Casi 30 años de cárcel para ‘el descuartizador de Majadahonda’
La Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a 27 años, tres meses y un día de prisión a Bruno H. V., conocido como el descuartizador de Majadahonda, por matar a su tía Liria y a la mujer a la que había arrendado una habitación (Adriana B. G.), cuyos cuerpos trituró con una máquina picadora industrial.
Según establece la sentencia de la sección 30 de la Audiencia Provincial, a la que ha tenido acceso Europa Press, se le impone por cada uno de los crímenes la condena de 12 años de cárcel. A su vez, se le aplica 21 meses y un día de prisión por estafa, seis meses por un delito de falsedad documental y un año de cárcel por tenencia ilícita de armas.
Con este fallo, la Audiencia Provincial considera culpable a Bruno H. V. de matar a ambas mujeres y de trocear los cuerpos con la máquina picadora industrial hallada en el sótano de la casa de Majadahonda. Los restos de los cuerpos nunca han aparecido (se presume que los enterró) pero sí se halló ADN de las dos mujeres en la picadora.
La sentencia considera probado que tras matar a su tía Liria, el 13 de abril del 2010, Bruno H. constituyó una empresa de construcción con el ánimo de obtener un beneficio económico de la muerte de su familiar. Con tal fin, relata el fallo, giró recibos meses después de su fallecimiento contra la cuenta de la que ella era propietaria por importe de más de 33.000 euros y con idéntico propósito, simuló la firma de su pariente en un contrato “falaz” de arrendamiento, por el que la fallecida Liria le cedía el uso de la vivienda de la calla Sacedilla de Majadahonda (donde se halló la picadora) durante 15 años por el importe de 18.000 euros, cantidad que no abonó nunca pero sí
Bruño H. mató a su tía y a la inquilina, que le había alquilado una habitación, y luego trituró sus cuerpos
alquiló esa casa a cambio de dinero. Nadie echó en falta a esta mujer porque, tras su divorcio, su único hijo había muerto y no tenía contacto con sus otros cinco hermanos.
La sentencia considera igualmente probado que el condenado, años después de este primer crimen, el 1 de abril del 2015, causó voluntariamente la muerte de Adriana, una ciudadana argentina soltera y de 54 años, cuyo cadáver también troceó e hizo desaparecer con posterioridad, ayudándose de la misma picadora de carne con que desmenuzó los restos mortales de su familiar.