La Vanguardia

El arquitecto de la cadena Ser

EUGENIO FONTÁN PÉREZ (1927-2017) Ingeniero de Telecomuni­caciones, periodista y empresario

- ADOLFO S. RUIZ

Fue ingeniero de Telecomuni­caciones por formación, pero periodista, empresario y, sobre todo, emprendedo­r por vocación. Eugenio Fontán, director general de la Sociedad Española de Radiodifus­ión entre los años 1963 y 1984, fecha en la que la cadena pasó a ser propiedad del Grupo Prisa, había nacido en Sevilla y ha muerto en Madrid, ciudad en la que desarrolló gran parte de su labor profesiona­l.

Eugenio Fontán era hijo de Antonio Fontán de la Orden, uno de los intrépidos empresario­s que pusieron en marcha Unión Radio en Sevilla, la primera en emitir en España, aunque luego ese honor quedaría históricam­ente asociado a Radio Barcelona. Tras la guerra civil, aquella Unión Radio pasó a convertirs­e en la Ser, bajo el mando de Virgilio Oñate, y con Antonio Fontán como vicepresid­ente. Ambos pusieron los cimientos de la que desde hace décadas es la primera cadena privada de España.

En 1962 se retira Virgilio Oñate y la Ser pasa a ser dirigida por los hermanos Fontán, Antonio y Eugenio. Ambos formaron una dupla imbatible en la que las virtudes de ambos desde el punto de vista profesiona­l se complement­aban. Antonio, que sería director del Diario Madrid ,el periódico que tantos dolores de cabeza produjo al régimen de Franco, diversific­ó su trayectori­a profesiona­l, llegó a ser ministro en la transición. Eugenio siempre permaneció fiel a su trabajo en la SER. Su primer gran objetivo fue configurar una red de emisoras que cubriese por completo el territorio nacional.

En los primeros años de la década de los sesenta, tuvo que enfrentars­e al deseo del régimen de crear una radiodifus­ión pública que aplastara a la iniciativa privada, al tiempo que pudiera ser utilizada como sistema de adoctrinam­iento y propaganda. Eran los tiempos en los que la única informació­n política permitida se concentrab­a en los partes de Radio Nacional de España y los reportajes del No-Do.

El espacio de libertad de las emisoras privadas se concentrab­a en los programas de entretenim­iento y de deportes. Eugenio, siempre apoyado por su hermano Antonio, puso en marcha espacios míticos como Mediodía cadena Ser, Carrusel deportivo o El gran musical.

En un país de censura, sin prensa libre, la SER fue un reducto de creativida­d y frescura que acompañó, animó y consoló a la gran mayoría de los españoles, aplastados por el gris del régimen y de los uniformes de su policía. Tanto éxito enardeció de nuevo los impulsos totalitari­os del franquismo, que se plasmarían en un nuevo intento por aplastar a las radios privadas, en este caso obligando a que la mayoría de las acciones pasaran a manos del Estado.

Eugenio, su hermano Antonio, Garrigues y su hijo Joaquín, junto a un reducido número de colaborado­res, lograron salvar a la Ser a cambio de que un 25% de la empresa quedara en manos del Estado, un paquete por el que no se pagó ni una peseta .

La llegada de la frecuencia modulada fue otra prueba de fuego para Eugenio Fontán. Aunque en un principio los hermanos pensaron que la onda media sería progresiva­mente sustituida por la nueva frecuencia, con el trasvase de programas consiguien­te, finalmente optaron por diversific­ar los dos sistemas y proponer una programaci­ón diferencia­da. Nacían los Cuarenta principale­s como radio-fórmula dedicada a la música.

Mientras el régimen se desmoronab­a, la Cadena SER y el resto de emisoras privadas iban conquistan­do más parcelas de libertad. Eugenio Fontán daba vida a Hora 25 al tiempo que los informativ­os horarios comenzaban hasta cubrir poco a poco todas las franjas horarias. Únicamente se mantenía una obligatori­a conexión con el noticiario público de Radio Nacional, tal y como marcaba el reglamento impuesto por el franquismo a todas las del país.

Un nuevo hito de la radio se vivió a partir del 23 de febrero de 1981. El golpe de Estado de Antonio Tejero supuso un boom de los medios de comunicaci­ón, y por supuesto de la radio. Y la Ser se apuntó un nuevo tanto con el popular comentaris­ta deportivo José María García subido en el techo de una unidad móvil, a pocos metros de la entrada del Congreso de los Diputados, narrando los acontecimi­entos con la misma pasión que ponía cada noche en su programa deportivo. Eugenio Fontán, que se mantuvo en contacto con el general Sabino Fernández Campo aquella noche histórica, recordaba que los golpistas no tomaron la sede de Radio Madrid porque se confundier­on y ocuparon la antigua emisora de La Voz de España

La difícil transición española, con los continuos atentados de ETA y el constante ruido de sables, vio resplandec­er una nueva época dorada en la radiodifus­ión española, siempre con la cadena Ser a la cabeza. Dos años después del triunfo de Felipe González en las elecciones generales de 1982, un pujante empresario santanderi­no, Jesús de Polanco, a la cabeza del Grupo Prisa, se hacía con la mayoría de las acciones de la cadena, con el apoyo de la familia Garrigues Walker. Terminaba así la presencia de la familia Fontán en la emisora a la que Eugenio había dedicado toda su vida.

Tras la salida de la Ser, aún tendría fuerzas para fundar Cadena Ibérica, con la histórica emisora Radio España de Madrid y, de nuevo, programas de éxito como La espuela. Hoy, los postes de cadena Ibérica están integrados en Onda Cero.

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DANIEL BLANCO / EFE / ARCHIVO

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