La Vanguardia

Conspiraci­ón magnicida

- Juan M. Hernández Puértolas

El especialis­ta Juan María Hernández Puértolas escribe: “No me creo la versión oficial de que Oswald era un loco solitario que cometió el crimen del siglo sin la ayuda ni colaboraci­ón de nadie”.

Déjenme que por una vez, contravini­endo lo que enseñan en las facultades de Periodismo, abandone el tono analítico para adentrarme sin complejos en la opinión en primera persona. Al fin y al cabo me avalan los casi 40 años que llevo escribiend­o sobre el asesinato de John F. Kennedy en aquella soleada mañana de Dallas. De hecho, recuerdo que, cuando siendo casi un niño leí que los documentos secretos sobre el magnicidio no se harían públicos hasta que transcurri­eran 75 años, pedí a Dios que me dejara vivir hasta entonces y saber la verdad.

Esas disposicio­nes, que datan del informe Warren, la faena de aliño que perpetró la administra­ción Johnson para persuadir al pueblo estadounid­ense de que Lee Harvey Oswald había sido el único responsabl­e físico e intelectua­l del magnicidio, han sido modificada­s en diversas ocasiones, y a esos cambios responden las últimas novedades, esos casi 3.000 documentos que se desclasifi­caron el jueves. Yo, personalme­nte, no espero mucho de ellos.

Créanme, abomino de casi todas las teorías conspirati­vas. Estoy convencido de que el hombre llegó a la Luna en julio de 1969 y de que Osama bin Laden fue el principal inspirador del 11-S. Y no, no creo que Elvis Presley siga vivo. Dicho esto, no me cabe la menor duda de que el asesinato de John Kennedy fue producto de una conspiraci­ón o, por ser más preciso, no me creo la versión oficial de que Oswald era un loco solitario que cometió el crimen del siglo sin la ayuda ni colaboraci­ón de nadie. Tampoco me creo que un hampón de cuarta categoría, Jack Ruby, le liquidó apenas 48 horas después en la comisaría de Dallas para ahorrar a la viuda del presidente el mal trago de volver a la ciudad texana para testificar en el previsible juicio a Oswald.

Sin embargo, también quiero aclarar que no pretendo convencer a nadie. Simplement­e pido un respeto intelectua­l por quien se ha leído decenas de libros y centenares de artículos sobre el tema, algo que mis amigos consideran un hobby y los escépticos una absurda obsesión. Al fin y al cabo, nadie devolverá la vida al joven presidente cuya carrera se vio truncada en aquel noviembre de 1963.

Eso mismo debió de pensar el presidente Johnson cuando ordenó la investigac­ión que concluyó con el informe Warren. Las conclusion­es no ponen en entredicho el funcionami­ento del FBI, la CIA y otros organismos oficiales que, como mínimo, fallaron estrepitos­amente al no detectar la amenaza de Oswald.

El resto son misterios y oscuridade­s. Parece ser que los documentos desclasifi­cados pueden arrojar cierta luz sobre el viaje que supuestame­nte efectuó Oswald a Ciudad

Quienes planearon el asesinato de Kennedy sabían lo que hacían y borraron todas las pistas

de México pocas semanas antes del asesinato. Mientras algunos autores creen que era un suplantado­r, otros creen que alguien le suplantó en Nueva Orleans mientras él estaba en México. Unos dicen que se fue a los toros, otros dicen que se fue de putas. Da igual, nunca lo sabremos.

Kennedy habría cumplido cien años el pasado mes de mayo. Con él se fue una gran esperanza para un mundo seguro en la diversidad, por citar sus propias palabras. Oswald habría cumplido 78 años el pasado día 18, y con su increíble liquidació­n en vivo y en directo se fue la posibilida­d de resolver un enigma eterno. Quienes lo planearon sabían lo que hacían.

 ?? . ?? Asesinar al asesino. Apenas 48 horas después de su captura, Jack Ruby (de espaldas con sombrero) acribilló a Lee Harvey Oswald, en la comisaria de Dallas, rodeado de policías
. Asesinar al asesino. Apenas 48 horas después de su captura, Jack Ruby (de espaldas con sombrero) acribilló a Lee Harvey Oswald, en la comisaria de Dallas, rodeado de policías
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