Una atmósfera plomiza
Los asientos vacíos en el Camp Nou, con 55.026 espectadores, la lluvia norteña, la Diagonal cortada y el tráfico caótico, la gran pancarta (Diálogo, Respeto, Deporte), los gritos contra el presidente Bartomeu por no comprometer al club con la causa...
Demasiadas circunstancias y ninguna idílica para sólo un FC Barcelona-Olympiacos de la fase de grupos, un partido desdibujado por el momento anímico que vive la ciudad y que no deja espacio sin contaminar ni respiro donde resguardarse aunque sólo sea durante 90 minutos.
El Camp Nou nunca ha sido ajeno al país. Ha latido al ritmo de muchas encrucijadas sociales y esa simbiosis engrandeció al barcelonismo. Algo ha cambiado. En el estadio pero también en todos los ámbitos: ya no nos moriremos sin saber de que ideología era el vecino del asiento, el del piso de abajo o el de la cera de enfrente. Yo prefería aquel desconocimiento, póliza de convivencia.
Tenemos a Messi en un estado de gracia impropio de estas alturas de temporada, pero también tenemos un problema. Y grave. Preservar la convivencia y no incurrir en la fractura de todos los ámbitos, incluso aquellos que –como el FC Barcelona– parecían hermanarnos con un nombre y –al decir del himno– todo el mundo lo conoce: !Barça, Barça, Barça!
También tenemos a Messi, a Iniesta, a Suárez, a Busquets, a Ter Stegen... Y una temporada larga con ilusiones y un entrenador al que le sientan bien sus cambios y las salas de prensa. Pero la que nos viene encima es gorda y, por primera vez en la historia del club después de la guerra civil, la paz social en el Camp Nou no
El presidente Bartomeu tiene que templar gaitas: no hay un “solo pueblo” y los dos son socios del Barça
depende de si la pelotita entra o no.
El presidente Bartomeu tiene que seguir templando gaitas, una de las razones por las que fue elegido, y no dejarse impresionar por las presiones. No hay “un solo pueblo” y los dos son socios del Barça. Tienen el mismo derecho unos y otros y como esto huele a empate mejor no abrir más guerras de la cuenta, al menos mientras el club siga jugando la Liga española y las competiciones de la UEFA, cuyo himno fue anoche silbado no sabe uno bien por qué razones. ¿Queremos guerra con el organismo que organiza y tiene los derechos de la competición que más ilusión provoca ganar entre la afición?
El FC Barcelona ha superado muchos ataques externos, muchas injusticias y la larga noche del franquismo. Ahora tiene por delante el reto de convivir con una fractura social que ayer asomó en la ciudad y en el Camp Nou. Entre los que fueron al estadio y quienes se quedaron en casa. El asunto es más complejo que un Núñez si, Núñez no.