El TNC transforma en ópera un éxito teatral de Lluïsa Cunillé
Orgullo y denuncia: “Parece que esta casa últimamente le pasa la mano por la cara a otras que quizá tendrían que tener la misión de la creación de música contemporánea en este país. Ya que no lo hacen otros, nosotros lo hacemos con gusto enorme”. Así de rotundo fue el director del Teatre Nacional de Catalunya, Xavier Albertí, al presentar la propuesta que ocupa su Sala Tallers hasta el domingo: han transformado un gran éxito internacional del teatro catalán de los últimos años, Après moi, le déluge, de Lluïsa Cunillé, en ópera contemporánea. Así que cuando habla de lo que no hacen otros se refiere a instituciones como el Liceu, donde este año no hay óperas de reciente creación.
Albertí explicó que el TNC ha decidido transformar en ópera la obra de Cunillé ambientada en la África del corazón de las tinieblas para facilitar su difusión: hace un siglo Eugen d’Albert convirtió la Terra baixa de Àngel Guimerà en ópera, en Tiefland ,y eso “abrió mucho conocimiento a la obra y a Guimerà”. El encargado de componer la ópera ha sido Miquel Ortega, que recordó la importancia del teatro para el género: “En el bel canto hay muchas obras en que no pasa nada. No tienen la carga de la Salomé de Strauss, a partir de la obra de Oscar Wilde. O del Otelo de Verdi”. Para Ortega, Après moi, le déluge es “un texto complejo, psicológico, de denuncia”. Una obra en la que dos occidentales hablan en un hotel de Kinshasa y la realidad de saqueo que les rodea se va haciendo presente.
El compositor cuenta que en la obra encontró claves para crearla con muchos momentos de jazz: hay desde cakewalk a ragtime.
Albertí: “El TNC le pasa la mano por la cara a otras casas que deben crear música contemporánea”
Y mucho recitativo para que se entienda bien el texto, pero también una apuesta por la melodía. “Prokofiev decía que aún quedan muchas cosas para contar en do mayor”, sonríe. El tenor Antoni Comas y la mezzo Marisa Martins dan vida a la ópera, que tiene dirección escénica de Jordi Prat i Coll y cinco músicos, incluido Ortega al piano.