El hombre y la tierra
Handia
Dirección: Jon Garaño y Aitor Arregi
Intérpretes: Eneko Sagarday, Joseba Usabiaga, Ramon Agirre, Iñigo Aranburu
Producción: España, 2017. Duración: 115 minutos. Drama.
Cine vasco hablado en euskera, idiosincrático, sanguíneo, anclado en las raíces, no es precisamente moneda corriente en nuestras pantallas. Sin embargo, dos títulos han venido estos días a marcar la excepción: Errementari: El herrero y el diablo, de Paul Urkijo Alijo, presentada en el festival de Sitges, y ahora, tras su paso por el de San Sebastián, Handia, escrita, con la colaboración de Andoni de Carlos, por Aitor Arregi, José Mari Goenaga y Jon Garaño, los guionistas de la celebrada “Loreak, que dirigieron los dos últimos, autores asimismo de la estimable
80 egunean. Un equipo de cineastas, como se ve, muy compenetrado Eneko Sagarday y singular, artífices de un cine sin afeites ni hojarasca, sencillo pero profundo e intensamente poético.
Inspirada en una leyenda, Handia recorre unos treinta años del siglo XIX y tiene su localización principal, que no única, en un modesto caserío en el que viven dos hermanos, hijos del agricultor. Uno de ellos será reclamado para participar en las guerras carlistas y conocerá mundo y experiencias vitales. A su regreso, años después de haber finalizado la guerra, encontrará a su hermano convertido en, literalmente, un gigante, mutación física que aprovecharán ambos para recorrer geografías españolas y europeas y exhibir al fenómeno como atracción de feria.
Entre el melodrama rural, la fantasía, el folklore popular y el cine de aventuras, y con toques de
Freaks y El hombre elefante, Handia es una obra originalísima y llena de enigmas. Con una historia tan cargada de complejidad, los autores podían haber caído en pretensiones discursivas o simbólicas, pero no hay nada en la película que sugiera que Arregi y Garaño nos estén mirando por encima del hombro, al contrario: la película es franca y limpia en su exposición, bellísima sin caer en el esteticismo, emocionante en su calado humano, pues su gran tema es el diálogo entre el hombre y la tierra y los misterios del mundo. El reparto es brillante, tan puro y natural como los escenarios y sin asomo de divismo.