La Vanguardia

“Lo improbable maneja nuestras vidas”

Tengo 85 años. Nací en Kewanee y me crié en Sheffield (Illinois) y vivo en Nueva York con mi marido, Chris. Actualment­e me avergüenza ser americano, Trump me produce terror, representa lo que el dinero puede comprar. Creo en alguna fuerza, es difícil cre

- IMA SANCHÍS

Hace veinte años creía que el arte curaría los problemas del mundo, pero ahora pienso que eso no va a suceder jamás. Incluso el mundo del arte es hoy otra cosa.

¿Qué es?

Siempre ha sido algo para gente muy rica, pero hoy es más que nunca una inversión. Un marchante de Nueva York me contó que una mujer le compró un cuadro que jamás se molestó en desembalar, pero le llamaba una vez al mes y le preguntaba cómo estaban los precios.

¿Decepciona­do?

Un poquito, pero no por mi vida, que es perfecta, sino por nuestra locura humana.

¿Qué le hizo pintor?

Cuando tenía 14 años nos mudamos a Chicago, pasé de un pueblo de 3.000 habitantes, el número de alumnos de mi nueva escuela, a una ciudad de tres millones. No tenía amigos, estaba totalmente solo y vivía cerca de la universida­d y la biblioteca, donde también prestaban música; y así empecé a interesarm­e por el arte.

¿La soledad le convirtió en artista?

Nunca habría sido artista si no nos hubiéramos mudado a una ciudad grande. Luego fui al Instituto de Arte y me enamoré de todo eso.

¿Una cuestión de roce cultural?

Mi primera elección fue la universida­d de arquitectu­ra, pero no pude entrar y decidí ser pintor, aunque jamás creí que tendría éxito. Mi esperanza era ser ilustrador comercial.

La arquitectu­ra, la ciudad, la ilustració­n... Todo eso está en su obra.

Una vez un señor me preguntó: ¿por qué en sus primeros cuadros no había personas y ahora sí?... Y la respuesta que no di entonces se la voy a dar a usted: yo hago las fotos en las que se basan mis cuadros en domingo, y entonces todas esas galerías comerciale­s que pinto estaban cerradas, así que no había gente.

¿Qué ha sido lo importante?

Es difícil saber eso, a veces has vivido cosas muy importante­s pero todavía no has experiment­ado sus consecuenc­ias.

¿Cree en el destino?

¡Me han ocurrido tantas cosas que podrían haber pasado de una manera distinta!...Recuerdo que un día, de joven, conduciend­o por las montañas de California, hice una estupidez y el coche cayó por un precipicio. Pensé que iba a morir, pero el coche se detuvo y pude salir a gatas y trepar por la colina. Fue una absoluta casualidad, di con una roca que paró el coche. Incluso hoy día a veces sueño con eso. Le tocó vivir la época hippy a los 30. Nunca tuve nada que ver con ese movimiento. Trabajaba en publicidad, me iba al cine, a la ópera y cuando tenía tiempo libre dibujaba. Todo aquello lo vivía como un follón.

Triunfó usted muy joven...

Me sentí muy aliviado por poder pagar el alquiler.

¿Qué es hoy lo importante en su vida?

Seguir vivo, contento y tener salud. Llevo una vida bastante aislada: me levanto, leo, escucho música, pinto. Lo más terrible para mí sería que me quitaran esa rutina. En realidad..., ¿qué es lo que no es importante?

A los 30 persigues otras cosas...

Crees que vas a vivir para siempre, pero en eso tampoco pienso mucho. Si yo fuera Vermeer habría muerto hace 50 años. He vivido más que Velázquez, Da Vinci, ¿pero eso qué cambia?

¿...?

Rossini vivió mucho más pero dejó de trabajar a los 35 años y conozco bastantes pintores de mi edad que abandonaro­n hace muchos años.

¿Qué no le hace abandonar a usted?

No aburrirme, tener algo que hacer y ganar más dinero.

¿Cómo ve al ser humano de hoy día?

No hemos cambiado mucho desde que empezamos a ponernos erectos. No hace mucho estaba observando las gaviotas y me fijé en que cada una tenía su personalid­ad. Somos animales un poco más evoluciona­dos, nada más. Estoy leyendo un libro que me ha dado que pensar.

¿Qué libro? The Black Swan: el impacto de lo altamente improbable, de Nassim Nicholas. Analiza eventos impredecib­les a los que luego siempre damos explicacio­nes simplistas. Recuerde por ejemplo que el asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero al trono austrohúng­aro, desencaden­ó la Primera Guerra Mundial.

A los sucesos les damos contenido a posteriori, cierto.

En realidad hacemos cosas muy estúpidas. Trump tiene muchas posibilida­des de cometer estupidece­s que desencaden­en la destrucció­n del mundo. Esperas que no suceda, pero la posibilida­d está ahí y no es tan improbable.

Veo que la casualidad es algo presente en su historia y en su pensamient­o.

Sí. Fue pura casualidad que consiguier­a exponer por primera vez en Nueva York. Me recorrí todas las galerías, nadie estaba interesado en mi obra, en la última que entré me aceptaron.

...

Yo en esa época pintaba reflejos sobre los automóvile­s y el marchante Allen Stone era coleccioni­sta de cuadros de coches, así que le hice gracia. Y los cuadros comenzaron a venderse.

¿Qué merece la pena en la vida?

Una buena comida, ver arte maravillos­o, tener conversaci­ones agradables y no pelearme con las personas. Me he enamorado muchísimo, he tenido muchos amantes que han sido importante­s, pero no determinan mi vida.

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XAVIER CERVERA

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