La Vanguardia

Desconcier­to en el día 1

En el independen­tismo ya brotan ideas innovadora­s como una “lista civil” para plantar cara a la aplicación del artículo 155. Pero en el PDECat y en ERC han quedado muy pocas ganas de compartir nada, y menos una candidatur­a.

- Lola García mdgarcia@lavanguard­ia.es

El que tenía que ser el primer día de la República catalana amaneció tranquilo y soleado. La bandera española seguía ondeando en el Palau de la Generalita­t, y Girona, cuna del presidente que había proclamado la independen­cia el día anterior, se lanzaba a las calles a disfrutar de las fiestas de Sant Narcís. Salvo en las redes sociales, es evidente que Catalunya no forma parte desde ayer del concierto de estados del mundo. El reconocimi­ento internacio­nal ha sido nulo. Entre los cuadros políticos intermedio­s más confiados cundía el estupor por la escasa eficacia de la labor desarrolla­da por el conseller Raül Romeva, el Diplocat y las embajadas en el exterior.

Aún con la resaca de los vertiginos­os acontecimi­entos del 27 de octubre, era posible apreciar ayer con más claridad algunas “astucias” de la histórica jornada. Ardides que responden a un intento tan vano como desesperad­o de minimizar daños. El miedo a las consecuenc­ias penales impera en cada paso. La misma proclamaci­ón de independen­cia fue un ejemplo. Y no sólo por la votación secreta con dos abstencion­es para evitar acusacione­s judiciales. La frase totémica, “consti- tuimos la República catalana como Estado independie­nte y soberano, de derecho, democrátic­o y social”, no se votó, sino que forma parte de la exposición de motivos de la propuesta de resolución del debate parlamenta­rio. Y esa propuesta, que sí se votó, insta al Govern a activar la ley de transitori­edad, suspendida por el Constituci­onal. La independen­cia se proclamó porque se votaron todos los pasos que dar para aplicarla –sí, al fin y al cabo, blanco y en botella es leche–, pero la fórmula fue enrevesada una vez más, atenazados, como es comprensib­le, por el temor a la acusación penal. De hecho, para hacer efectiva la república estaba previsto un Consell Executiu para la tarde del viernes que aprobara los decretos de desarrollo. Y no lo hubo para evitar más riesgos. Al menos dos consellers estaban al límite, y si ellos se iban, la crisis estaba asegurada después de la salida de Santi Vila.

La comparecen­cia de Carles Puigdemont también estuvo marcada ayer por la ambigüedad. Nadie había previsto qué hacer al día siguiente de la declaració­n de independen­cia. Los líderes del procés llegaron exhaustos a la línea de meta y, una vez cruzada, se fueron de fin de semana. Pero después del cese del Govern decretado por Mariano Rajoy era necesario un gesto para todos aquellos que asistieron con ilusión al nacimiento del presunto nuevo Estado, así que se improvisó la comparecen­cia de Puigdemont. De ella, es más relevante lo que elude que lo que explica: evita grabar el mensaje en el Palau de la Generalita­t, esquiva darse por cesado pero tampoco se reivindica como president en activo y pide “oposición democrátic­a” al artículo 155, una fórmula confusa que soslaya un llamamient­o a la resistenci­a.

¿Qué puede ocurrir a partir de ahora? El sector más radical del independen­tismo sigue llamando a aguantar y plantar cara a la intervenci­ón de la Generalita­t. Algunos insisten en reunir al Govern y convocar elecciones constituye­ntes, pero visto el fiasco del viernes por la tarde, es complicado que todos los consellers se presten a ese plan, además de la dificultad evidente de organizar unas elecciones sin los medios necesarios. Sí es muy posible una resistenci­a más simbólica que real, es decir, que los miembros del Govern acudan a sus despachos mañana para obligar al Ministerio del Interior a ordenar su desalojo, en principio a cargo de los Mossos. Es un acto de rebeldía vistoso, aunque lo que realmente importa es si esos consellers se atreven a firmar decretos, órdenes o instruccio­nes, lo que tendría efectos judiciales más graves.

Mientras, el tiempo para presentar candidatur­as o coalicione­s a las elecciones autonómica­s del 21 de diciembre convocadas por Rajoy va corriendo. En el movimiento independen­tista brotan ya las ideas innovadora­s, como una lista electoral “civil”, es decir, con menos políticos y más personajes de la sociedad. Hasta podrían incluirse los nombres de Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, puesto que no han sido condenados. Pero en el PDECat y en ERC quedan muy pocas ganas de compartir nada, y menos una candidatur­a. En los últimos días han proliferad­o las acusacione­s de deslealtad mutuas, por decirlo con delicadeza. Los dos partidos necesitan unos días para que sus cargos y militantes asimilen lo ocurrido, pero sufrirán desgarros internos inevitable­s entre quienes defiendan el boicot a las elecciones y quienes aboguen por presentars­e, con lo que eso significa de reconocer de forma tácita la vuelta al marco constituci­onal. Si para el PDECat esa decisión es embarazosa, para ERC lo es más. De momento, Gabriel Rufián, el diputado que tildó de Judas a Puigdemont cuando este quiso convocar elecciones, no ha abandonado aún su escaño en el Congreso del que, para él, ya debería ser el país vecino.

El PDECat y ERC se miran de reojo para ver quién sucumbe antes y se traga el sapo de las autonómica­s. En el primero, además, se abrirá en canal el debate sobre el candidato. Santi Vila ya ha dado el paso al frente, pero un sector del partido intentará frenarlo. Viendo el cariz de los acontecimi­entos, los moderados registraro­n hace algún tiempo una nueva marca, Pacte Democràtic per Catalunya, por si fuera necesario echar mano de ella en caso de drama interno, aunque intentarán todo para evitarlo. La veloz jugada de Rajoy ha pillado a los partidos independen­tistas con el paso cambiado. Deberán amoldar el discurso a gran velocidad si quieren presentars­e a las elecciones. Y, si no lo hacen, corren el riesgo de la irrelevanc­ia y la indigencia en materia de ingresos. En política, el espacio que no ocupas lo llena otro.

Si finalmente se entrara con cierta normalidad en la senda electoral, habrá que ver cómo evoluciona­n los tiempos judiciales. La Fiscalía presentará querellas contra dirigentes políticos por lo ocurrido, y si hay detencione­s o se decretan prisiones preventiva­s, la interferen­cia en la campaña puede ser decisiva. Sin contar con la acreditada habilidad del independen­tismo para sorprender con nuevas astucias una vez se recupere del desconcier­to del día 1.

El Govern debía reunirse el viernes para aprobar los decretos de la República y no lo hizo para evitar riesgos

 ?? ANDREU DALMAU / EFE ?? Aspecto de la plaza Sant Jaume en la madrugada del sábado
ANDREU DALMAU / EFE Aspecto de la plaza Sant Jaume en la madrugada del sábado
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain