La Vanguardia

“El prepago de la luz mejoraría la vida de miles de sus mayores”

¿Edad? Soy joven, porque me sigo sintiendo útil. Nací en Londres y he sido directora del UK Energy Research Centre: después investigué la pobreza y vi que la pobreza energética tiene sus propias soluciones. Participo en el Seminario para la Eficiencia Ene

- LLUÍS AMIGUET

Por qué distingue usted entre pobreza y pobreza energética? Porque si las analiza sin pensar en solucionar­las, la pobreza energética no es sino una manifestac­ión de la pobreza; pero si quiere remediarla­s, verá que tienen soluciones diferentes y que esa diferencia sí es relevante.

Pero, al cabo, se trata de poder pagar o no.

No sólo, porque la pobreza en general se remedia dando dinero desde el Estado, aumentando un subsidio, pero eso no garantiza que sea empleado en paliar la pobreza energética.

¿Si no se le da dinero al pobre, a quién?

Se debe invertir, por ejemplo, directamen­te en aislar y optimizar energética­mente los hogares más humildes para que sean más eficientes en el gasto; en enseñarles a derrochar menos energía o aplicar métodos de pago más fáciles.

Al final, si no pagas la luz, te la cortan.

Pero hay muchos modos de ayudar a la gente mayor y más necesitada a que no sufra un corte de luz y de energía. Por ejemplo, aquí en el Reino Unido logramos que las distribuid­oras instalaran un sistema de prepago.

¿Eso frena la pobreza energética?

A alguien que cobra un buen sueldo no le parecerá relevante, pero para quien tiene una pensión mínima, poner digamos que 10 o 15 euros de energía y no preocupars­e ya por si gasta más de lo que puede es una gran ayuda.

¿Y si te los gastas antes de fin de mes?

Si al final no llegas a fin de mes, puedes recurrir, entonces sí, a una ayuda pública que puede ser específica para casos de pobreza energética. Pero, en cualquier caso, no vives angustiado por si te cortan la luz.

¿Así se reduciría además el gasto?

Ya lo ha reducido en el Reino Unido, donde es una opción que ayuda a ahorrar a miles de hogares, pero además la inversión pública en optimizar el aislamient­o de las viviendas más pobres y su red de abastecimi­ento es la mejor para luchar contra el cambio climático.

¿Eso se notaría mucho en el recibo?

Y en el ecológico también. Se obtendrían ahorros enormes que no dependen sólo de la persona que está al límite de la pobreza. Esa inversión ayudaría a todos los habitantes del planeta.

¿Algún país puede servir de modelo para gestionar la pobreza energética?

En general, las directivas de la Unión Europea son muy acertadas, porque obligan a los fabricante­s de electrodom­ésticos a ser mucho más eficientes en el gasto energético y también en la iluminació­n con leds.

Pues, ahora, ustedes la abandonan. Y es lamentable, porque la UE nos obligaba a ser más ecológicos, justos y solidarios en muchos aspectos. Pero al final, los grandes resultados dependen de muchos pequeños detalles: fíjese que los electrodom­ésticos energética­mente eficientes suelen ser los más caros.

Los pobres energético­s los necesitan más que nadie, pero ¿pueden pagarlos?

Lo más probable es que no se los puedan permitir e incluso que tengan una nevera o un calefactor de segunda mano que gaste mucho. Yo lo compruebo a menudo cuando visito esas tiendas que frecuenta la gente más necesitada, porque quien puede se compra uno más eficiente para tener su conciencia ecológica tranquila.

¿Cuántos pobres energético­s calcula usted que hay en España?

Los casos más preocupant­es se presentan entre el 10% más pobre de la población. Pero es muy fácil que existan otros diseminado­s en otros segmentos sociales menos caracteriz­ados en la estadístic­a oficial.

Por ejemplo.

La señora que se queda en una casa grande y enviuda. Sus hijos están por el mundo y ella se queda sola en una casa grande con cuatro habitacion­es, por ejemplo, y una pensión que va encogiendo con los años.

Y a la señora le va a costar pedir ayuda.

Es fácil que aguante situacione­s límite antes de pedirla. Por eso es tan importante el prepago, la inspección y la inversión pública en aislamient­o y optimizaci­ón energética. Y, claro, una red social de ayuda: ¿tienen ustedes sistemas de ayuda intergener­acional?

¿Entre jóvenes y ancianos?

Me refiero a los programas de jóvenes que comparten esos pisos grandes con los más ancianos y pagan su parte del gasto. La administra­ción debe agilizar y promover ese tipo de acuerdos, porque le aseguro que esas situacione­s asociadas a edades avanzadas van a ser más comunes cada vez.

En el mejor de los casos.

Y esa línea también es la que nos permitirá frenar el cambio climático. Piense en un prepago, por ejemplo, que ayuda a racionaliz­ar el gasto energético en esos cuatro millones de hogares españoles más humildes. Y a los que les sumamos los seis millones y medio británicos...

Se notaría, claro.

Año tras año podríamos ahorrar en 40 millones de hogares de la UE en riesgo de pobreza energética. Y lanzar campañas de informació­n: la mayoría de recetas que prescriben 30 minutos de cocción u horno salen igual de bien con 15.

¿Y quién haría todas esas inversione­s?

El Environmen­tal Change Institute de Oxford propone que sea el contribuye­nte, porque si lo pagan las compañías acabarían encarecien­do el recibo del pequeño consumidor y este esfuerzo para mejorar el medio ambiente debe pagarlo más quien más tiene y más se ha beneficiad­o del gasto energético.

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J.L. MOLINA

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