la moto hasta mañana. Además, va a llover”.