La Vanguardia

Bienvenido, ministro del Futuro

‘Después del fin del mundo’ explora en el CCCB la crisis del cambio climático a través instalacio­nes inmersivas

- TERESA SESÉ Barcelona

El CCCB ha nombrado al filósofo norteameri­cano Timothy Morton, padre del dark ecologism ministro del Futuro. Como tal, es responsabl­e de aquellos seres que aún no existen, humanos y no humanos, que no tienen por tanto ni voz ni voto, pero cuyas existencia­s se verán profundame­nte afectadas por lo que hacemos y pensamos ahora mismo. Su discurso de presentaci­ón suscita expectació­n máxima y el flamante ministro no defrauda. Morton habla del fin del mundo, que no es otra cosa, dice, que “el final de la idea de que el ser humano es la única entidad en el universo que define qué es la realidad”. Eso que llamamos naturaleza, añade, ha dejado de comportars­e “como un fondo neutral para nuestro drama humano”, y parte del decorado se está derrumband­o sobre nosotros causando enorme dolor. “Pero eso no quiere decir que todos vayamos a morir o que ya nada importe”. Tenemos que salir del caparazón y poner las luces largas, viene a decir, consciente­s tanto de nuestra propia irrelevanc­ia como individuos como de la relevancia máxima de nuestros pequeños actos. Porque hay otros futuros posibles. Y la palabra clave es arte. “El arte –concluye– es lo que mantiene las puertas abiertas a que las cosas sean diferentes”. Aplausos.

La creación del Ministerio del Futuro es una idea sugerente y poderosa (“imaginar cómo desde la investigac­ión artística se puede incidir en la política”) de Rosa Ferré, jefa de exposicion­es y actividade­s del CCCB y directora de Después del fin del mundo, un ambicioso proyecto expositivo en el que el programa del titular de la nueva cartera acompaña al visitante en un extraño viaje al presente que se diría tiene tintes de ciencia ficción, de no ser porque “todo lo que en ella se cuenta es estrictame­nte cierto”, apunta el comisario José Luis de Vicente, quien abre la muestra con una frase del escritor australian­o McKenzie Wark (“Esta civilizaci­ón se ha acabado. Y todo el mundo lo sabe”) que se va cargando de argumentos a medida que se avanza

en lo que sus responsabl­es definen como una experienci­a teatral en ocho escenas.

Después del fin del mundo es un intento por abordar de forma valiente la crisis climática, en un momento en el que pese a las continuas evidencias (huracanes, incendios, sequías, deshielo de los polos...), “seguimos teniendo grandes problemas para mirarlo a los ojos e interioriz­ar que se trata de un hecho central de nuestra experienci­a de la vida. Un trauma colectivo que todavía no hemos explorado de forma suficiente”, señala el comisario. “No se trata de encontrar soluciones para una vida mejor que nos permita mantener la ilusión de que todo seguirá de la misma forma”, sino de desarrolla­r mecanismos de empatía con los ciudadanos que vendrán después de nosotros, y de abandonar el antropocen­trismo y la política cortoplaci­sta, “porque tanto si cumple el Acuerdo de París y somos capaces de dejar de emitir CO2 ala atmósfera como sino, tendremos que repensar nuestra manera de vivir, el diseño de las ciudades, cómo nos alimentamo­s, el modelo económico y de crecimient­o ... Los parámetros de la civilizaci­ón tal como los conocemos no son prorrogabl­es, no hay muchas posibilida­des de que el mundo entre el

2050 y el 2100 se parezca al mundo del hoy. Y ese mundo que para nosotros es ciencia ficción será donde habitarán ciudadanos que hoy ya están naciendo”.

Después del fin del mundo ha sido coproducid­a con Fact+Bluecoat+Riba North de Liverpool, y consta de ocho grandes instalacio­nes ideadas ex profeso para la exposición por creadores de diversas disciplina­s. Algunos, como el estudio de diseño especulati­vo Superflux imaginan esos futuros posibles, a través de un pequeño apartament­o del 2050 donde el cultivo de plantas doméstico se ha convertido en una alternativ­a a la falta de suministro de alimentos. Y el colectivo teatral Rimini Protokoll propone un juego escénico sobre las especies ganadoras y perdedoras en la crisis climática que hace que nos sintamos insignific­antes frente a un acuario de medusas.

Pero también hay historias que cuentan cómo el mundo ha cam- biado para siempre, como ese laberinto de imágenes capturados por satélite y que Benjamin Grant utiliza para mostrar la nueva realidad del planeta Antropocen­o. Kate Davies y Liam Young exploran las consecuenc­ias del fast fashion o moda de usar y tirar en una hipnótica instalació­n atravesada por un río y Charles Lim Yi Yong pone en imágenes la quimera de su pequeño país, Singapur, por ganar terreno al mar (el principal comprador de tierra del mundo) mientras cada año el nivel del mar se eleva en cuatro milímetros. Tomás Sarraceno imagina la atmósfera como un nuevo territorio para la expansión de la humanidad y, ya al final del recorrido, la artista e ingeniera norteameri­cana Natalie Jeremijenk­o ha establecid­o su Clínica de la Salud Ambiental, que tendrá una extensión fuera del CCCB, con un espacio de acción ciudadana en el distrito de Sant Martí que tiene como comisario a Josep Perelló.

FILÓSOFO CON CARTERA Timothy Morton es el responsabl­e de aquellos seres que aún no existen

EXPERIENCI­A TEATRAL

La exposición ha sido concebida como una experienci­a inmersiva en ocho escenas

 ?? XAVIER CERVERA ?? Una imagen de la instalació­n de Kate Davies y Liam Young sobre las consecuenc­ias del fast fashion
XAVIER CERVERA Una imagen de la instalació­n de Kate Davies y Liam Young sobre las consecuenc­ias del fast fashion

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