Concierto en Pyongyang
El festival de cine documental musical comienza hoy con el pase de ‘Libertation day’, del noruego Morten Traavikp
El festival InEdit de documentales musicales estrena esta nueva edición con Liberation Day, el filme del noruego Morten Traavikp que acompaña a la banda eslovena Laibach en el primer concierto de un grupo occidental en la dictadura de Corea del Norte.
El festival de documentales musicales InEdit afronta desde hoy su decimoquinta edición armada con una ambiciosa selección de películas sobre música, orillando de una forma significativamente clara los grandes nombres. Entre las cuarenta y cuatro cintas programadas hasta el domingo 5 de noviembre en Aribau Multicines (Sala 5) y Aribau Club 1 y 2, los nombres propios más descollantes para el aficionado serán Laibach, Madness, Suzanne Ciani, Marianne Faithfull, John Lydon, Residente o John Coltrane.
Con el aval de la extraordinaria asistencia de sus dos últimas ediciones (cifra récord de 35.000 espectadores) y asentada su convocatoria en Madrid también estos días, el festival arranca hoy oficialmente con Liberation Day, una cinta ambiguamente fascinante dirigida por el realizador no menos fascinante Morten Traavikp. La temática de la cinta es muy atractiva: el primer concierto en toda la historia de Corea del Norte de un grupo occidental de música. En este caso, se trata de Laibach, un grupo esloveno practicante más o menos de música industrial surgido en la Yugoslavia de Tito que tenía que actuar en Pyongyang en el 2015.
Como recordaba ayer el noruego Traavikp (1971) a este diario, “Laibach es una banda poco conocida en los países mediterráneos, y todo lo contrario en los países del Este, Alemania y en el Norte de Europa. Yo era muy fan de ellos cuando tenía veinte años, y aunque ahora ya no lo soy aunque siguen teniendo una legión de aficionados muy fiel”. Una banda en cualquier caso siempre envuelta en la polémica y el malentendido, porque una de sus características desde siempre ha sido el empleo y la manipulación de las simbologías comunista, nazi y titista, así como su relectura en clave casi militar de éxitos de la música pop.
El caso es que su película narra el concierto que ofreció la banda en el país asiático, los preparativos, las trabas, las dificultades, la realización del mismo... Pero en el caso de Traapvik, él jugaba con cierta ventaja porque sus trabajos documentales anteriores sobre la dictadura asiática han sido abundantes y habitualmente positivos. En cualquier caso, “si vas a Corea del Norte cuando tiene lugar el primer concierto de un grupo occidental hubiera sido una negligencia, casi un crimen, no reflejarlo. Y eso es lo que hice, y además quise compartir esa experiencia con la gente del resto del mundo, mostrando cosas de ese país que en circunstancias normales no hubiesen llegado”. ¿Es una película propagandística del régimen de Kim Jong-un? hay que preguntarle al realizador escandinavo,
La película narra el primer concierto de un grupo occidental de música en Corea del Norte en el 2015
en cuyo currículo también está el de director de teatro, faceta que le llevó a Barcelona por primera vez en 1998. “Hay que ver lo que usted entiende por propaganda pero definitivamente es una película que puede suponer un reto a la propaganda misma del régimen norcoreano así como a la antipropaganda contra ese país”.
Pero Traavikp conoce bien el país en todos sus aspectos: “la ideología del régimen norcoreano, que de hecho no es una ideología sino más bien un maquillaje que ellos han creado para que el dictador pueda legitimizar su mandato, parte de la idea de la autosuficiencia, de que no necesitan nada del mundo exterior, ni a nivel material ni a nivel de ideas y cultura, y esto también es un mentira total”.
En Liberation day, los músicos de Laibach se comportan de forma muy sosegada para como suelen ser, y más bien tuvieron que aceptar de aquella manera la pesarosa y a veces surrealista burocracia norcoreana, que decidía cómo había que conectar un micrófono o un altavoz o no permitía el que uno se pusiera gafas de sol frente a monumentos públicos. “Pero una vez acabamos el rodaje nos fuimos con todo el material sin que nos pusieran ninguna pega. Después de haberlo estrenado el año pasado, yo les envié una copia a los responsables norcoreanos y no me consta que les haya desagradado el resultado final”, comenta Traapvik con semblante neutro.