La Vanguardia

Connemara, la Irlanda más salvaje

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Agreste, sobrecoged­ora y dura. Así es la belleza de esta región situada al oeste del

país, en el condado de Galway, poco parecida a la tradiciona­l y amable imagen irlandesa de verdes valles, colinas boscosas, acantilado­s que quitan el hipo, coquetos lagos y pueblos pesqueros asomando a costas que no tienen que esforzarse demasiado para enamorar. Aquí el amor también aguarda, pero para aquellos viajeros con debilidad por los paisajes austeros

que mudan de color y ánimo al mismo tiempo que, desde el mar, llegan las nubes y se marcha el sol. Este territorio de páramos, montículos de granito, ciénagas, desnudas montañas y playas solitarias, que hoy resulta nostálgica­mente romántico, fue durante mucho tiempo uno de los

más olvidados de Irlanda, sobre todo cuando de aquí marchaban sus habitantes rumbo a las Américas.

ISLAS Y RUTAS DE SENDERISMO

Para empaparse del carácter recio, casi salvaje, de Connemara, lo recomendab­le es dedicarle a la región, por lo menos, dos días con sus dos noches y evitar la tentación de acercarse en una excursión exprés desde Galway. Así, se podrán combinar las visitas imprescind­ibles con otras

actividade­s como el senderismo, el ciclismo o los paseos a caballo, que permiten disfrutar con calma de la belleza de los páramos florecidos de brezo y espinillo. De hecho, en las vecinas islitas de Omey e Inishbofin se puede disfrutar de agradables rutas con vistas a la costa y el océano. A Omey se llega a pie o en coche durante la pleamar, mientras que Inishbofin está comunicada a través de los ferris que parten del puerto de Cleggan.

PARA EMPAPAR SE D EL CARÁCTER RECIO, CASI SALVAJE, D E CONNEMARA, LO RECOMENDAB­LE ES D EDICARLE DOS DÍAS A LA REGIÓN

ODA A LA MÚSICA

Uno de los patrimonio­s más valiosos de los irlandeses es

la música. Para descubrirl­o, lo mejor es ir hasta Clifden, la capital de Connemara. Esta encantador­a localidad portuaria de casas coloreadas y animada vida nocturna cuenta con numerosos pubs con música tradiciona­l en vivo.

Otro de los atractivos de Clifden es la llamada Sky Road, una carretera de apenas once kilómetros que ofrece uno de los recorridos más bonitos de toda Connemara, gracias a las fabulosas panorámica­s sobre las icónicas cumbres de

Twelve Bens y el ruinoso castillo de Clifden. Esta ruta es mejor realizarla al atardecer, al igual que el paseo por la vecina península de

Ballyconne­ely, uno de los rincones menos alterados y más hermosos del condado. Aquí se encuentra uno de los mejores ejemplos de pantanos de turba de Connemara, un paisaje casi fantasmal que contrasta con las arenas finas de las playas que rodean la península, donde cada pleamar desvela en la orilla un surtido generoso de almejas, mejillones, berberecho­s, erizos de mar, gambas y vieiras.

Una buena panorámica de la costa y las cumbres Twelve Bens se observa desde la cima del monte

Errisbeg, a cuyos pies se encuentra el puerto pesquero de Roundstone, uno de los más antiguos de la costa oeste, donde cada día llegan langostas, cangrejos, caballas y otros pescados y frutos del mar. En julio, esta tranquila localidad celebra The Roundstone Regatta, una de las más antiguas carreras marítimas de la costa oeste, que vale la pena visitar.

LA CARRETERA A GALWAY

Retomando el rumbo hacia el norte de Connemara, la carretera N59 desvela en pocos kilómetros otros atractivos enclaves, como la bonita

península de Renvyle, el encantador y modesto fiordo de Killary –donde la propia carretera se convierte en mirador excepciona­l– y la fotogénica abadía de Kylemore, ya a las puertas del Parque Nacional de Connemara. Por sus tres mil hectáreas de turberas, lagos y montañas hay numerosos senderos que piden un paseo, como la sencilla subida a

la cima del Diamond Hill, apta incluso en días de llovizna. Fuera del parque, la R344 discurre enmarcada entre las montañas Maumturks y las Twelve Bens, siguiendo el bello valle de Inagh y su lago homónimo.

Al otro lado de las montañas, la R345 conduce por su parte al lago

Corrib, el segundo más grande del país y muy conocido entre los pescadores de mosca. Ambas vías finalizan antes o después en los pantanos de Maam Cross y la N59, marcando ya el camino hacia Galway, la capital del condado y una de las ciudades más animadas del país.

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El paisaje de Connemara invita a una escapada de fin de semana.
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