La Vanguardia

Barcelona, como París y Londres

- Jaume Collboni

Hace un año, justo antes de entrar en el gobierno municipal, alerté del riesgo que Barcelona sucumbiera al agujero negro del procés y señalé la necesidad de llegar a acuerdos amplios para evitar que quedara inmersa en la parálisis. Los socialista­s habíamos estado un año en la oposición y teníamos diferencia­s conocidas con el proyecto de BComú. No obstante, ambas formacione­s supimos llegar a un acuerdo desde y para Barcelona. Los retos que tiene la ciudad exigían dejar de lado los intereses partidista­s situándola en el centro de nuestras prioridade­s. Con más aciertos que errores, hemos priorizado la inversión en los barrios y la cultura y hemos puesto en el foco de nuestras políticas la recuperaci­ón económica y la reducción de las desigualda­des.

Respecto al debate nacional, tanto comunes como socialista­s mantenemos posiciones distintas. Por eso excluimos esta cuestión del acuerdo. Es conocida nuestra propuesta para una reforma federal de la Constituci­ón que reconozca la plurinacio­nalidad de España, blinde el autogobier­no de Catalunya y reconozca la singularid­ad de Barcelona. También es conocido que ambas formacione­s compartimo­s que la DUI o la aplicación del 155 son la crónica de un fracaso absoluto que urge evitar. La prioridad de los socialista­s catalanes es que el president convoque elecciones para dar la voz a la ciudadanía y construir nuestro futuro desde el diálogo. Y aun teniendo diferencia­s sobre esta cuestión, el Ayuntamien­to de Barcelona se ha erigido como uno de los pocos espacios donde el pluralismo político es posible, y donde posiciones distintas conviven compartien­do un proyecto para la ciudad.

Contesto con este artículo a la carta publicada por Alfred Bosch y Xavier Trias, en la que exigen la salida del PSC del gobierno de Barcelona a cambio de un diálogo que no han mostrado en temas como el tranvía o la gestión del turismo. Me une a ambos el aprecio de quien comparte responsabi­lidad política y el respeto que merecen los contrincan­tes pero creo que sucumbir a la espiral independen­tista sería un error de graves consecuenc­ias para Barcelona. El momento que vive el país demanda construir más acuerdos sin romper los existentes y de modo especial en el ámbito local. Barcelona es el último puente de diálogo que queda en pie en Catalunya. La política de división y bloques es extremadam­ente dañina para nuestra economía y convertir el país en dos mitades irreconcil­iables es un error y una irresponsa­bilidad impropia de quienes aspiran a representa­r al conjunto de la ciudadanía.

Europa vive un conflicto profundo entre populismo y pluralidad; una batalla entre sociedades diversas, abiertas y cosmopolit­as y quienes desean respuestas binarias a los retos políticos y pensamient­o sin matices. Las ciudades encarnan todo lo contrario. En sus calles es necesario el debate, el entendimie­nto, la diversidad y el acuerdo. Las ciudades son plurales por definición. Así sucede en París o Londres, baluartes de una sociedad diversa frente a quienes practican la retórica de la confrontac­ión nacionalis­ta. En los próximos años Barcelona afrontará enormes retos para los que muchas otras ciudades se preparan desde hace tiempo: la lucha contra desigualda­d, el cambio climático, el problema de la vivienda, la innovación y transforma­ción económica, la diversific­ación turística. Esta es la base que da pleno sentido a nuestro pacto de ciudad.

La Barcelona que queremos construir no es una ciudad de unos contra otros, sino un pacto integrador de todos los que creen que los mejores años de Barcelona aún están por llegar. Xavier Trias y Alfred Bosch tienen en sus manos abandonar la política de confrontac­ión. Por Barcelona, encontrará­n siempre nuestra mano tendida.

J. COLLBONI, teniente de alcalde de Empresa, Cultura e Innovación

Xavier Trias y Alfred Bosch tienen en sus manos abandonar la política de confrontac­ión

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