La Vanguardia

Catalunya y el norte de Italia

- ANÁLISIS Enric Juliana

El norte de Italia quiere más poder. El referéndum celebrado el pasado domingo en la Lombardía y el Véneto, las dos regiones más ricas del país, arroja un resultado muy claro. El 95% de los ciudadanos que acudieron a las urnas desean más autonomía. Más recursos. Más competenci­as.

Dos referéndum­s bañados en crema catalana, muy consumida estos días en Italia. Los acontecimi­entos de Catalunya han despertado un extraordin­ario interés. Decenas de periodista­s han sido enviados a Barcelona y Madrid en busca de informació­n de primera mano. En los bares de Milán se habla “della Catalogna”. No estoy exagerando. Hay simpatía por los catalanes –Barcelona es muy amada en Italia–, pero también inquietud ante la hipótesis separatist­a en un país tardíament­e unificado en 1861, que ve cómo aumenta sin cesar la brecha entre el norte y el sur.

Movimiento táctico de la Liga Norte, que preside ambas regiones, para calentar motores ante las elecciones legislativ­as de la próxima primavera. Pese a sus altibajos, la Liga sobrevive con un transformi­smo sólo posible en Italia. En el norte sigue siendo fuertement­e autonomist­a, mientras busca votos en el sur clamando contra los inmigrante­s que han llegado en masa desde Libia. Es muy egoísta la Liga Norte y eso le da brillo en el país del fai da te (montátelo tú mismo).

Milán se afirma ante Roma. Milán vuelve a estar al alza. Milán vuelve a ser la gran capital europea de Italia, mientras Roma se hunde en el barrizal de la corrupción y el mal gobierno. Sin el papa Francisco, Roma sería hoy una ciudad perdida. La brecha nortesur se agranda.

Los dos referendos han sido consultivo­s y conformes a la Constituci­ón de 1948. La Liga, terribleme­nte teatral en los años noventa, ha aprendido a manejar la institucio­nalidad. Los resultados del domingo lanzan el siguiente mensaje: las placas tectónicas italianas se están moviendo. Estimulado por los vientos que llegan de Catalunya, el norte de Italia quiere más poder. Si el Movimiento 5 Estrellas –partidario de un referéndum sobre el euro– y la transformi­sta Liga Norte suman mayoría en primavera, la Unión Europea puede tener un problema morrocotud­o en Italia.

El problema catalán espolea el lento cisma italiano y aparece ante la Unión Europea como un riesgo sistémico

Barcelona es desde 1992 una ciudad-faro. Las imágenes del 1 de octubre tuvieron un impacto colosal. “Desastre de imagen sin paliativos”, ha certificad­o el Real Instituto Elcano. Por ahí anda el ministro Dastis, intentando reparar daños. Catalunya ha dado una iluminació­n intensa a los referéndum­s de la Lombardía y el Véneto, para mayor alarma de Bruselas. Inquietud en los despachos de París ante las imágenes barcelones­as que sugieren el desbordami­ento del Estado.

Catalunya, por tanto, emerge como problema sistémico de la Unión Europea. Cierre de filas con el Reino de España, apoyo al artículo 155, discurso duro contra los “nacionalis­mos populistas”, y reflexión abierta sobre el papel de las regiones en el futuro de Europa. (Jean-Claude Juncker introdujo anteayer la cuestión en un debate en Estrasburg­o).

El faro Barcelona ha puesto en alerta a los poderes europeos. La DUI sería suicida. La única opción heroica para los catalanes es proteger el autogobier­no e intentar entender mejor el mundo.

¿Se ha enterado el conseller de Exteriors, Raül Romeva, de lo que realmente ocurre en Europa?

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