La Vanguardia

Pirotecnia en el lienzo

El artista chino emula “el espíritu aventurero” que ve en Goya, Velázquez o el Greco

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Cai Guo-Qiang lleva al Museo del Prado su singular obra, en la que el artista combina pintura y fuegos artificial­es, tradición europea y renovación oriental, clasicismo y ruptura.

El olor a pólvora puede asociarse a la guerra o la fiesta. Pero no es lo que uno espera encontrar en una sala de exposicion­es, y menos en la de un museo como el del Prado. Hasta que llegó Cai Guo-Qiang –el artista de los fuegos artificial­es– para combinar allí pintura y explosivos; tradición europea y renovación oriental, clasicismo y ruptura.

Después de meses de preparativ­os pictóricos y pirotécnic­os, primero en su estudio de Nueva York y después en el Salón de Reinos del propio museo de Madrid, convertido en su taller durante el último mes, Cai presentó ayer en el edificio de Los Jerónimos la muestra El espíritu de la pintura: un “intercambi­o” y un intento de “conexión” creadora con los grandes maestros del Prado, con mención expresa de Goya, Velázquez, Tiziano, Rubens y sobre todo El Greco, a quien el huésped contemporá­neo de la pinacoteca madrileña parece venerar. La exposición –insólita en este templo del arte barroco, renacentis­ta y gótico– podrá verse hasta el 4 de marzo.

“La pólvora se asocia en esta tierra a los atentados y a las guerras, pero si la utilizamos para el arte puede producir belleza y esperanza”, dijo Cai en una puesta de largo con todos los honores en la que también participar­on el director del centro, Miguel Falomir; su director adjunto de conservaci­ón, Andrés Úbeda; el comisario de la expo, Alejandro Vergara, y, como representa­nte de la empresa patrocinad­ora, el jefe de Marca de Acciona, Joaquín Mollinedo.

La 27 “pinturas hechas con pólvora” que integran la muestra tratan de honrar y de establecer vínculos con los clásicos mediante el uso de sus colores y parte de sus técnicas, pero sobre todo mediante la emulación de la “valentía y espíritu de aventura” que según el artista chino caracteriz­a las obras de todos ellos, en contraste con unas creaciones actuales con frecuencia muy controlada­s gracias a la precisión de los medios digitales.

En el caso del propio Cai, el componente de riesgo es claro: después de dibujar y pintar sobre lienzo con pólvora y pigmentos de colores, el autor se juega el éxito y hasta la pervivenci­a de cada uno de sus cuadros en una explosión que como mucho puede durar dos segundos. Y eso si contamos el tiempo que el humo de la deflagraci­ón tarda en hacer su efecto sobre la tela. Porque, por mucho cuidado que se ponga en la distribuci­ón del polvo explosivo y al cubrir con cartones la tabla en el momento del estallido, el margen para lo imprevisto es muy amplio.

Cai se explayó ayer sobre las incidencia­s y efectos indeseados que había tenido que afrontar al efectuar parte de las piezas de la muestra; sobre todo al principio, cuando ignoraba hasta qué punto la sequedad de Madrid y la calidad de la pólvora adquirida en Valencia afectaban a las detonacion­es.

“En la primera obra, Día y noche en Toledo, la explosión fue fortísima y con muy poco humo. Me encontré en una situación embarazosa,

porque no era eso lo que yo había pensado”, explicó. Pero todo se arregló al final. Después de darle unas vueltas ideó una solución alternativ­a, consistent­e en provocar nuevas y más pequeñas explosione­s laterales gracias a las cuales conseguirí­a “una penetració­n más lenta del humo” en el lienzo. Y funcionó.

El resultado es tan espectacul­ar como el de las restantes 26 piezas: siete de ellas –más la propia y accidentad­a de Día y noche...– ejecutadas en el Salón de Reinos. Destaca la titulada igual que la exposición, El espíritu de la pintura, que mide 18 metros de largo por tres de alto. Ahí es donde pueden verse las alusiones más directas, y a menudo traviesas, a los grandes de la pintura: la maja de Goya arrastrada por un avión a modo de anuncio; un rayo que ilumina Toledo en recuerdo del Greco; unas monedas cayendo en paracaídas en homenaje a Tiziano (por su Tributo de la moneda); una Menina y un retrato en espejo en referencia a Velázquez, unas bragas como guiño a Rubens y sus representa­ciones del “deseo carnal”...

El destino de las obras de Cai después de su cesión al Prado hasta marzo no quedó ayer claro. Sólo se supo que, según indicó Falomir, su comerciali­zación está prohibida mientras los cuadros estén colgados allí. Después, ya se verá.

Los 27 cuadros son espectacul­ares; en especial ‘El espíritu de la pintura”, que mide 18 metros de largo

 ?? DANI DUCH ?? Ante El último carnaval, una de las 27 piezas de la muestra de Cai Guo-Quiang, primer artista contemporá­neo que concibe y crea obras in situ para su exposición en El Prado
DANI DUCH Ante El último carnaval, una de las 27 piezas de la muestra de Cai Guo-Quiang, primer artista contemporá­neo que concibe y crea obras in situ para su exposición en El Prado

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