Trump insulta a un senador y pone otra vez en peligro su plan legislativo
Dos senadores dan la alarma por lo que consideran “la degradación de la nación”
“El señor Corker no sería elegido ni como recogedor de perros en Tennessee”, tuiteó ayer el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Bob Corker es uno de los senadores republicanos más influyentes y preside el poderoso Comité de Relaciones Exteriores. La pelea entre Corker y Trump viene de lejos, pero volvió a estallar ayer justo antes de una trascendente reunión del presidente con los senadores republicanos en vísperas del lanzamiento de la reforma fiscal, el gran proyecto de Trump que sólo saldrá adelante si la mayoría republicana cierra filas en torno al presidente, algo que no ha ocurrido hasta ahora.
La feroz batalla que libran Trump y Corker da al traste con los esfuerzos para reconciliar al presidente con su partido. La semana pasada el presidente compareció con el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, para proclamar que estaban más unidos que nunca y conjurados a sacar adelante la reforma fiscal. Eso ocurría semanas después de que Trump prácticamente exigiera la dimisión de McConnell tras el fracaso en la derogación del Obamacare.
A continuación el Senado aprobó un proyecto de presupuestos que allanaba el camino a la reforma fiscal y un cambio reglamentario que permitiría aprobar la bajada de impuestos sin la necesidad de una mayoría cualificada que obligara a pactar con los demócratas.
El presidente está empeñado en una reforma fiscal que reduciría la recaudación de impuestos en un billón y medio de dólares en diez años. La cuestión es cómo se compensa la pérdida de ingresos. El déficit presupuestario para el año fiscal 2017 creció en 80 mil millones de dólares hasta situarse en 666 mil millones. La deuda exclusivamente federal supera los 20 billones de dólares. Forma parte del adn ideológico de los republicanos reducir el gasto público y evitar el déficit, de ahí que el senador Corker enfureciera a Trump cuando dijo que no votará por ninguna ley de impuestos que aumente la deuda federal “en un solo dólar”.
La mayoría republicana la componen 52 senadores del total de 100, con lo que Trump sólo puede permitirse tres deserciones y en las últimas horas se ha peleado públicamente con Corker, con John McCain, otro senador influyente y ex candidato a la presidencia. A ellos hay que añadir disidentes habituales como Susan Collins, Jeff Flake, Lisa Murkowski, Dean Heller o Rand Paul, con lo que la reforma fiscal pende de un hilo.
La tesis de Corker es que el anuncio publicitario de Trump respecto a la bajada de impuestos genera enormes obstáculos para lograr un acuerdo sobre cómo compensar la pérdida de ingresos y exige que la Casa Blanca deje al Congreso elaborar el proyecto sin interferir.
Corker, que apoyó en su día a Trump, tampoco se muerde la lengua. Justo antes de la reunión ayer en el Senado se despachó a gusto en la CNN. Dijo que no volvería a apoyar a Trump porque “tiene una gran dificultad con la verdad, ha demostrado ser incapaz de estar a la altura de las circunstancias y está degradando a EE.UU”. “La degradación de nuestra nación –concluyó– será lo más recordado de su mandato”. Después de la reunión todo fueron cantos a la unidad republicana. “La reforma de impuestos nos unirá”, evocó McConnell, pero la fraternidad republicana duró apenas unos minutos.
El senador Jeff Blake, de Arizona, comunicó que no piensa presentarse a la reelección en los comicios del 2018 “por una cuestión de principios” y lo anunció con un discurso grave y solemne sobre la degradación moral que, en su opinión, está inspirando la gobernanza del país de la que –dijo– “no quiero ser cómplice”. Apeló a sus propios correligionarios: “La conducta de algunos en nuestro poder ejecutivo no es normal, es imprudente, indignante e indigno... Cuando la próxima generación nos pregunte, ¿Por qué no hiciste algo? ¿Por qué no hablaste? ¿Qué vamos a decir? Yo me levanto y digo ¡basta!” ...
El senador Corker “no sería elegido ni como recogedor de perros en Tennessee”, tuiteó el presidente