El nuevo Parlamento alemán abre marcado por el ingreso de la AfD
Wolfgang Schäuble, elegido presidente, llama a guardar las formas en toda disputa
El Parlamento surgido en Alemania de las elecciones del pasado 24 de septiembre, que dieron una frágil victoria a la canciller democristiana, Angela Merkel, echó a andar ayer en una sesión inaugural que desprendió ya la tensión de albergar en el hemiciclo, por primera vez en decenios desde la posguerra, a un partido de ultraderecha, Alternativa para Alemania (AfD). El Bundestag (Cámara Baja) de esta decimonovena legislatura tendrá de presidente –como se preveía– al democristiano Wolfgang Schäuble, que fue elegido ayer por 501 votos a favor, 173 en contra, 30 abstenciones y 1 voto nulo (sobre 705 diputados presentes de los 709 de que consta este nuevo Parlamento).
Schäuble, de 75 años, ministro de Finanzas durante ocho años, accedió a dejar ese puesto para facilitar a Merkel las negociaciones de formación de Gobierno con los liberales del FDP y los ecologistas. “En el Parlamento late el corazón de nuestra democracia; yo soy parlamentario por pasión”, dijo Schäuble en su discurso de aceptación de la presidencia. Luego, entrando en materia, dijo que “nadie puede alegar que es el único representante del pueblo”. Y, en un llamamiento a guardar las formas, alertó de que “el modo en que nos hablemos unos a otros aquí puede convertirse en ejemplo para el debate en la sociedad”, por lo que “todo depende del estilo con que aquí se dispute”.
Ambas frases aludían a la AfD, convertida en tercera fuerza parlamentaria, cuyo diputado Bernd Baumann había dicho antes: “El pueblo ha decidido; comienza una nueva era”. Schäuble se refería también al clima en aquellos parlamentos regionales en que la AfD tiene representación: en todos ellos ha crecido la polarización en los debates, que se han vuelto más ásperos ante la agresiva retórica de la ultraderecha. Schäuble dejó claro que no lo tolerará. “Tenemos la obligación de respetar este lugar”, dijo.
En efecto, la AfD irrumpió ayer con dureza y con una comparación ofensiva, aunque arrostró su primera derrota en un hemiciclo que le demostró abierta hostilidad. La cosa fue así. Antes del verano, el Bundestag cambió la norma según la cual el discurso inaugural de legislatura lo pronuncia el diputado de más edad, y estipuló que lo haría el diputado con más años de servicio. Motivo: el honor habría recaído en el ultra Wilhelm von Gottberg, de 77 años, que califica el Holocausto de “mito”. Con el cambio, le tocaba al veterano Wolfgang Schäuble, que es diputado desde 1972. Sin embargo, y visto que iba a ser elegido presidente, se decidió que diera el discurso de apertura el segundo diputado con más años de ejercicio, el liberal Hermann-Otto Solms.
Pero en la AfD había gran enfado. Cuando le tocó hablar a su orador, el citado Bernd Baumann, este recordó que “desde 1848, la tradición quiere que la sesión inaugural sea abierta por el diputado de mayor edad”, y señaló que sólo ha habido una excepción: “En 1933, cuando Hermann Göring, entonces presidente del Reichstag, rompió esa regla porque quería excluir a sus opositores políticos”. La referencia a un nazi por parte de la AfD para presentarse como víctima suscitó indignación en el hemiciclo.
En la última parte de la sesión, cuando fueron elegidos los vicepresidentes, volvieron las turbulencias. Según la costumbre, cada grupo parlamentario (en esta legislatura hay seis, véase recuadro) tiene derecho a un vicepresidente. Todos los propuestos fueron elegidos, no así el de la AfD, Albrecht Gläser, que fue rechazado en tres votaciones consecutivas. Gläser defiende retirar a los musulmanes el derecho a la libertad religiosa, pues considera que el islam es “una ideología”.
Ese puesto quedó vacante, a la espera de que una comisión parlamentaria decida cómo proceder. Con todo, resultó evidente que la ultraderecha se iba satisfecha por su gran protagonismo en la sesión.
La cámara rechazó en tres votaciones al candidato ultra a ocupar una de las seis vicepresidencias