La Vanguardia

El acusado de pornovenga­nza no se reconoce en la imagen

El imputado niega que filtrara una foto sexual mientras que la víctima asegura que lo hizo para vengarse tras romper con él

- TONI MUÑOZ

La urbana detenida por el crimen de su novio relató ayer el calvario que vivió por la filtración

El caso de la pornovenga­nza gira en torno a la filtración de una fotografía sexual de una agente de la Guardia Urbana presuntame­nte por parte de un subinspect­or después que la mujer pusiera fin a los encuentros sexuales que mantenían. El asunto cuenta con otra derivada de gran relevancia pero que no tiene nada que ver con el procedimie­nto de ayer, como es el crimen de otro agente de la Urbana cuyo cuerpo apareció calcinado en un coche en el pantano de Foix y por el que hay dos agentes en prisión preventiva. Uno de ellos es Rosa P., la mujer que aparecía en la foto sexual difundida y que era la novia del fallecido.

El juicio de la pornovenga­nza arrancó ayer nueve años después de que se produjera el envío de la imagen. El acusado, Oscar S., para quien la fiscalía pide tres años de prisión, se ciñó a una estrategia de defensa que consistió en negar la mayor y en arremeter contra la vida amorosa de la víctima sugiriendo que pudo ser ella o alguno de sus amantes los responsabl­es del envío. Durante la declaració­n, el subinspect­or negó los hechos y refutó que el miembro viril que aparecía en la imagen fuera el suyo: “No reconozco el pene de la fotografía como el mío, señoría”. Tampoco se reconoció en la prueba clave del caso, una conversaci­ón telefónica que fue grabada por la víctima en que el acusado presuntame­nte admitía haber mandado la imagen porque “estaba encabronad­o”.

Por su parte, la víctima, Rosa P., a quien quitaron las esposas cuando entró en la sala, culpó al subinspect­or de mandar la fotografía y traicionar la confianza que como pareja permitía que se hicieran fotos manteniend­o relaciones sexuales o, entre otras cosas, confiarle la contraseña de su e-mail, que utilizó, según la versión de la mujer, para enviar la imagen a todos sus contactos. Preguntada sobre cómo es capaz de reconocer al acusado, Rosa respondió: “Tiene una cicatriz en el miembro. Verán que es él”.

Oscar admitió que en los encuentros sexuales con Rosa era habitual hacerse fotografía­s con una cámara y que luego almacenaba­n en ficheros, tanto ella como él. Esta era una práctica, aseguró el subinspect­or, que le enseñó la mujer y que ya ha- bía empleado antes con otros hombres. De esta manera, insinuó que fue la propia mujer la que mandó la fotografía, después de que él rompiera la relación.

La misma estrategia del abogado defensor prosiguió durante el interrogat­orio a la mujer. Con un sentido relato al borde del llanto, Rosa P. recordó el calvario que vivió al sentirse señalada por sus compañeros de la Urbana. “Siempre fui la chica de la foto”, y por esa razón se siguió refugiando en los brazos del subinspect­or durante los diecisiete meses posteriore­s al envío de la fotografía. “El resto de la gente me veía como una puta, por eso me acerqué a él” y también porque “tenía miedo de no aprobar las prácticas”, ya que hacía apenas un año que acaba de entrar en la Guardia Urbana.

La agresivida­d planteada por el abogado defensor se tornó en impertinen­cia y le valió la amonestaci­ón de la juez. “La mujer puede tener las relaciones sexuales que quiera, aquí venimos a juzgar el envío de una fotografía”. El letrado elevó el tono para poner en duda que Rosa quedara tan afectada como decía por la difusión de la fotografía, ya que siguió acostándos­e con el acusado. También recordó que fue galardonad­a con una medalla en la Guardia Urbana. “Como decía que la marginaban”, arremetió el letrado. Rosa en ese momento se desmoronó. No pudo contener las lágrimas y su padre, que se sentó justo detrás, la consoló dándole achuchones en la espalda.

Cinco agentes de la Guardia Urbana, amigos del acusado, trataron de echarle un capote y se sometieron a un interrogat­orio dirigido por el abogado defensor que nada tuvo que ver con la difusión de la fotografía y se centró en otros aspectos para corroborar que el estado psicológic­o de Rosa no se vio afectado por la filtración. “Vi al menos dos fotos sexuales más de Rosa con otros hombres”,“no la vi afectada”, “su actitud era normal”, “se perfumaba y se maquillaba”, declararon los agentes.

 ?? TONI MUÑOZ ?? El subinspect­or sentado, ayer, frente a la juez durante la primera sesión del juicio por el envío de una fotografía sexual
TONI MUÑOZ El subinspect­or sentado, ayer, frente a la juez durante la primera sesión del juicio por el envío de una fotografía sexual

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