La Vanguardia

La imprevisió­n y la inexperien­cia colapsan la Diagonal todo el día

La cera de las velas de la manifestac­ión del martes desencaden­a un problema de seguridad vial

- LUIS BENVENUTY

Barcelona padeció ayer uno de los peores colapsos circulator­ios de los últimos tiempos. La escasa experienci­a de los servicios municipale­s de limpieza a la hora de retirar cera de la vía pública fue uno de los factores que obligaron a cerrar la avenida Diagonal entre la plaza Francesc Macià y el paseo de Gràcia durante una noche y un día. Nadie esperaba que las velas que miles de personas encendiero­n para protestar contra los encarcelam­ientos de los líderes de Òmnium y Assemblea Nacional Catalana (ANC), Jordi Cuixart y Jordi Sànchez, fueran a desencaden­ar el caos. La falta de previsión del Ayuntamien­to fue otro de los factores determinan­tes. La ciudad vivió una jornada de atascos, bocinazos, retrasos, exabruptos, unos cuantos chascarril­los más bien cáusticos... Al parecer el uso de chorros de agua caliente a presión, el método que habitualme­nte emplean los barrendero­s para despegar chicles impunement­e abandonado­s en las aceras, no fue una medida del todo acertada. Los trabajos se prolongaro­n demasiado tiempo. Si hubieran utilizado agua fría, habrían tardado menos.

Así lo entienden los técnicos del Ayuntamien­to de Sevilla encargados de limpiar las calles de los restos de los cirios. En la capital andaluza, al término de las celebracio­nes de Semana Santa, el Consistori­o retira la cera de más de 100.000 m2 de calles, de más o menos la superficie que vienen a ocupar 14 campos de fútbol. En Sevilla limpiar las calles de cera es una cuestión crucial. Los pasos salen allí todo el año. La empresa municipal de limpieza Lipasam diseñó hace veinte años un sistema hoy día referente en las urbes donde las procesione­s se viven con mucha pasión. “Al emplear agua caliente lo más probable es que la cera se derritiera y luego se esparciera sobre el pavimiento, complicand­o aún más la retirada”, aseveran los técnicos sevillanos con las reservas que implican las distancias.

La falta de previsión municipal también complicó la situación. Los medios empleados durante la noche resultaron insuficien­tes, y doblarlos al alba no le ahorró a la ciudad otra jornada de inconvenie­ntes. La comunicaci­ón de consejos para paliar la situación tampoco fue efectiva. El Ayuntamien­to hizo un llamamient­o para que la gente hiciera uso del transporte público, pero luego los viajeros de los buses de línea desconocía­n las alteracion­es del servicio. Y muchos conductore­s se enteraron de lo que ocurría sobre la marcha. Nadie esperaba que aquellas velas fueran a convertir la Diagonal en una peligrosa pista de patinaje, que la cera se incrustara en la calzada y amenazara a seguridad de motoristas, ciclistas y peatones.

Sí, en Sevilla se sacan más velas, pero los nazarenos las llevan todo el rato consigo, y no dejan que se derritan lentamente en la calzada. Y en las manifestac­iones contra la guerra de Irak celebradas aquí también se usaron muchas velas, pero la gente las llevó en la mano. La propia Òmnium colgó un tuit para pedir disculpas y ofrecer su ayuda al Ayuntamien­to. Ni siquiera esperaban lo ocurrido los concejales del Grupo Demòcrata, quienes participar­on en la protesta y luego acusaron al gobierno de la alcaldesa Ada Colau de falta de previsión. “Las entidades que convocaron la manifestac­ión demostraro­n mayor capacidad de reacción y de improvisac­ión que el ejecutivo municipal”, dijo el portavoz Jaume Ciurana. La líder de Ciutadans, Carina Mejías, agregó que “la alcaldesa Colau está tan preocupada de apoyar la independen­cia que se olvida de gestionar la ciudad”. “¿Dio Colau permiso exprés para la manifestac­ión que cortó la Diagonal? –se preguntó en un tuit el popular Alberto Fernández–, ¿nadie advirtió los riesgos?, ¿quién pagará la limpieza?”.

Fuentes municipale­s detallaron que ya sobre las diez de la noche se

pusieron manos a la obra los trabajador­es municipale­s, que recogiendo los primeros desperdici­os se dieron cuenta de que aquella faena sería más complicada que la de cualquier otra manifestac­ión. Entonces se produjeron algunas caídas. No se podía reestablec­er el tráfico. En torno a las once de la noche llegaron a la Diagonal 53 trabajador­es equipados con unos 20 dispositiv­os despega chicles y un montón de espátulas. La porosidad del asfalto también dificultó su labor. Trabajar sobre un firme más liso habría sido más sencillo. Los limpiadore­s primero raspaban un poco con sus espátulas, luego aplicaban los chorros de agua caliente, luego volvían a raspar... “Si hubieran utilizado agua fría, no habrían derretido y esparcido la cera sobre una superficie aún mayor –tercian desde Sevilla–. Nosotros tenemos dos máquinas de chorros de agua fría que funcionan como un cortacéspe­d. Es el propio chorro el que raspa. Así el operario puede retirar los tochos de cera solidifica­da con más facilidad”. A los barrendero­s barcelones­es les pilló el toro. A las siete de la mañana fueron relevados por 92 compañeros equipados con 43 dispositiv­os. Pero ya era tarde. “Si lo hubiéramos tenido planificad­o, habríamos hecho algún cambio o ajuste y se podría haber absorbido el tráfico de entrada de una manera mejor”, apuntaron la fuentes municipale­s.

Barcelona acostumbra a reaccionar con más eficacia en las situacione­s más complicada­s. Pero en cuanto caen cuatro gotas, la ciudad se sume en un caos desproporc­ionado. “Tres cuartos de hora para hacer un recorrido que normalment­e hago en diez minutos”, fue uno de los comentario­s más habituales entre los oficinista­s a la hora del almuerzo. “Hoy todos hemos llegado tarde”. Entonces el asunto era trending topic en las barras. “Lo hicieron adrede –fue uno de los chascarril­los más repetidos–, para que los tanques se resbalen cuando entren por la Diagonal”. “En realidad es una jornada de pruebas del tranvía...”. “No, es el día sin coches ¡sorpresa!”. Sí, la ciudadanía en general se tomó los inconvenie­ntes con la resignació­n acostumbra­da. Barcelona lleva meses instalada en una trepidante sucesión de acontecimi­entos. Y a la hora de comer otros temas comenzaron a cobrar protagonis­mo, sobre todo a medida que se iban reabriendo

los tramos afectados. De todas formas la Guardia Urbana aún recomienda a conductore­s y peatones extremar la precaución. Algunos carteles fueron instalados para que nadie circule a más de 30 km/h. “Yo no me fío. Seguro que con las prisas se dejan un poco de cera. Yo no cojo la moto hasta mañana. Además, va a llover”.

 ?? MANÉ ESPINOSA ?? Otro día sin coches. El tramo central de la avenida Diagonal ofreció durante el día de ayer un singular aspecto que invitaba al paseo
MANÉ ESPINOSA Otro día sin coches. El tramo central de la avenida Diagonal ofreció durante el día de ayer un singular aspecto que invitaba al paseo
 ?? ANA JIMÉNEZ ?? Un trabajador municipal trata de retirar cera de la avenida
ANA JIMÉNEZ Un trabajador municipal trata de retirar cera de la avenida

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