Reflexiones de un tipo normal
El del ciudadano Jordi Hereu es uno de los mejores ejemplos que a uno le vienen a la cabeza de personajes de gran relevancia pública que en su día supieron dar dos pasos al lado para reincorporarse sin estridencias a la vida civil. En los últimos cinco años, el antepenúltimo alcalde de Barcelona ha fundado dos empresas y se dedica a viajar por el mundo para vender su experiencia y sus consejos como gestor de territorio y conocedor de las realidades urbanas. Ayer, el consultor Jordi Hereu, que se confiesa “encantado de la vida”, compartió su visión del momento de Barcelona, Catalunya y España en el Círculo Ecuestre, en unos exclusivos comedores con vistas a esa Diagonal en la que el único referéndum ciudadano celebrado hasta la fecha en la capital catalana comenzó a cavar su tumba política y a escribir su solicitud de reingreso en el mundo de los ciudadanos de a pie.
Hoy, Jordi Hereu, el expolítico excepcionalmente normal, expresó en voz muy alta –mantiene aquel elevado nivel de decibelios de su etapa en la alcaldía– las reflexiones de un barcelonés preocupado, temeroso de que un bloqueo político, y en consecuencia económico y social, de larga duración acabe llevando a la ciudad irremediablemente a un período de decadencia y proyecte a un mundo que “no quiere líos” la peor imagen de una Barcelona que lo tenía todo para triunfar y mirar a los ojos a las mejores ciudades del mundo y que, según dijo, corre el riesgo de convertirse en “un ente imprevisible, inseguro e inestable”.
El último alcalde socialista de Barcelona está convencido de que el proceso de autodestrucción que, en su opinión, ha generado el “frentismo” imperante –el independentista y el españolista recalcitrante– todavía es reversible. Entre unos y otros queda un gran espacio político, suficiente como para que en este escenario haya papel para un tercer actor que “rompa esta dinámica infernal”. De la crisis ha de surgir la oportunidad de tejer un “compromiso por Catalunya” que, a partir del respeto y el diálogo con los dos bandos enfrentados, acoja bajo el paraguas de una nueva fuerza política a todos aquellos que han quedado “huérfanos”, desde “el centro hasta la izquierda de nuestro partido”(el PSC). “No quiero volver a hablar –sentenció Jordi Hereu– de una Catalunya del 48% enfrentada a la del 52%”.