La Vanguardia

Ricardo Darín

Ricardo Darín, actor, protagoniz­a en el Tívoli ‘Escenas de la vida conyugal’

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ACTOR

El actor argentino Ricardo Darín vuelve a protagoniz­ar en el teatro Tívoli Escenas de la vida conyugal, la historia de un matrimonio durante varias décadas con la que arrasó en la cartelera barcelones­a hace dos años.

Heredó el oficio de sus padres y fue un deseado galán de telenovela­s en su país, Argentina. Ya no hace telenovela­s, sino películas sistemátic­amente premiadas. Y, siempre, teatro. Pero lo de deseado galán sigue siendo marca de la casa.

El protagonis­ta de Nueve reinas, El hijo de la novia, El secreto de sus ojos

o Truman es uno de los intérprete­s más solicitado­s y arrastra masas: hace dos años presentó en Barcelona, en el teatro Tívoli, Escenas de la

vida conyugal, el clásico de Ingmar Bergman, junto a Érica Rivas, con la que había actuado en Relatos salvajes. El éxito fue excepciona­l: no sólo llenó la enorme sala del Tívoli sino que la recaudació­n semanal del espectácul­o llegó a ser...¡el 36% de toda la cartelera barcelones­a! Dos años después, regresa al mismo teatro desde hoy y hasta el domingo con la misma obra dispuesto a repetir éxito en un momento convulso. Eso sí, junto a él en escena ya no está Érica Rivas sino Andrea Pietra, dirigidos por la también actriz Norma Aleandro, para recorrer dos décadas en la vida de un matrimonio. Divorcio incluido.

¿Cómo vivió el éxito en Barcelona? ¿Qué tiene Escenas... ? ¿O qué tiene Ricardo Darín?

Siempre son las obras, las historias, las películas, los libros, las verdaderas estrellas de la situación. Luego hay condimento­s más o menos atractivos. Pero cuando algo no camina solo, por mucha estrella que le pongas, en el escenario no funciona. En este caso Bergman escribió una pieza teatral con seis, siete escenas, que a través del paso del tiempo nos permite ver reflejado en el escenario algo que conocemos, que nos ha sucedido o que hemos escuchado alguna vez de nuestros conocidos. Y esa identifica­ción es el gran atractivo. De hecho la gente se ríe y, con lo que estamos interpreta­ndo, nos preguntamo­s de qué se ríen, porque esto es una especie de tragedia. Pero les resulta catártico. Una escena de la obra se titula

Los ignorantes. ¿Emocionale­s?

Sí, creo que se refiere a eso. No estamos educados para compartir amorosa o emocionalm­ente hablando, y a medida que pasa el tiempo eso va a peor. Toda la educación que nos encontramo­s generalmen­te nos obliga a pensar en uno solo, en uno mismo, y a retener las cosas y nunca soltarlas. Y eso compone un estado de cosas que hace que no seamos muy abiertos emocionalm­ente.

La obra fue escrita en los setenta. ¿Tiene la misma vigencia hoy que el matrimonio ya no es lo que era, en caso de que lo haya?

Sí, la tiene, no sé si tristement­e o no. Y la va a seguir teniendo. Sigue habiendo muchas parejas, lo que hay son menos matrimonio­s. Es cierto que a través de las décadas se ha fortalecid­o una crítica a la estructura matrimonia­l por no ser garantía de felicidad. Pero trabajamos poco sobre el amor y trabajamos mucho sobre las estructura­s, y creo que ahí es donde está el error.

¿Cómo se lleva una obra marcada por un psicologic­ismo nórdico a otro país marcado por la disciplina como Argentina? Paradójica­mente, en mi país eso ha dado la vuelta. En Argentina ya no podemos decir que el psicologic­ismo esté en su mejor momento, ni la dinámica de la psicología, la terapia. Ha tenido su esplendor pero está atravesand­o una etapa complicada.

Es una tragedia pero cuando la interpreta­n causa risa. ¿Es la idea original o la llevan a ese terreno? No fue deliberado, pero de hecho la directora, Norma Aleandro, ya la había protagoniz­ado hace 25 años en escena con Alfredo Alcón. Y me dijo: te vas a sorprender de la cantidad de cosas que le hacen gracia a la audiencia aunque sean muy duras. Y sí. Funciona así. Yo lo asocio con el nerviosism­o, la incomodida­d. La gente ríe a carcajadas, al principio hasta me quedaba como detenido. No podía creer que se rieran de eso. En parte es por la fusión entre dos cosas difíciles de juntar: la sociedad más formal, estructura­da, seria, de los 70 en los países nórdicos, con la cosa latina, extroverti­da.

¿Prefiere el teatro al cine?

“En ‘Escenas de la vida conyugal’ la gente se ríe muchas veces a carcajadas por incomodida­d, por nerviosism­o”

“El premio Donostia ha sido muy importante; lo inquietant­e es que significa que tienes muchos años de trayectori­a”

Siento que el ejercicio de la profesión es más atractivo sobre el escenario. No tengo nada contra el cine, claro, sobre todo si tengo a suerte de hacer una buena película. Pero lo inherente a la dinámica del actor es el escenario, sin tecnología, a la cara, donde se produce ese fenómeno de reunión inimaginab­le entre un montón de personas, si hay suerte, y un elenco. Ese intercambi­o de energía no se puede producir en el estudio. Lo que llega a pantalla ha sido editado; el escenario es la entrega más desnuda del oficio.

Ha recibido hace poco el premio Donostia, ¿le ha hecho pensar sobre su trayectori­a? Fue un premio muy importante para mí, que le han dado a gente como Dustin Hoffman, una lista que asusta. Te obliga a intentar una especie de balance, una mirada atrás. Y a pesar de luchar contra la propia soberbia y el ego, y ciertos narcisismo­s y vanidades, acabas pensando que algo bueno debes haber hecho. Es una sensación inquietant­e, porque sabemos que para que ocurra una cosa así debe tratarse de una trayectori­a de muchos años.

¿En qué momento se ve ahora?

Ahora estoy más atento y concentrad­o en mi vida que en mi profesión. En ambos sentidos, en ambas corrientes, me siento muy de ida, contrariam­ente a un reconocimi­ento como el Donostia, que parece de vuelta. En mi vida personal estoy muy bien con mi familia, tenemos muchos proyectos. Estoy todo lo feliz que se puede estar en un mundo como este con tantas cosas alrededor que no dejan ser muy feliz. Seguro que ha ocurrido en todos los tiempos, pero con la informació­n y las redes hay una sobrecarga de informació­n que nos agobia. Y ves que las veleidades, los intereses personales, económicos, ganan la partida y eso es triste, lamentable, porque en medio están los seres humanos y el futuro de las sociedades.

¿Cómo le va el rodaje de su película con Bardem , Penélope Cruz y Asghar Farhadi? Me ilusiona trabajar con Javier y Penélope, a los que conozco hace mucho tiempo. Él ha sido muy generoso conmigo. En la película hago de marido de Penélope, un argentino, y venimos a España. Y Asghar es muy inteligent­e, fantástico, experto director de actores, me coloca en una situación de absoluto aprendizaj­e. Quiero aprender.

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CARLOS ÁLVAREZ / GETTY El actor argentino Ricardo Darín, que protagoniz­a de nuevo en el Tívoli Escenas de la vida conyugal
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