Argentina avala las reformas de Macri
HAY dos interpretaciones sobre la rotunda victoria del movimiento presidencial Cambiemos en las elecciones legislativas del domingo en Argentina: Mauricio Macri ha ganado la tercera vuelta de las presidenciales del 2015 o la primera vuelta de las del 2019. Sea cual sea la respuesta, los electores han revalidado la apuesta reformista de Mauricio Macri, que ya empieza a dar réditos económicos y es un signo de confianza en el futuro de Argentina. El país entra en una etapa de “reformismo permanente”, según la ambiciosa expresión del inquilino de la Casa Rosada.
Después de la recesión sufrida en el 2016, con un PIB negativo en 2,2%, el crecimiento previsto para este 2017 es del 3%. La inflación, tan asociada a las convulsiones políticas y los males endémicos de la economía, sigue siendo muy elevada (17% en los nueve primeros meses del año) pero parece domesticada si tenemos presente que llegó al 40% el año anterior. Estas cifras han exigido sacrificios y disciplina: devaluación del peso, control de cambios, reducción de las subvenciones del agua, la electricidad y el gas, y el fin del litigio de los fondos buitre. La medicina amarga continuará en los próximos meses, con el pulso pendiente de la reforma laboral, la reducción del déficit fiscal y de la economía opaca (según cálculos oficiales, casi la mitad de la población trabaja en negro). A pesar de todo, el voto de los argentinos ha refrendado políticas realistas y convencionales en el club de los países desarrollados, un gran éxito personal de Macri y sus políticas de centroderecha, creíbles y alejadas de las promesas y los cantos de sirena que durante muchos años habían sumido a una gran nación como Argentina en un estado de ánimo deprimido y una realidad social por debajo de las capacidades y los recursos del país. El discurso de Macri ha sido realista y su victoria debería reforzar un diálogo de consenso y paz social con los sectores reacios a las reformas o excesivamente débiles para afrontar determinados impactos.
El triunfo de Mauricio Macri es también una sanción retrospectiva a la era de los Kirchner (el presidente Néstor, entre el 2003 y el 2007, y su viuda Cristina, hasta el 2015), sin descontar el factor de la escisión peronista creada por la expresidenta. Aunque Cristina Fernández mantiene su escaño de senadora por Buenos Aires –lo que ralentizará la tramitación de causas judiciales–, el margen de victoria ante un rival gris sugiere que sus hipotéticas aspiraciones a la presidencia en el 2019 son poco halagüeñas. Bienvenido sea el optimismo con fundamento ante el futuro de Argentina.