La Vanguardia

North Coast 500, ruta por la Escocia remota

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No falta nada del catálogo del imaginario escocés en esta espectacul­ar ruta

circular por la costa norte del país. En sus más de 800 kilómetros de distancia hay espacio para castillos, lagos, cumbres, playas solitarias, espectacul­ares miradores, pueblos pesqueros, destilería­s, yacimiento­s y, cómo no, leyendas y fantasmas. Un recorrido por la Escocia más

remota que, paradójica­mente, le ha robado intimidad a las Highlands más norteñas para regalarle al viajero uno de los recorridos costeros más bonitos del país y de Europa.

RUTA PARA VIAJEROS

Al recorrer algunos de sus tramos de carretera más espectacul­ares, parece difícil creer que se haya tenido que crear una ruta turística para atraer a los viajeros hasta el hermoso extremo septentrio­nal de Escocia, casi como si fuera un señuelo que hilvanara un rosario de enclaves de poca monta. Nada más lejos de la realidad. Al norte y oeste de Inverness, la capital de las célebres Highlands, o Tierras Altas, se extiende un hermoso territorio apenas alterado donde, hasta hace poco más de tres años, llegaban solo viajeros concienzud­os y aquellos a los que algún conocido les había dado el soplo.

Para aparecer en los mapas de una manera más productiva, en el año 2014 se creó la ruta North Coast

500, un recorrido de 500 millas que une las carreteras ya existentes entre las ciudades y pueblos costeros de los condados de Wester Ross, Easter Ross, Sutherland y Caithness. La idea tenía todas las papeletas para triunfar, y así ha sido: a finales del año pasado, las cifras recogidas por los Centros de Informació­n de

Ullapool, Durness y Thurso apuntaron una subida de visitantes en torno a un 30 por ciento. Un buen comienzo para esta ruta turística, cuya campaña de marketing, sin embargo, ha querido ligarla a la imagen de la Ruta 66, a pesar de que la versión escocesa no lleve a ninguna parte, salvo al propio inicio, tenga una longitud casi ocho veces menor y presente un trazado, a diferencia de la mítica ruta, perfectame­nte señalizado y promociona­do.

RECORRIDO CIRCULAR

El castillo de Inverness, localizado en la capital de las Tierras Altas, marca el principio y final de la North Coast 500, un recorrido que gusta especialme­nte a los amantes de la conducción y que se puede disfrutar con comodidad en un viaje de una

semana de duración. Algunos de sus tramos son muy espectacul­ares, como la famosa Bealach na Ba, la carretera que une los núcleos de Applecross y Tornapress a través del paso de montaña homónimo y cuya dificultad es avisada al inicio de la misma: “No recomendad­a para conductore­s principian­tes, ni caravanas ni vehículos de gran tamaño”. Razones no faltan, pues hay puntos ciegos, curvas cerradas y vertiginos­os acantilado­s, aunque su mayor problema lo tiene en las espectacul­ares panorámica­s, que distraen al conductor más de lo que deberían. En el punto más alto hay un mirador desde el que se divisan las islas vecinas, aunque las vistas aún son mejores desde la cumbre, a donde se llega tomando el sendero que parte desde el mismo aparcamien­to.

En el caso de que se haya preferido tomar el sentido occidental de la ruta, este célebre tramo se puede descubrir en el primer día de viaje, pues Applecross se encuentra a 143 kilómetros de distancia de Inverness. Por el camino asoma la agreste belleza del condado de Wester Ross, conocido por su paisaje de montaña salpicado de lagos y fiordos, como

loch Ewe, loch Torridon, loch Maree y loch Broom, en cuyas orillas se encuentra el encantador pueblo pesquero de Ullapool. Sin embargo, las buenas panorámica­s no se reducen a las que proporcion­a la Bealach na Ba; también se encuentran en el mirador sobre las islas Skye y las Hébridas en que se convierte la carretera a su paso por Fearnmore y Shieldaig camino de Gairloch y Ullapool. O en el también espectacul­ar tramo que une esta localidad con Durness, el cual atraviesa un vasto territorio de na-

turaleza inalterada donde reclaman atención las hermosas ruinas del

castillo de Ardvreck y el icónico puente curvo de Kylesku, que salva las aguas del loch a' Chàirn Bhàin. Sin olvidarse de las playas vírgenes de Achmelvich y Clachtoll, dos de los arenales más bonitos del Reino Unido y enclave perfecto para disfrutar de un pícnic, si el tiempo acompaña.

LA REINA DE LA MONTAÑA

La parte norte de la ruta no tiene nada que envidiar a la occidental, pues no le faltan los atractivos ni los paisajes que piden a gritos que les fotografíe­n. Buen ejemplo de ello son las singulares cimas de Ben

Hope y Ben Loyal, la llamada “reina de las montañas escocesas”, las cuales acompañan con su presencia hasta más allá del estuario de Tongue, donde se levantan las evocadoras ruinas del castillo de Varrich.

Otra fortaleza que bien merece una parada es el castillo de Mey, comprado por la Reina Madre en los años 50 en estado ruinoso y reconstrui­do poco a poco. Abierto al público desde su fallecimie­nto, no le falta el inevitable huésped fantasmal, conocido como la Dama Verde, ni una localizaci­ón idónea junto al mar, entre dos de los promontori­os más visitados de la ruta: Dunnet Head, con vistas sobre las islas Orcadas, y

Duncansby Head (John o’Groats), la punta más nororienta­l del Reino Unido, frente a la cual despuntan dos icónicos islotes que asemejan ser enormes veleros con las velas hinchadas por el viento. A partir de aquí, la ruta toma rumbo sur en

dirección a Inverness, a 200 kilómetros.

Según el tiempo disponible de viaje, que al llegar a este punto, normalment­e, es menos de lo que se había calculado en un principio, se podrán visitar algunas de las destilería­s

de la zona, como Old Pulteney Distillery o Dunnet Bay Distillery; la pequeña localidad histórica de Dornoch, que cuenta con un excelente campo de golf; y el impresiona­nte castillo de Dunrobin, en Golspie, rodeado de uno de los jardines más destacados de Escocia.

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La versión escocesa de la Ruta 66 empieza en Inverness, en la capital de las Tierras Altas. Arriba, las ruinas del castillo de Ardvreck.
 ??  ?? Las playas de las Highlands del norte lo tienen todo. Entre ellas, destaca la bahía Achmelvich, la playa de Gairloch y las arenas blancas de Balnakeil, cerca de Durness.
Las playas de las Highlands del norte lo tienen todo. Entre ellas, destaca la bahía Achmelvich, la playa de Gairloch y las arenas blancas de Balnakeil, cerca de Durness.
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 ??  ?? La ruta permite descubrir lugares a los que llega muy poca gente.
La ruta permite descubrir lugares a los que llega muy poca gente.

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