Los independentistas acentúan su pinza sobre Colau y Collboni
PDECat y ERC sacan adelante una moción contra la aplicación del 155 y frenan la del PSC
La brecha abierta entre el gobierno de la alcaldesa Ada Colau y las fuerzas de la oposición no cesa de agrandarse. La gobernabilidad de Barcelona durante lo que queda de mandato se antoja en estos momentos más complicada que nunca. La soledad que se cierne durante los dos próximos años sobre el gobierno de comunes y socialistas quedó ayer bien patente. El Consistorio celebró a primera hora de la mañana un breve pleno extraordinario forzado por los grupos del PDECat y ERC con el objetivo de dejar claro el rechazo del Ayuntamiento a cualquier aplicación del artículo 155 de la Constitución sobre el autogobierno de Catalunya. Los ediles de BComú, como los de la CUP y el no adscrito Gerard Ardanuy, votaron a favor de la iniciativa, y los del PSC en contra, al igual que los de Ciutadans y los del PP. Los socialistas de Barcelona muy difícilmente podrían suscribir un texto donde el PSOE aparece como cómplice de una respuesta del Estado “basada en la represión y el recorte de derechos”.
Pero las diferentes intervenciones de este pleno extraordinario no pasarán a la historia. Los discursos fueron un eco de todo lo dicho durante todos estos intensos días. Además, al poco, quedaron del todo enterradas por la trepidante sucesión de acontecimientos políticos vivida ayer en Catalunya. En verdad lo que au- gura con más claridad el inminente panorama político local, aquello que determinará los próximos presupuestos municipales, el despliegue de las supermanzanas y, entre otras muchas cuestiones, si acaso finalmente los raíles del tranvía se instalan en la avenida Diagonal, lo más relevante de todo lo ocurrido ayer en las dependencias municipales, fue precisamente
NUEVO ATAQUE Demócratas y republicanos insisten en romper el pacto de comunes y socialistas
UN MANDATO COMPLICADO La oposición se muestra dispuesta a hacer imposible la acción de gobierno
lo que no ocurrió.
Porque ayer, dos días después de que Colau rechazara dejar atrás a los socialistas y aliarse con Xavier Trias y Alfred Bosch, los concejales de los grupos del PDECat y de ERC impidieron que se celebrara un segundo pleno extraordinario, en este caso destinado a debatir una moción que entre delicados equilibrios permitía al PSC condenar la posible aplicación del artículo 155. El texto propuesto también se oponía a cualquier declaración unilateral de independencia. De este modo se acentuó la pinza sobre comunes y socialistas. Ahora la principal arma política arrojadiza contra Colau y los suyos es el papel que está teniendo la capital catalana en el proceso soberanista. El principal grupo de la oposición trata así de fortalecerse como alternativa de gobierno, un papel al que también aspira ERC, cada vez más convencida de que puede ganar las próximas elecciones municipales de Barcelona. Que el PDECat fuera a redoblar su presión una vez quedara atrás el ecuador del mandato era muy previsible, pero el gobierno de Colau aún tenía esperanzas en encontrar en los republicanos un
aliado puntual, un apoyo ante las cuestiones más trascendentales. Además, argumentaron que la propuesta socialista no tenía visos de salir adelante, y que de ningún modo están dispuestos a colaborar con ningún “lavado de cara del PSC”.
Al segundo teniente de alcalde, al socialista Jaume Collboni, la jugada le sentó fatal, como una puñalada clavada en la espalda. En los pasillos de las dependencias municipales calificó a demócratas y republicanos de poco menos que de araneros, de emplear tretas poco loables para bloquear el debate. Aseguró que la noche anterior se fue a dormir convencido de que la oposición permitiría que se desarrollara el debate que tanto anhelaba. “Se les ha caído la careta”, apostilló visiblemente enojado. Y es que si el socialista Collboni se hubiera salido con la suya habría logrado fortalecer su pacto de gobierno con la alcaldesa Colau, habría conseguido que los comunes se sintieran mucho más cómodos a su vera. Se trata sin duda del enfado más grande de Collboni en este mandato.
Los comunes también se sintieron muy traicionados. El primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, también cargó con mucha dureza contra PDECat y ERC. Les acusó de dejarse guiar únicamente por intereses partidistas, de tratar de disimular con discursos patrióticos su principal objetivo: destruir el pacto de BComú y PSC, debilitar al gobierno municipal, posicionarse de un modo muy estratégico para asaltar el poder. “Tomamos nota de cara al futuro –subrayó el primer teniente de alcalde de un modo muy poco amistoso–. Firmaron la proposición. El rechazo del PSC al 155 es claro, como lo es también el rechazo a la unilateralidad como alternativa, una unilateralidad que no tiene apoyo suficiente y que no refleja el estado de ánimo mayoritario del país. Hemos perdido la oportunidad de reflejar el rechazo al 155 con una amplia mayoría de 33 concejales”.
Al parecer los comunes entendían o al menos querían entender que prestando apoyo a la moción propuesta por la bancada independentista conseguirían que PDECat y ERC permitieran la celebración del segundo pleno. BComú aceptó apoyar el texto de los independentistas luego de que se borraran las líneas que hacían referencia al supuesto carácter vinculante del 1-O. Minutos antes de que tuviera lugar la sesión, en la junta de portavoces correspondiente, la oposición en bloque consideró que la segunda convocatoria de la mañana no era urgente, que no era necesario celebrarla. Al parecer, entonces, a puerta cerrada, se vivieron momentos de mucha tensión. Y luego, tras conocer las airadas quejas de Collboni y Pisarello, demócratas y republicanos se encogieron de hombros, aseguraron que ellos habían dejado bien claro que no considerarían urgente celebrar el segundo pleno, que quizás los concejales del gobierno fueron víctimas de un malentendido. “Quizás fuera un problema de coordinación entre ellos”, dijeron unos. “Estuvieron avisados de todo desde el principo”, aseguraron otros.
EL CONTRAATAQUE
Pisarello y Collboni acusan a la oposición de actuar según “intereses partidistas”