Peor no es mejor
Cualquiera que considere que la situación es buena, sea cual sea su lado de la trinchera, o es un irresponsable o un botarate. Por supuesto que estamos ante el peor de los escenarios, que nunca debíamos haber salido de la pista política, que la incapacidad o incompetencia o perversión estratégica de Rajoy nos ha llevado a un territorio inhóspito e insalubre, y que la mayoría de catalanes –gentes de comercio, de pacto, de negociación– siempre hemos querido resolver por la vía política lo que pertenece a la política. Con un añadido: Catalunya había acumulado causas, agravios, desprecios, sentencias y un universo entero de motivos para entrar en choque con el Estado. Pero era un choque político en una partida democrática, y nunca debía salir de ese escenario.
La Moncloa, sin embargo, optó por el frontón judicial y la represión integral y ahora, después de años de conflicto, estamos justo ahí, en un infierno que quema la tierra de todos. El 155 es una aberración para intentar resolver un conflicto territorial que atañe a millones de personas, una aberración que se suma al paquete de aberraciones previas, igualmente agresivas e igualmente inútiles: dirigentes democráticos en la cárcel; inhabilitaciones arbitrarias; destrucción de patrimonio vía tribunales de cuentas; amenazas sobre el mayor de los Mossos, responsable de grandes éxitos contra la delincuencia y el terrorismo; intervención de las cuentas públicas catalanas; amenazas y presiones a empresarios; miles de policías en las calles; represión violenta contra las urnas…, el abultado listado del disparate. Por mucha legalidad que se pongan en la boca, nadie podrá justificar, con un mínimo de seriedad, que el Estado no haya abierto ninguna vía política para establecer un territorio de diálogo. Y no, no lo ha hecho durante años, quizás porque no quería resolver, sino vencer a Catalunya.
¿Y ahora qué? Puede que el Estado considere que el mazazo sobre el independentismo será durísimo, con cárcel, inhabilitación y represión para muchos, y un país con sus estructuras representativas trinchadas, y que ello es una victoria. Y es cierto que será muy duro. Pero ¿de verdad conseguirá una victoria? Y ¿realmente cree que puede venir a Catalunya, masacrar sus instituciones, intervenir sus medios públicos, su policía, encarcelar a su gente, imponer la censura y la tutela represiva y no pasar nada? ¿Cree que la sociedad civil es tan poca cosa? ¿De verdad imagina que un país que defendió las urnas contra más de 16.000 policías y toda la violencia legal del Estado no hará nada cuando le destruyan sus instituciones? Y todo ello ¿no afectará a su aliado socialista? Más bien parece que el Estado se está metiendo en una marabunta de la que puede salir muy trasquilado. El 155 es muy malo para la causa catalana, y eso sólo lo pueden negar los radicales. Pero también es muy malo para la causa española, aunque lo nieguen incluso los moderados.
¿De verdad imagina que un país que defendió las urnas no hará nada si le destruyen sus instituciones?