La dama de la performance
Esther Ferrer exhibe su veterana juventud en una retrospectiva de 50 años
Quién nos iba a decir que retroceder hasta 50 años por la trayectoria de una artista que tiene 80 podría resultarnos una experiencia refrescante; que una creadora de esa edad podría sorprendernos como si fuera una jovenzuela con propuestas sugerentes, rompedoras, juguetonas y sobre todo libérrimas a partir de los más diversos medios expresivos, desde la actuación y la intervención del propio visitante hasta la exhibición de un objeto o ingenio peculiar –sea un juguete o un instrumento musical–, pasando por instalaciones geométricas; partituras con dibujo dentro; composiciones fotográficas con series de retratos de ella misma en distintas secuencias de espacio y tiempo; narraciones y pequeños manuales de instrucciones en texto y a través de los auriculares o altavoz... Es la retrospectiva que la donostiarra Esther Ferrer, con ayuda de las comisarias Laurence Rassel y Mar Villaespesa, abrió ayer en el palacio de Velázquez del Retiro madrileño, sede del Reina Sofía. Un amplio repaso a la que el director de este museo, Borja-Villel, llamó “la dama de la performance” en España.
La exposición puede pasearse, vivirse y coprotagonizarse “sin agobios” porque el espacio es generoso y permite ir y venir sin estrecheces; con una sensación casi “aérea”, según
agradeció la propia artista entre grandes elogios a Rassel, Villaespesa y Borja-Villel.
Ferrer aseguró tener un genio de mil demonios. Pero lo que mostró en la presentación fue en todo caso un cierto cabreo con los escasos avances e incluso algunos retrocesos en distintos campos, desde la política cultural hasta la igualdad de género. “Cada vez hay menos dinero para los creadores independientes fuera de las instituciones”, protestó. “Hemos entrado en una época de gran conformismo”, volvió a protestar. “Seguiré siendo feminista mientras sea necesario y ojalá llegue el día en que no lo sea, pero hoy por hoy, en cuanto se da una situación económica difícil, las primeras que pierden son las mujeres”, lamentó también. Quedó claro hasta qué punto su rebeldía se
mantiene intacta. Lo mismo que su energía y aspecto saludable.
Además de recuperar distintas obras concebidas años atrás –desde finales de los años sesenta–, la ganadora del premio Nacional de Artes Plásticas en el 2008 estrenó en el Retiro una versión ad hoc de su Poema de los números primos, consistente en un tapiz con formas geométricas y cifras de magnitudes sólo divisibles por sí mismas: una obra en la cual la búsqueda de los elementos y la decisión de cómo ordenarlos ocupa la esencia misma de la creación. Aunque el tapiz puede pisarse, cuando se ve desde una cierta distancia parece una especie de mar de olas rectilíneas: una alegoría del caos dentro de un orden, si se quiere... O no, como dice Ferrer en muchos de sus textos de instrucciones para interactuar –sólo o en compañía de otros– en algunos de los elementos expositivos. Es el caso del que propone medirse o medir a otro, con un metro, los contornos del cuerpo por aquí y allá; o del que invita a enlazarse con otro y acercarse ambos más y más mediante un par de maromas; o del consistente en llenar un espacio cuadrado con pisadas y golpes de bastón.
Los asistentes que quieran intervenir en las performances de la expo, titulada Todas las variaciones son válidas, incluida esta, cuentan con mediadores o guías que pueden ayudarles. La muestra podrá disfrutarse hasta el 25 de febrero.
ESPACIO DE LIBERTAD
La artista donostiarra repasa su arte pionero en el palacio de Velázquez del Museo Reina Sofía
VARIEDAD EXPRESIVA Instalaciones, objetos, performances, fotos, partituras, sonido... La muestra es múltiple