Bienvenido, ministro del Futuro
‘Después del fin del mundo’ explora en el CCCB la crisis del cambio climático a través instalaciones inmersivas
El CCCB ha nombrado al filósofo norteamericano Timothy Morton, padre del dark ecologism ministro del Futuro. Como tal, es responsable de aquellos seres que aún no existen, humanos y no humanos, que no tienen por tanto ni voz ni voto, pero cuyas existencias se verán profundamente afectadas por lo que hacemos y pensamos ahora mismo. Su discurso de presentación suscita expectación máxima y el flamante ministro no defrauda. Morton habla del fin del mundo, que no es otra cosa, dice, que “el final de la idea de que el ser humano es la única entidad en el universo que define qué es la realidad”. Eso que llamamos naturaleza, añade, ha dejado de comportarse “como un fondo neutral para nuestro drama humano”, y parte del decorado se está derrumbando sobre nosotros causando enorme dolor. “Pero eso no quiere decir que todos vayamos a morir o que ya nada importe”. Tenemos que salir del caparazón y poner las luces largas, viene a decir, conscientes tanto de nuestra propia irrelevancia como individuos como de la relevancia máxima de nuestros pequeños actos. Porque hay otros futuros posibles. Y la palabra clave es arte. “El arte –concluye– es lo que mantiene las puertas abiertas a que las cosas sean diferentes”. Aplausos.
La creación del Ministerio del Futuro es una idea sugerente y poderosa (“imaginar cómo desde la investigación artística se puede incidir en la política”) de Rosa Ferré, jefa de exposiciones y actividades del CCCB y directora de Después del fin del mundo, un ambicioso proyecto expositivo en el que el programa del titular de la nueva cartera acompaña al visitante en un extraño viaje al presente que se diría tiene tintes de ciencia ficción, de no ser porque “todo lo que en ella se cuenta es estrictamente cierto”, apunta el comisario José Luis de Vicente, quien abre la muestra con una frase del escritor australiano McKenzie Wark (“Esta civilización se ha acabado. Y todo el mundo lo sabe”) que se va cargando de argumentos a medida que se avanza
en lo que sus responsables definen como una experiencia teatral en ocho escenas.
Después del fin del mundo es un intento por abordar de forma valiente la crisis climática, en un momento en el que pese a las continuas evidencias (huracanes, incendios, sequías, deshielo de los polos...), “seguimos teniendo grandes problemas para mirarlo a los ojos e interiorizar que se trata de un hecho central de nuestra experiencia de la vida. Un trauma colectivo que todavía no hemos explorado de forma suficiente”, señala el comisario. “No se trata de encontrar soluciones para una vida mejor que nos permita mantener la ilusión de que todo seguirá de la misma forma”, sino de desarrollar mecanismos de empatía con los ciudadanos que vendrán después de nosotros, y de abandonar el antropocentrismo y la política cortoplacista, “porque tanto si cumple el Acuerdo de París y somos capaces de dejar de emitir CO2 ala atmósfera como sino, tendremos que repensar nuestra manera de vivir, el diseño de las ciudades, cómo nos alimentamos, el modelo económico y de crecimiento ... Los parámetros de la civilización tal como los conocemos no son prorrogables, no hay muchas posibilidades de que el mundo entre el
2050 y el 2100 se parezca al mundo del hoy. Y ese mundo que para nosotros es ciencia ficción será donde habitarán ciudadanos que hoy ya están naciendo”.
Después del fin del mundo ha sido coproducida con Fact+Bluecoat+Riba North de Liverpool, y consta de ocho grandes instalaciones ideadas ex profeso para la exposición por creadores de diversas disciplinas. Algunos, como el estudio de diseño especulativo Superflux imaginan esos futuros posibles, a través de un pequeño apartamento del 2050 donde el cultivo de plantas doméstico se ha convertido en una alternativa a la falta de suministro de alimentos. Y el colectivo teatral Rimini Protokoll propone un juego escénico sobre las especies ganadoras y perdedoras en la crisis climática que hace que nos sintamos insignificantes frente a un acuario de medusas.
Pero también hay historias que cuentan cómo el mundo ha cam- biado para siempre, como ese laberinto de imágenes capturados por satélite y que Benjamin Grant utiliza para mostrar la nueva realidad del planeta Antropoceno. Kate Davies y Liam Young exploran las consecuencias del fast fashion o moda de usar y tirar en una hipnótica instalación atravesada por un río y Charles Lim Yi Yong pone en imágenes la quimera de su pequeño país, Singapur, por ganar terreno al mar (el principal comprador de tierra del mundo) mientras cada año el nivel del mar se eleva en cuatro milímetros. Tomás Sarraceno imagina la atmósfera como un nuevo territorio para la expansión de la humanidad y, ya al final del recorrido, la artista e ingeniera norteamericana Natalie Jeremijenko ha establecido su Clínica de la Salud Ambiental, que tendrá una extensión fuera del CCCB, con un espacio de acción ciudadana en el distrito de Sant Martí que tiene como comisario a Josep Perelló.
FILÓSOFO CON CARTERA Timothy Morton es el responsable de aquellos seres que aún no existen
EXPERIENCIA TEATRAL
La exposición ha sido concebida como una experiencia inmersiva en ocho escenas