Del glamour al swing
Diana Krall
Intérpretes: Diana Krall, piano y voz; Anthony Wilson, guitarra; Stuart Duncan, violín; Robert Hurst, contrabajo; Karriem Riggins, batería
Lugar y fecha: Festival de Jazz de Barcelona. Auditori del Fòrum (17/X/2017)
Después del paréntesis pop de Wallflower, Diana Krall ha vuelto a su territorio natural, para retomar de nuevo los standards del great american songbook en su último álbum Turn up the quiet.
Moviéndose como pez en el agua entre el swing desenfrenado y el glamour más lánguido, la pianista y cantante canadiense ha facturado un auténtico disco de jazz, en el que concede más espacio a la improvisación y explora con sus aquilatadas interpretaciones vocales toda la gama de emociones, desde el romanticismo a la alegría, pasando por el juego y la diversión.
Ataviada con un elegante vestido largo de color negro y plateado, Diana Krall abrió la veda con un swingueante Deed I do, extraído de su álbum de homenaje a Nat King
Cole de mitad de los noventa. Para enlazarlo con L-O-V-E, otro tema popularizado por Cole y que forma parte de su último álbum, en el que la artista exhibió su buena pianística muy bien asistida por la certera guitarra de Anthony Wilson. Siguiendo con su nuevo material, abordó luego una “glamourosa” versión del standard de Rodgers y Hart, Isn’t it romantic, antes de dar paso a una maravillosa interpretación vocal del celebérrimo Night and day de Cole Porter, enriquecida por un lírico solo del violinista Stuart Duncan, y que fue premiada por el público con una cerrada ovación.
Tras volver a mostrar su considerable nivel como pianista –con guiño incluido a Thelonious Monk– en un suculento Blue skies, Diana Krall echó mano de sus trabajos anteriores para brindarnos, entre otras, una sensacional versión del Temptation de Tom Waits. El quinteto, que mostró siempre una óptima interacción entre sus miembros, hilvanó una soberbia improvisación a propósito de este tema, con mención especial para el violinista Stuart Duncan, el cual nos deslumbró ya fuera con el arco, en pizzicato o rasgueando el instrumento como si fuera una guitarra. Todo ello, antes de volver al swing en los últimos compases, y cerrar el concierto por arriba con un excitante Just you, just me.
Puesto en pie, el público despidió a Krall y sus músicos con una atronadora ovación. Ya en los bises, y tras perfumarnos con el aroma country del Wallflower dylaniano, la “glamourosa” artista canadiense puso punto final a su magnífico concierto con el toque más latino de Sway.