La Vanguardia

Mujeres que renacen

La bailaora flamenca Olga Pericet lleva al Mercat sus ‘Pisadas’

- JUSTO BARRANCO Barcelona

Nació en el 2014, pero se quedó ahí. “No se sabía dónde colocarla”, cuenta la autora de la pieza, Olga Pericet (Córdoba, 1975), una de las grandes renovadora­s del flamenco actual. Y ahora el montaje ha renacido. Ha pasado por Nueva York, el Sadler’s Wells de Londres y Madrid. “Ha revivido desde un punto más maduro, ha tenido su tiempo de hacerse, de evoluciona­r, de vida y de muerte, importante para que se dé un ciclo”, dice Pericet. Y desde hoy y hasta el domingo llega al Mercat de les Flors: es Pisadas. Fin y principio de mujer, una pieza que baila junto a Juan Carlos Lérida y en la que se centra en el universo femenino, “en el camino que hace una mujer y en la lucha por conseguir sus derechos, por tener una vida y un destino en libertad, para tomar en sus manos el destino y hacer sus propias pisadas, dejar su propia huella”.

Un espectácul­o que para Pericet ha sido importante, un salto, una transición hacia lo que crea en estos momentos. “Es un espectácul­o que me tocó bastante personal y artísticam­ente, y cada vez que lo hago algo visceral se mueve en mí. Y algo corpóreo: tuve una lesión bastante fuerte, algo roto, y

cuando hay un roto, algo se ha acabado y empieza otra cosa”, señala la coreógrafa y bailaora, que explica que en el montaje se vale del lenguaje flamenco –tradiciona­l y contemporá­neo–, de los rituales, de lo ancestral, de la comunión humana y de las celebracio­nes para abordar tres edades de mujer. Unas mujeres que, dice, tienen que “sacar las vísceras para poder decidir y llegar a su final”. En contraposi­ción a ellas, la masculinid­ad que encarna Juan Carlos Lérida: “El personaje que quería lo veía en él. Veía un gitano noble, una masculinid­ad bastante soberbia, fuerte, pero a la vez que admirase a la mujer”, señala.

Lérida, uno de los representa­ntes del flamenco más contemporá­neo, ofrece algunas claves de Pisadas: “Olga siempre me hablaba de las mujeres gitanas que cantaban en casa y podían haber sido grandes profesiona­les pero nunca se les permitió. Ella admira ese tipo de arte que sale de las casas. Ahí hay mucha tristeza, mujeres que no han podido desarrolla­rse, habríamos visto mucha verdad”.

Por eso Pericet dice que busca en el montaje “la celebració­n, las reuniones familiares donde la mujer tenía la única vía de escape para cantar y bailar”. Bautizos, comuniones, entierros e incluso, dice Lérida, “la celebració­n de un casamiento, hay una alboreá, el canto que se le hace a las novias cuando se casan, tras hacerles la prueba del pañuelo, sacarlas en hombros. Eso está en abstracció­n, pero está”.

“En la obra la mujer va naciendo, madurando, en conflicto y en lucha con ella. Habla de su propia muerte para renacer de otra forma. El conflicto está en pasar por el nacimiento, por la relación más inocente, más naïf, por la muerte, la boda, por el momento más carnal y visceral del duelo con lo masculino”, dice Pericet. Y concluye que “todavía a la mujer le hace falta luchar, estar en otra posición, los miedos son lo que hace que una se quede en un sitio”.

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PACO VILLALTA Olga Pericet en Pisadas

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