Fin de trayecto para el ‘jeepney’
Si no te has subido a un jeepney no puedes decir que has estado en Filipìnas”, dicen con cierta sorna los filipinos a los extranjeros. Pero la posibilidad de viajar en este popular medio de transporte local o de hacerse simplemente una selfie está llegando a su fin. El Gobierno de Rodrigo Duterte ha decidido sustituirlos por microbuses más modernos y menos contaminante para el 2020. Una iniciativa que ha desencadenado protestas populares y varias huelgas de conductores, la última esta misma semana, que han obligado a cerrar los colegios y las oficinas gubernamentales. Tal es la simpatía que le tienen los pinoy, como se autodefinen los filipinos, a este medio de transporte.
La polémica ha estallado porque el jeepney suscita una especie de relación amorodio entre los filipinos. Por una parte es apreciado por ser un símbolo de la cultura popular de este país y el medio de transporte más utilizado en Manila. Por otro lado, la gente lo detesta porque va apretujada, sudando la gota gorda por el clima y el calor humano y porque contamina muchísimo. A pesar de que sólo suponen un 2% del parque de vehículos de la capital, contribuyen con un 80% a la contaminación del aire.
Pero a pesar de todo ello, los pinoy son reacios a permitir la desaparición de estos vehículos kitsch que son tan identificativos de Filipinas como los taxis amarillos lo son de Nueva York o los icónicos black cabs de Londres. Los jeepneys sin embargo son distintos. Para empezar, no hay dos iguales entre los 180.000 que circulan por el país. Cada uno lleva escrito su nombre en la parte frontal –Delilah, Kuai Family o Malagüeña, por ejemplo– y está adornado de una forma diferente, con motivos religiosos, deportivos o nacionalistas. Es imposible que haya dos semejantes en este país de 7.000 islas, aunque pertenezcan a la misma franquicia.
Sus orígenes se remontan a los años cincuenta del siglo pasado. En aquellos tiempos, algunos emprendedores filipinos aprovecharon los jeeps abandonados por el ejército de EE.UU. al final de la Segunda Guerra mundial, los modificaron y los convirtieron en un medio de transporte público. Así nació el jeepney.
Con el tiempo, este vehículo originario de EE.UU., dotado de un motor japonés y ensamblado por mecánicos filipinos se convirtió en el bus local filipino por antonomasia. Puede transportar a entre 18 y 22 pasajeros, apretujados como latas de sardinas, con ventanas sin cristales y con una humedad del 70 o del 80 por ciento, por el módico precio de unos 15 céntimos de euro. Una tarifa muy baja en un país donde el salario medio es de unos 265 euros mensuales.
Pero los jeepneys, famosos por sus originales diseños de carrocerías, pintadas con llamativos colores, con espejos y figuritas, han ido perdiendo el cariño de la gente. Ya no son los reyes de la carretera. Los gases contaminantes que desprenden sus motores diésel son –nunca mejor dicho– mortales y disgustan en un país donde cada año mueren unas 5.000 personas por enfermedades relacionadas con la contaminación del aire.
Y a todo ello se suma que cada vez resulta más cara su puesta a punto. No son vehículos estandarizados y, por tanto, es más difícil encontrar piezas de recambio disponibles en el mercado, señalan los constructores de jeepneys, según la publicación digital filipina Rappler.
Ante este cúmulo de razones, el Gobierno filipino lanzó a principios de verano un plan para modernizar los vehículos de transporte público en tres años. Un programa que afecta especialmente a los jeepneys por ser los más viejos y los que más normas incumplen. Las autoridades los reemplazarán por un tipo de vehículo menos contaminante, con GPS, aire acondicionado y sistema automático de cobro de tarifas. Y para facilitar su sustitución el Banco de Desarrollo de Filipinas otorgará préstamos para financiar la compra de los nuevos vehículos. La desaparición de los jeepneys está cantada y Filipinas perderá su vehículo más icónico.
Filipinas quiere
modernizar los transportes
públicos y retirar los populares ‘jeepneys’
No hay dos microbuses iguales a pesar de que todos son viejos jeeps transformados